Enterrada la república, muerta la democracia


Miguel Peña G.
@miguepeg

Hemos llegado a mitad de diciembre del 2016 y lamentablemente, mi último artículo del año, dista mucho de aquellas líneas de opinión que tipie con esperanza y alegría, después del contundente triunfo democrático del 6D del año pasado. Difiere mucho, porque al día de hoy, la esperanza se ha convertido en frustración, incertidumbre y ahogo, al ver como se nos muere lentamente -cual enfermo terminal- la patria; y no es dramatismo exacerbado. Todo lo contrario, es la más cruel de las realidades que me ha tocado narrar como periodista y venezolano.
Que más se puede escribir, decir o escuchar de todo lo que ha acontecido en el país desde enero. Es mucha el agua que ha pasado -en doce meses- debajo de ese puente; y no precisamente cristalina. Si tuviera que hacer un resumen del año en tres palabras, sin dudas serian: Hambre, pobreza y destrucción. Sin edulcorantes o eufemismos, es la verdad; rancia y agria.
Claro, pretender adornar nuestra realidad, cuando existen estudios serios (Ratio-UCAB) que muestran sin vacilación, que 8% de la población come -literalmente- de la basura; y el 70% de venezolanos pide prestado para comer, sería una sandez mayúscula.
Pero estos datos solo son números enteros. Es mucho más difícil y abrumador vivirlo en carne y hueso. Ver a niños y abuelos, por ejemplo, hurgar -cual roedores- en las bolsas de basura de los edificios, restaurantes o centros comerciales, no tiene descripción alguna. Situación espantosa por demás, pues el fondo de este hueco negro donde Maduro nos ha metido no se avizora. Impera en la Venezuela de hoy, la ley del “mordisquito”, frase de moda usada por personas que piden en las ferias de comida.
El ingente problema de la escasez de alimentos y claro, la penuria que conlleva el no tener dinero para comprar los pocos productos que aparecen en los anaqueles a precios exorbitantes, ha sobrepasado sin contemplación a otras dificultades que nos agobian las 24 horas del día. Inseguridad, crisis hospitalaria y de medicinas han quedado relegadas, por una sencilla razón; hay que comer.
Amén de todo este abanico de dificultades ¿qué hace el régimen oprobioso chavista? Devenido en una imitación terrífica de Nerón, Maduro -se sienta con su lira o, mejor dicho, timbales- e incendia al país por los cuatro costados. Tomando una medida económica que de seguro será objeto de estudio y análisis, en las distintas Universidades nacionales y del mundo, decreta la muerte súbita del billete de 100 Bs. Solo 72 horas de plazo otorgó la dictadura, para que los venezolanos podamos hacer el cambio de dicha moneda en los bancos.
 Asesorado -seguramente- por esta suerte de bufón económico que es el español, Serrano Mancilla, Maduro suelta sin planificación un “corralito del siglo XXI” ¿Que se oculta detrás de esta medida tan improvisada? Bajo la Pluma de Orlando Zamora, en el portal digital Kozapata.com, podemos sacar algunas conclusiones de este escenario. Afirma Zamora que, “esta radical medida planteada por Serrano y los escasos teóricos del chavismo en el área económica, busca combinar la inmediata fase posterior a la entrada legal del cono monetario nuevo con una contraofensiva política que confirme la conspiración internacional y, lo más importante, que produzca una violenta contracción del consumo, mediante un corralito de nuevo tipo que incluye los límites de retiro de dinero a través del proceso electrónico”.
“Estamos en presencia de un habilidoso plan que actualiza los viejos escenarios rudos de frontera, agentes externos, bachaqueros, ect., combinado con medidas económicas extremas sin asidero técnico alguno…” “Jorge Giordani fue el precursor de tan ingeniosa metodología en mayo de 2010 cuando interviene el sistema de casas de bolsas y de manera principal a Econoinvest”. No hay mayor análisis, el problema económico y social, pasa por resolver de una vez por todas lo político, no hay tiempo para más.
Lo político es la esencia de todo. El principio y el fin de nuestra desgracia presente y futura. Por ello, urge propiciar un cambio no solo de gobierno, sino de sistema. Se debe arrancar de raíz, esta política de Estado hambriadora enquistada en el país desde la llegada de Chávez a Miraflores. Este sátrapa, se encargó de destruir la institucionalidad que tanto costó cimentar en los 40 años de democracia civil; esa fue la estrategia. Hacer sucumbir en un lodazal inmoral a todas las instituciones del estado, con el único propósito de enterrar cualquier resquicio de estado de derecho, a través de un entramado supralegal que le permitiría hacer lo que le daba la gana con la hacienda pública nacional. Control de la justicia, del sistema electoral, contraloría, fiscalía, BCV, defensoría del pueblo, PDVSA, Asamblea, etc. Plan orquestado que, resultarían en la muerte de la Republica.
La segunda fase, era ejecutar de manera efectiva medidas de choque en lo social, político y económico. Presos políticos, medidas económicas extremas y sancionatorias, juicios amañados, pisotear la moral de la sociedad y la purga de los más débiles -enfermos, niños y ancianos- son parte de la receta comunista. Por supuesto, etapa que le tocó establecer a Maduro, porque la vida le cobró a Chávez su megalomanía y ansias de poder. Esta fase del plan es la muerte inequívoca de la democracia.
A estas alturas, todo depende de usted y de mí; así es querido lector. Si miramos al terreno de los líderes de oposición, pareciera que los monstruos y los numerosos fantasmas crecen cada día, por lo que existe una gran orfandad de liderazgo, no del mesiánico, sino estratégico. Si bien hay que seguir apoyando irrestrictamente la unidad, al día de hoy, creo que no vale la pena seguir analizando a la MUD y el funcionar de la AN; por sus obras los conoceréis. Es menester patriótico que cada quien asuma la debida responsabilidad, porque ya enterraron la república y está muerta la democracia.

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