Ruta de la desafección

 

Quedar relegado por el cuerpo diplomático no es para andar con bombos y platillos, anunciando que el gobierno interino es corrupto, que no tiene asidero político, en pocas palabras, que se debe disolver de inmediato. La bandera de pulcritud que pretende sacar Borges y parte de PJ, no solo forman parte de lo que afirma el colega Rafel Poleo: “una lucha descarnada entre Borges y Guaidó”, también, es el síntoma de esclavitud ideológica a la que el chavismo relegó a los más importantes partidos del país. Es decir, destrucción y levantar de cero. Penitencia que la oposición ha pagado durante 20 años.

Los venezolanos es posible que se encuentre anestesiados por las constantes fallas e intereses feroces que, a estas alturas, no disimulan su abyecto apego al régimen y su Statu Quo impuesto. Más que incentivar adeptos, estimulan la indignación de un colectivo que ya está, precisamente, cansado de indignarse y al que solo le queda recorrer el camino de la desafección. No les costará mucho mientras las elites dirigentes de la oposición, se enredan en pronunciamientos o ataques arteros entre ellos a ver quién tiene el fondo más largo en una guerra con visos de cambios de propiedad política.

Una parte sustancial de la oposición ciudadana, sin importar la edad, comienza a emigrar su golpeado interés de la política nacional, hacia otras cosas menos desmoralizantes. Es verdad, en la última década, los venezolanos habían tomado muy enserio la discusión política, y la lucha por reestablecer la democracia. Se anhelaba establecer una república de primer mundo. Claro, al ver al Nerón de Barinas destruirlo todo, la sociedad decidió poner un alto. El venezolano tiene tantas ganas de que el país retome la senda democrática, que soportó la propaganda y el marketing electoral intrascendente que una vez acabado no se sabe que fue lo que se votó.

La dirigencia opositora que no ha sido infectada por la ponzoña roja, esta sujeta a un “fair play político” internacional que ninguna de las facciones del régimen cumple. La oposición sufre en cualquier escenario que se plantea, visto que la inacción de seguir jugando con las mismas cartas descubiertas, la deja en desventaja ante el sadismo chavista que, cada vez, es más delirante, poco confiable y devastador.  Los recambios dentro de la dirigencia opositora se ven bombardeados desde el frente rojo y, por supuesto, desde las trincheras azules que no quieren ser desplazados y quedarse sin el eterno micrófono de costumbre.

“Julio Borges puede estar en desacuerdo con el gobierno interino, lo que no puede es decir que el gobierno de Guaidó es ilegítimo... Si el gobierno de Guaidó es constitucional y Borges pide la conclusión del interinato se traduce en una política de golpismo", afirmaba el profesor de la Universidad de Georgetown, Héctor Schamis. Esto resume el capítulo más indignante y amoral que la oposición sufre desde los alacranes. No tiene mayor explicación. El cuerpo diplomático del interinato lo ha dejado claro: “hace mucho tiempo se había pedido la renuncia de Borges”. Mucha tela que cortar en este asunto tan oportunista. Por algo el gobierno de Colombia y EEUU tenían sus reservas hacia Borges.

En la ruta de la desafección se busca indultar a ciertos lideres de la oposición de sus constantes culpas en los desatinos de los últimos años, porque aún funcionan las teorías venezolanas del “pobrecito” y “en política no se debe dar puerto a nadie”. Simplismos que sirven para echar las culpas a la herencia política del pasado o la supuesta infalibilidad del régimen, sin resistir un análisis profundo de compromiso social, estrategia política y de sentido común básico. Personajes que tienen dos décadas de fracasos, ahora quieren mostrar un nuevo parque temático donde las ilusiones importan más que la verdad. Ahora resulta que, para salir del régimen, se debe salir primero del gobierno interino. Esa es la nueva estrategia de los “capitanes” de las mil derrotas.


Miguel Peña
@miguepeg

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