Banderas frente a escudos

Miguel Peña G.
@miguepeg

Luego de las sentencias dictatoriales emitidas por el “tsj” (en minúsculas) indudablemente, el país es otro. La declaratoria formal y flagrante de Maduro -ante los venezolanos y el mundo- de que el régimen chavista se apartó del Estado de derecho, ha hecho acrecentar el convencimiento de lucha democrática de los ciudadanos, para salir de forma definitiva del oprobio rojo que mata y vende a Venezuela.
Las cartas están sobre la mesa. Por un lado, observamos sin asombro, la diarrea verbal -vulgar, violenta y carente de argumentos- que vociferan, casi a diario, los representantes más conspicuos del régimen madurista. Manifestaciones que solo demuestran el enorme terror que tiene "el heredero" de dejar el poder y que, lo hace actuar defensivamente, ante el rechazo de todo un país que le grita: fuera el dictador. Mientras más insultan y amenazan a toda persona que les adversa, se evidencia que están perdidos, el final ha llegado. Claro, como cualquier virus infeccioso, el chavismo, las camisas negras (colectivos) y los narco-militares, pelean con los anticuerpos. El futuro les depara un tortuoso y seguro destino; la justicia.
Mientras, en la otra acera, se presenta una oposición que se ha levantado entre los escombros de los muchos desaciertos, intrigas, mezquindades y personalismos políticos. Indefectiblemente, al declarase Maduro dictador la AN y la MUD, entendieron de manera rápida y eficaz, que la lucha debía ser de otra manera. Es decir, toda estrategia política debía ser emprendida y presentada a la sociedad venezolana en unidad. Pero, no esa unidad de foto o micrófono. Por el contrario, la unidad suprema que siempre se ha esperado de nuestros líderes y que, en ocasiones, se ha visto golpeada y menoscabada por infinidad de hechos conocidos públicamente.
El aspecto positivo y resaltante, es que vemos -como nunca- coherencia en los discursos y en las acciones. Los distintos líderes de partidos y los diputados de la AN, se han transformado frontalmente en punta de lanza de las distintas protestas y manifestaciones de rechazo en contra de la dictadura roja.
El compromiso de la gente no se ha hecho esperar. Sin dudas cada ciudadano, concibió que la lucha constante no solo corresponde a los políticos. También es responsabilidad nuestra, participar activamente en toda acción pacífica y contundente convocada por la MUD y la AN. Las manifestaciones de orgullo expresadas por los marchantes, al percibir a sus diputados expuestos a la represión y a las bombas lacrimógenas, lanzadas de manera criminal, y al mismo tiempo, propinado a los gorilas de la GN y la PNB patada, coñazo y Kung fu, se han acrecentado en un nivel superlativo; sideral diría yo. El sentimiento de unidad es efervescente y se amplifica día a día.
Si bien es cierto, el régimen tiene las instituciones a su servicio, exhibe poder de fuego, dinero a manos llenas -lo que queda del tesoro público- y control de medios de comunicación, se encuentra algarete y golpeado. ¿Podríamos decir débil? Quizás. Sin embargo, la lucha no termina hasta que se logren los objetivos: Liberación de presos políticos, canal humanitario y elecciones a corto plazo. Ese debe ser el axioma de todo opositor.
La dictadura se encuentra arrinconada y escoge el camino de la represión desmedida. Las convocatorias del martes y el jueves pasado en Caracas, fueron escenario de una batalla campal y desigual. La cantidad inconmensurable de efectivos de la PNB y de la GN, desplegados en la zona metropolitana no tiene parangón. Los dispositivos para obstruir el paso hacia Caracas, fueron burdos. La exhibición de armamento y el uso de gases químicos prohibidos, denotan el talante represivo de Maduro, Padrino y del alto mando militar.
Los opositores, como siempre, ponen los muertos. El viernes fue asesinado por un supuesto efectivo de transito de la PBN, el joven de 19 años Jairo Ortíz. Otra víctima más, que debemos endilgarle al "heredero" y su combo de malandros. Es una táctica comunista, asesinatos selectivos para infundir miedo y sumisión en la población.
Como la represión no destruye la convicción de protesta en los ciudadanos, la última perla del régimen ha sido inhabilitar a Henrique Capriles. La “contraloría” lo inhabilitó durante 15 años para cargos de elección popular. La estrategia de Maduro esta cantada, quitar del medio a los líderes naturales y promover la oposición que le interesa al chavismo (Rosales y Falcón). Esta nueva trapisonda, según el Abogado José Ignacio Hernández, es una violación de la Ley Orgánica de la Controlaría General de la República. Hernández afirma: “…Esta sanción se ha basado en la interpretación del artículo 105 de la Ley Orgánica de la Controlaría General de la República…” “Esa norma ha sido erradamente interpretada por la CGR, pues ha considerado que la inhabilitación para el ejercicio de “funciones públicas” abarca a funciones derivadas de cargos de elección popular. Sin embargo, en realidad, la norma solo puede aludir a la inhabilitación para el ejercicio de la función pública en cargos de designación, o sea, cargos de carrera o de libre nombramiento, pero nunca cargos de elección popular…”
 El régimen no tiene más nada que mostrar. Sus convocatorias son escuálidas. Se pueden notar solamente a los malandros tarifados y claro, los funcionarios públicos obligados a presentarse en las concentraciones; cada vez más inocuas. Las verdaderas marchas del régimen, son las que hace con sus fuerzas de choque y funcionarios policiales, eso es lo que tiene y acompaña. Definitivamente, no hay retorno, el país se debate entre escudos antimotines y banderas de libertad.

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