Dignidad tricolor vs barbarie roja
Miguel
Peña G.
@miguepeg
No es posible
encontrar explicación lógica, ante la desmedida represión ejecutada por la
dictadura chavo-madurista, en cada una de las marchas que, en estos tiempos, no
son exclusivamente de opositores, sino de todo un país que pide cambio. Y
expreso que no es lógica, pues más allá de lo obvio, surgen innumerables
hipótesis sobre la arremetida incontrolable que ha mostrado el régimen en las
principales calles y avenidas de la geografía nacional.
Por supuesto, cualquier
análisis o suposición que se haga del accionar inmoral de Maduro y su entorno,
les calza como anillo al dedo. No obstante, el más ajustado sin dudas, es el
inmenso miedo cerval que les embarga tener que dejar el poder, constitucional o
voluntariamente. Ciertamente, les espera la justicia -nacional e internacional-
por cada tropelía y abuso cometido; ellos lo saben muy bien.
Hoy el chavismo se
atrinchera y mata a los venezolanos, con el villano propósito de proteger el
botín y claro, para salvarse de la justicia internacional que los encerrará per
secula seculorum. Es la línea bajada desde Cuba. Reprimir, violar moralmente y
asesinar a la disidencia; a toda persona que piense distinto.
Muchos se
preguntan ¿Porque ha costado tanto salir del chavismo? Y la respuesta no es sencilla. No es igual, luchar contra una dictadura
comandada por políticos o militares tradicionales, que enfrentar a una pandilla
de mafiosos, terroristas y narcotraficantes con armas; son escenarios de lucha diametralmente distintos.
El chavismo no se
rige bajo ningún precepto social y político, sólo disimulan su amoralidad
delictual, detrás de una ideología anacrónica, caduca en todo el mundo y que tiene como legado social: hambre, miseria, destrucción y muerte. Por ello,
la actitud hamponil del chavismo se ha enmascarado muy bien, ya que en
resumidas cuentas el comunismo es igual a mafia; siempre ha sido así.
Estamos en
Dictadura, nadie puede pensar lo contrario. En consecuencia, no debe haber espacio
para ambigüedades y medias tintas, las únicas salidas posibles son las elecciones
generales o en su defecto, la dimisión; no hay espacio para diálogos estériles. Mientras
los días pasan, la convicción democrática crece en las calles y el terror
inunda cada pasillo de Miraflores.
Los bárbaros están
desatados y aupados desde la estructura del Estado. El
saldo de la barbarie roja, es de 10 asesinados (entre protestas y la
represión del Valle), más de 1000 detenciones en las manifestaciones en todo el
país y más de un centenar de heridos (datos del Foro Penal de Venezuela). Venezolanos muertos, en esta lucha desigual, donde la Guardia Nacional, la PNB y
los malandros armados del régimen (al estilo de los comités de defensa de la
revolución cubana) han sido los encargados, cual guardia pretoriana, de defender
a un régimen corrupto, asesino y putrefacto.
El salvajismo reseñado en las redes sociales y
en todos los medios de comunicación del mundo, han sido elocuentes. La crueldad
no ha sido nada más física, que es mucho decir, sino psicológica. Ver en cadena
nacional a estos sátrapas bailando, mientras matan y reprimen ferozmente a los venezolanos en las calles, ha dejado muy mal parado al mamarracho mayor. El
dictador está solo y desnudo, suena a título de película, pero es la triste realidad
para el régimen.
Los ciudadanos y lo líderes políticos se han
vuelto una sola voz de protesta. La MUD y los Diputados están de la mano de manera
organizada, impulsando un proceso que tiene vida propia. La protesta pacífica
no violenta, marca la agenda y al mismo tiempo, significa un tsunami político y social
que pone sobre las cuerdas a la narco-dictadura. La dignidad ciudadana hace
gala del gentilicio que nos ha caracterizado desde que somos República. La
calle no se enfriará. Por el contrario, día a día va en aumento la participación
en todas las actividades convocadas por la oposición. Ejemplo de ello, la apoteósica
marcha del 19 de abril, la “mamá” de todas las concentraciones
ciudadanas del país.
En estos momentos aciagos e históricos, a pesar
de la represión y las miserias de los canales de TV, los venezolanos controlan
el miedo y deciden encauzar el renacimiento de la democracia. El triste papel
de autocensura que protagonizan Venevisión, Televen y Globovisión son parte de
un pésimo guión, que busca además de quebrantar toda información real del
presente venezolano, destruir todo principio ético del periodismo y sepultar la
razón social que debe cumplir un medio de comunicación. Ante semajante despropósito,
cabe citar a Humberto Eco: “Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia”;
y de dignidad.
El punto de retorno se ha rebasado, la única meta
es reconquistar la civilidad del país. Volver a construir la institucionalidad
del Estado, mancillada por el oprobio chavista. No es casual que el pasado 18
de abril, el chavismo celebrará el día de la milicia, pues tratan de enterrar
todas las conquistas civiles; ese ha sido siempre su plan. Recordemos, Rómulo Betancourt,
decretó en su mandato, el 18 de abril como el día de la ciudadanía, fecha para
nacionalizar a los extranjeros; un día antes del 19 de abril. Ese es nuestro
legado. La herencia social que debemos retornar y defender. Debemos luchar civilmente
ante la amoralidad rancia y el militarismo de la sociedad. Llegó la hora de que la dignidad tricolor haga frente
a la barbarie roja.
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