Ser y Parecer
Miguel
Peña G.
@miguepeg
En la actual
coyuntura por la que atraviesa el país -en todos sus ámbitos- es obligación de
cada venezolano sin distinción de raza, credo o posición política, atender de
manera inmediata el llamado -casi agónico y desesperado- que nos hace la
patria. Un alarido estruendoso que nos convoca a defender masivamente la
constitución y la democracia, de las terribles fauces ensalivadas de la
narco-mafia que mantiene secuestrada a la nación.
Sacerdotes,
estudiantes, políticos, empresarios, trabajadores informarles, amas de casa,
universitarios (docentes, administrativos y obreros), albañiles, abogados,
ingenieros, músicos, artistas, educadores, deportistas y un largo etcétera,
deberán dejar de lado su zona de confort y sus actividades diarias, a fin de
ofrecer el mayor esfuerzo posible para lograr la libertad de Venezuela. No es
el momento de la turbiedad, de ambigüedades, dobles discursos, intereses
personales, cobardías y deslealtades.
Todo lo contrario,
como ciudadanos debemos ser honestos y valientes por encima de cualquier
escenario adverso, porque las angustiantes semanas, días y horas que trascurren
en la “moribunda” Venezuela, no ofrecerán segundas oportunidades si dejamos
para después la lucha que debemos emprender hoy. Ciertamente, el venezolano de
a pie conoce a la perfección, cuál es su rol dentro de esta guerra sin cuartel,
que parece interminable; pero también, entiende de sobra que la mayor
responsabilidad recae en los dirigentes políticos de la MUD y al AN, quienes
han sido los encargados de liderar a la sociedad venezolana durante más de 75
días de protestas en contra del régimen.
Los políticos
establecen las estrategias a seguir. Correctas o erradas alguien tiene que
asumir el costo; positivo o negativo. Sin poner a la Fiscal General en
“altares”, es oportuno citar algo que dijo días atrás: “…es el momento de
asumir responsabilidades y, yo asumo la responsabilidad de las acciones que
estoy emprendiendo…” Cada uno de nosotros, desde su posición, debe ser claro y
definido ante la comunidad, sus familias, hijos e inevitablemente frente a la
historia, que tarde o temprano es la encargada de evaluar nuestro proceder. No
hay que sucumbir a la crueldad de lo estereotipado. Es decir, si alguien es
radical, come flor o ecuánime, tiene que mantenerse así de principio a fin, no
se puede vivir eternamente cambiando al lado donde sopla el viento a favor.
Pero ojo, esto no significa que alguien no pueda flexibilizar sus posiciones o
formas de ver el país futuro. Lo inaceptable, es hacer proclamas
grandilocuentes y académicas, para después emprender acciones burdas; dignas de
un prostíbulo.
Ejemplos miles,
pero en los momentos aciagos de nuestro país, mi conciencia me reclama uno en
particular. Las autoridades (rectorales y decanales) de la Universidad de
Carabobo, han mantenido desde hace 9 años –por cierto, llevan en el poder la
mitad del periodo chavista- una posición política contraria al régimen
chavo-madurista. Han sido firmes en sus discursos. Pero sorprende, que hace
días el Gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, colgara en sus redes
sociales, palabras de agradecimiento al jurado de profesores de la UC, por
haber valorado con mención honorífica su tesis de Magíster en Historia.
Numerosas
interrogantes surgen ¿La Universidad de Carabobo avala en sus muros
institucionales, a un opresor de la libertad y el derecho a protestar? ¿A quién
se debe la Universidad, al Gobernador o las comunidades? ¿Las autoridades
universitarias olvidan que existen presos ucistas (Prof. Santiago Guevara y el
estudiante José Gregorio Briceño) además de los muchos heridos en las
manifestaciones? ¿Con qué cara miraran a los estudiantes? en fin, respuestas
que a lo mejor jamás sabremos. Claro, puede cualquier beato universitario
exclamar: si el gobernador cumplió todos los requisitos ¿qué hacemos? ¿no le
damos el título?
Unos simples
requisitos administrativos y académicos no pueden estar por encima de los
valores institucionales de la Universidad, de la democracia y del Estado de
Derecho, aspectos que van más allá, creo yo, de graduar en serie a estudiantes
de pre y posgrado. La misión de la UC lo reza: “Creación, desarrollo y difusión
de conocimientos innovadores, competitivos y socialmente pertinentes para la formación
ética e integral de profesionales y técnicos, altamente calificados, con
sentido ciudadano, promotores de cambios sociales, políticos y económicos, que
conduzcan a la consolidación de la libertad, la democracia y el bienestar…” Si
la misión es poco entendible, entonces, solo basta mirar el coro del himno
ucista, que muchos entonan en cuanto acto hacen, pero pocos le hacen honor:
“Jubiloso a la sombra del canto, defenderte sabrá nuestro honor; como escudos
el pecho y el brazo, cual banderas la mente y la voz”.
No hay dudas, poco
importa la represión de la GN y los paramilitares comandados desde la
Gobernación. Las decenas de personas detenidas y heridas en la Isabelica,
Naguanagua, Los Tulipanes, Prebo, El Trigal y Mañongo. No importan la destrucción
de bienes, los robos y daños a la propiedad privada. Solo prevalece el enchufe,
el terror y la ambigüedad. Nada más importa tener al ilustre Magíster. No
alcanzan las fotos de galería. Hay que ser y parecer, he allí el dilema. “Yo
tengo más respeto para un hombre que me permite conocer cuál es su posición,
incluso si está equivocado. Que el otro que viene como un ángel pero que
resulta ser un demonio.” Malcolm X
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