Calle o regionales, los dos cocos de la unidad



Miguel Peña G.
@miguepeg

Los días pasan y evidentemente la incertidumbre prospera. Cada hora y minuto que acontece en la Venezuela de hoy dibuja, a mano alzada, distintos escenarios que definen el desenlace de la historia de horror más sanguinaria y oprobiosa nunca vista en el país. Nadie puede llamarse a engaños, Venezuela es un desgarro; hipertrofiado y sostenido. La situación es apremiante, no da tregua y, mucho menos, opciones que permitan definir claramente mejores estrategias de lucha.


Ante semejante disyuntiva táctica, los distintos líderes de la unidad democrática (buenos, regulares y malos), nuevamente se encuentran bajo una especie de encrucijada donde la arenga del "todo o nada" crece exponencialmente, llevándose por delante la unidad de los partidos y todo lo planificado desde los primeros días de abril de este año. Pareciera que el destino vuelve a jugarnos una mala pasada; la unidad se ve amenazada.

Aunque suene duro, es difícil no emitir opinión sobre el descalabro que ha tenido la unidad después del domingo 30 de julio. Es algo etéreo y confuso a la vez. Un fraude electoral tumbó las bases, por ahora, de la coalición democrática. ¿A qué se debe esto? ¿Cómo explicar esa fragilidad unitaria? Interrogantes agobiantes, sobre todo, porque nos sabemos mayoría -en todos los sentidos- y todavía no se ha logrado el objetivo. ¿Cómo se traduce esto?

Evidentemente, la respuesta pasa por dos vías. La primera, lamentablemente no somos mayoría dentro de la FANB. La bayoneta es la que soporta a la dictadura. Si los "fantasmas" de militares institucionales no reaccionan, igual no existen. La segunda, nos muestra que la responsabilidad de no haber alcanzado las metas planteadas es de todos (políticos y ciudadanos). La de los políticos, pasa por no mostrar a tiempo sin miedos y ambages, la infinidad de escenarios posibles que plantea esta lucha desigual. Existen cortocircuitos en la comunicación, es indiscutible. La verdad, aunque suene dura, hay que decirla a las masas. Los venezolanos somos capaces de entender cualquier cosa, sin importar el tenor del asunto. En cuanto a los ciudadanos, nuestra cuota de responsabilidad se traduce en poca participación en las convocatorias hechas por la unidad y seguir sin cuestionamientos, estrategias improvisadas que finalizan en frustración colectiva.

La unidad democrática y su ingente cantidad de líderes han obtenido grandes conquistas, eso es incuestionable. Ciertamente, deben corregir estrategias, pero no podemos ahogarnos en el fango vil y cruel de tildarlos de mercaderes políticos; no todos nadan en esos lodazales. Los procesos sociales y políticos como el que se vive en nuestro país, tarde o temprano muestran en horas cruciales, quién es quién. Venezuela transita por momentos estelares, donde impostergablemente se construyen liderazgos y se derrumban las caretas.

Luego del vulgar y obsceno fraude cometido por la oficina electoral del régimen, no solo en el proceso, sino en la misma elección, a esta hora los ciudadanos nos preguntamos: ¿saldremos realmente de esto? Si bien, pudiéramos tropezar con millares de respuestas, lo importante del asunto, es tener en cuenta -líderes y ciudadanos- que hemos logrado mucho, y dilapidar lo que tanto sacrificio ha costado construir sería garrafal. Nadie es experto en tácticas de lucha contra dictaduras, más del talante criminal y mafioso de la madurista. Si fueron capaces de asesinar a 120 venezolanos, sin que ello les hiciera echar alguna cana, dice bastante de lo que enfrentamos. Por ello, abultar un resultado electoral es pan comido para esta “Cosa Nostra” tropical.

Carlos Blanco en su artículo, “Cuando cero es igual a 10 millones”, comenta una verdad como un templo. “Varios elementos deben ser destacados en esta hora. Uno esencial es que el CNE que cometió este fraude monumental es el mismo que ha cometido otros. Unas veces han podido hacerlo de modo escandaloso, como el pasado domingo cuando el país abrumadoramente mayoritario no participó; otras veces con más discreción porque la participación, vigilancia y organización opositora así lo obligaba. Pero siempre ha habido fraude en este régimen. Algunos ahora lo descubren”.

Entonces, bajo este prisma de despropósitos morales y delictuosos de los cinco rectores del “cne” ¿Vale la pena pensar en elecciones de gobernadores? Atado a los “dogmas y radicalismo digitales” sería correcto pensar, que tamaña decisión -casi sacrílega- es incongruente con el grito de fraude espetado desde el seno opositor. No obstante, en política nadie tiene la última palabra y, mucho menos, es dueño de la verdad. Nadie es impoluto. Sabemos que inscribirse en las regionales no es participar, el asunto es mucho más complejo que eso. Es decir, sea cual sea la conclusión de la MUD sobre el tema, es obligatorio comunicarlo muy bien, sin opacidad u obviedades. Convendrá explicar con suficientes argumentos y al mismo tiempo, acompañarlos de estrategias certeras. Seleccionar interlocutores creíbles, ejemplo Capriles.

¿Calle o regionales?  Parece ser el dilema. Dos acciones que pueden ir juntas si se emprenden bien las estrategias. La complejidad de la lucha reclama presencia en todos frentes, claro, sin dejarnos marcar la agenda. Especular que calle o regionales definen la historia, es no tener ni la más remota idea de dónde estamos parados. Calle o regionales no son el coco. Forman parte del fin ulterior, la salida de Maduro. El desenlace se logrará con decisiones apropiadas de los líderes y el empuje de la sociedad civil, lo demás se reduce a retórica.



Cuarenta países junto al Vaticano desconocen la ANC, sanciones financieras y petroleras, el reconocimiento de la AN como poder legítimo y señalamientos individuales a personeros de la dictadura, son ganancias que hemos obtenido en unidad. Cada uno tiene sus cuestionamientos; los míos: ¿Soy optimista? Si 100%. ¿Estoy molesto con algunos líderes? Sí, hasta el infinito y más allá. ¿Apoyo a la unidad? Sí, indiscutiblemente. ¿Crítico la Unidad? Cuando hay errores, ese es mi derecho. ¿Veo la caída de Nicolás? Por supuesto, a costa de muchos sacrificios, pero se desplomará; sin dudas. La dictadura no podrá conservar el poder a través del fraude, no tiene piso político, jurídico ni popular. Nacional e internacionalmente son repudiados. Esto implosionará. Las preocupaciones anticipadas no valen la pena, al paso que vamos el estallido social llegará primero que las regionales.

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