La Incertidumbre del Futuro
“La política es
el arte de lo incierto,
lo que nos lleva
a un principio
de incertidumbre
política generalizada”
Edgar Morin
Miguel Peña G
@miguepeg
En el deshojo de
margaritas en el que nos encontramos desde hace 20 años, nunca el futuro ha sido claro; más bien, se pinta turbio y confuso. Bajo la mescolanza ideológica en la
que se ha revolcado el régimen, es imposible trazar una sola ruta de salida
definitiva y, mucho menos, de escape, a este desastre artificial que se encargó
de hacerle la vida de cuadritos a los venezolanos. A pesar de los intentos que demócratas -fundamentalistas y racionales- hemos hecho para salvar
la república del sanguinario oprobio revolucionario, el resultado final se
repite; frustración, división, humillación, abstención y desesperanza.
La eterna y cínica
manipulación de la verdad que sustenta la repetitiva dialéctica roja
transformó, a empujones patoteros, el sentido común de los venezolanos, factor
determinante para que se haya instaurado un entorno social sui generis y
bizarro en el país; situación con la que hemos lidiado ciudadanos y líderes demócratas. “No existe crisis alimentaria; la inseguridad es
inducida; hay una guerra económica; tenemos la mejor red hospitalaria del
mundo; poseemos un Bolívar fuerte; no me dejan gobernar; Pitiyanquis;
apátridas”, etc., estructuran el perverso mundo imaginario que busca solapar, a
toda costa, cualquier rastro de aquella democracia que fuimos durante 40 años;
imperfecta, claro, pero democracia.
El “caleidoscopio
social asimétrico” a través del cual nos ha mirado la dictadura, parece
pintarles un país ficticio que nada más existe en sus mentes anacrónicas; atiborradas de resentimiento y odio. Esto provoca incertidumbre diariamente en
los venezolanos, sobre todo, en los más necesitados, pues, irse a la cama sin
saber si terminará rebuscando comida en las bolsas de basura de mercados,
restaurantes o edificios debe ser angustiante. Hasta el trabajador formal se
consigue perdido en el laberinto incierto que significa el “socialismo” del
siglo XXI, porque la inescrupulosa y populista medida de aumentar -casi
semanalmente- el salario mínimo, resulta fallida; la hiperinflación lo desaparece
ipso facto.
El régimen en sí mismo
es una incertidumbre. Cada intervención, plan y “política de Estado” que sale
de los “sesudos” inquilinos de Miraflores, demuestran que el país está en manos
de una cúpula improvisada que, sumergió a la sociedad en un estado de
desesperación cruel donde la preocupación principal del colectivo es
subsistir; la estrategia roja es clara. Ejemplos muchos, la “eliminación
infinita” del billete de 100 Bs, escasez (de gasolina, alimentaria, efectivo,
medicamentos), dificultad de realizar trámites legales (pasaportes, cedulación
y apostillar) y una cadena de trabas burocráticas, aplicadas para que la
gente se preocupe de otros temas y no del que realmente importa, salir de
Maduro.
Quizás es acertado Edgar Morin, cuando afirma que la
política maneja un principio de incertidumbre generalizada. Sin embargo, ocurren hechos que ofrecen certezas a los escenarios
que nos esperan a la vuelta de la esquina. Es decir, si la abstención se apodera de las elecciones regionales y Maduro, logra salir
avante de los comicios adjudicándose gran parte de las gobernaciones, conseguirá piso político para desbaratar todo lo que internacionalmente se ha logrado. En
pocas palabras, su poder de negociación se fortalecerá. Eso más que una
predicción, será la realidad. Las regionales se han convertido en un evento
electoral importantísimo, tan es así, que el grupo de países garantes de las
negociaciones entre la dictadura y los demócratas, se han paseado por la idea
de cambiar la reunión del 27 de septiembre para después del 15 de octubre,
luego de conocerse los resultados electorales. No habrá incertidumbre en el
futuro, si no votamos, sabemos que no hay futuro.
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