Tuitear o Votar



Miguel Peña G.
@miguepeg

Destellantes y seductores virtuales las redes sociales se posicionan día a día en la cotidianidad venezolana, desplazando, sin misericordia, a los distintos medios del país. Esta interconexión comunicacional que solo acciona los pulgares como espadas Jedi, resulta más efectiva que las transmisiones en directo tradicionales y, sumerge a nuestra sociedad, en el fascinante mundo virtual donde, no solo las noticias parecen viajar en nanosegundos, también, traslada veloz y masivamente a miles de personas nuestras posturas sobre distintos temas. Por supuesto, esa necesidad -casi adictiva- de conocer de forma inmediata cuanto ocurre en el país a través de las redes y, sobre todo, del Twitter, nos lleva reiteradamente a consumir cantidades infinitas de contenidos de poca veracidad, que en ocasiones atentan hasta en la forma de entendernos como sociedad.

Actualmente, en Venezuela cualquier hecho pasa, indefectiblemente, por Twitter. La red del pajarito azul ya no podemos verla displicentemente, como moda banal de una generación. Al contrario, se ha convertido en auténtica plataforma de opinión e información donde Tirios y Troyanos convergen con un solo fin, burlar la inmensa autocensura de los medios de comunicación y el bloqueo impuesto por la dictadura. Periódicos sin papel; emisoras radiales clausuradas y sancionadas; canales de Tv postrados a Miraflores, eliminados de parrillas y del espectro radioeléctrico; forman parte del “legado” de persecución a la libertad de expresión que hizo Hugo Chávez y mantenida al pie de la letra durante estos años de oprobio madurista.

Obviamente, la capacidad informativa y de opinión estructurada en Twitter no significa que moldea valoraciones sociales del país. Pensar que algún trending incide en la percepción, por ejemplo, que tenemos la mayoría de los comicios de Gobernadores, significa el error constante que todo “radicalismo prurito” comete cada vez que suelta la andanada de furias silábicas a cada persona que asoma, estratégicamente, elección popular. Eternizar el feroz bombardeo hacia la MUD-AN y su disposición de inscribir candidatos en las elecciones regionales, es energía gastada y mal empleada. En principio, el “CNE” no ha dado la fecha exacta de los comicios, hecho no menor que urge analizarlo en su justa dimensión. Es decir, indica que la decisión de combatir electoralmente al régimen a pesar de injustos señalamientos, la caída de la popularidad de los líderes y las exiguas garantías de imparcialidad del “cne”, fue acertada.

El mutismo desvergonzado de las “rectoras” en torno a la fecha definitiva de las elecciones regionales -a pocos días de arribar el 15 de octubre, fecha tentativa- necesariamente no empaña la credibilidad de la dirigencia opositora, más bien, tiene un efecto contrario, porque fortalece la organización política, las primarias y los consensos logrados por la unidad en varios Estados. Las elecciones de Gobernadores es una lotería institucional. Prueba de ello, no existe claridad respecto al cronograma; nadie lo conoce. Normalmente, en democracia las elecciones y todos sus procesos suelen ser predecibles, algo que sabemos no ocurre en Venezuela, pues se desconoce si habrá o no elecciones el próximo mes. Esa opacidad electoral del “CNE”, desmonta los insultos proferidos desde cuentas en Twitter anónimas, falsas y asombrosamente, de algunas pertenecientes a “opositores”.

Numerosos venezolanos se dejan llevar por comentarios de tuiteros anti-MUD que buscan promover la existencia de una supuesta mayoría abstencionista; enfoque que no refleja la realidad. Esos grupos abstencionistas minoritarios, nutren su inconformidad con el eterno canto gregoriano de la traición opositora y satanizan, estruendosamente, cualquier propuesta democrática emprendida. Nada les gusta y todo apesta a perfidia. Curiosamente, esa actitud dura y cruel no se observa cuando se refieren a la dictadura. Hacer mucho ruido en Twitter, no es dato fiable en materia electoral. Los diferentes sondeos de opinión muestran el interés creciente de los ciudadanos de participar en las regionales. Por supuesto, la foto final dependerá de la capacidad que tenga la dirigencia opositora de entusiasmar al elector en la campaña. Las encuestas revelan, entre el 55 y 60% de la población tendría la intención de votar por las candidaturas opositoras, 20 o 25% por los candidatos del régimen y, claro, un gran porcentaje de indefinidos.

A la luz de los datos, Twitter se convierte en una especie de “urbanización” con vigilancia en la que sus habitantes permiten o no, la entrada a visitantes que compartan más o menos las mismas visiones de país. En las redes sociales predominan mayormente las clases socioeconómicas A, B y C; mientras las clases C y D, aunque tienen poca presencia en las redes y en Twitter, representan el 60% de la población venezolana. Luchar para recuperar la democracia no pasa por darle like, tuitear o enviar la andanada de insultos al que piensa distinto. Si bien, los políticos deben crear la conexión de manera clara, entre el objetivo principal de la gente -salir de Maduro- y el significado de participar en las elecciones, como otro paso más para lograr la libertad definitiva del país, los ciudadanos deben dejar atrás las discusiones estériles y los ruegos mesiánicos. El país no necesita tuits, Venezuela requiere que usted vote.

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