Kínder Político

Miguel Peña
@miuepeg



Tratar de entender el marasmo político en el que está inmersa la oposición venezolana supone, de antemano, que perderemos completamente la cordura, o en el mejor de los casos, entraremos estrepitosamente, en un estado de depresión colectiva. En las últimas dos semanas, el ambiente se ha enrarecido a su máxima expresión. El panorama político no está claro. Cada error, infortunio, deslealtad, mentira, insulto, trapisonda, declaración, etc., procedente de las entrañas de la dirigencia opositora, parece tender a rematar el único trabajo que hace muy bien el régimen; desesperanzarnos.

Urdir algún análisis lógico que permita vaticinar -aunque sea remotamente- posibles escenarios a la salida de Maduro del poder, se hace muy cuesta arriaba, sobre todo, cuando desde la acera del frente, quienes deberían entender que la situación país no está para juegos, interés personales y nefastos cálculos políticos, andan en su eterna confrontación “filosófica” tratando de imponer al otro, su visión o peor, sus planes ocultos. Todo el baño de bendiciones que muestra Venezuela; clima, fauna, naturaleza y geografía, la coloca -trágicamente- en mismas proporciones bajo el estigma de una “tierra maldecida”, gracias a las indecencias de algunos dirigentes y ciudadanos que la habitan; no somos dignos de este país.

Indudablemente, luego de que el régimen madurista confeccionara el mayor fraude electoral de nuestra historia electoral -a través de las elecciones regionales-, se han desencadenado una serie de hechos que le dieron salida, no solo a los más oscuros y viles demonios que le hacen sombra a la unidad democrática, también, se ha puesto de manifiesto las grandes carencias de valores morales y políticos en muchos de los que, hasta ahora, se dan golpes de pecho y profesan oposición a la dictadura. Nadie está exento de responsabilidad; ni siquiera nosotros mis queridos lectores.

En momentos aciagos y de suma gravedad social, económica y política pareciera que Eris se pone del lado del régimen y, tras bastidores, busca posar su implacable mano sobre la dirigencia unitaria con la lóbrega intención de sembrar discordia y disputas internas. Maduro, propició con las elecciones de gobernadores un Deja Vu literario, lanzando una manzana a la oposición, al igual que lo hizo la Diosa Griega con Paris, claro, esta vez no se busca la guerra de Troya -narrada en la Ilíada- sino la autodestrucción de la MUD.

La prensa internacional titula -descarnadamente- el sorprendente y hasta bufo “autosuicidio político” provocado por la oposición luego del 15O. Paradójicamente, esa frase acuñada por CAP, más que denotar un simple chascarrillo andino de los que nos tenía acostumbrado el “Gocho”, esconde un profundo sentido analítico y crítico a su partido, transformándose en un mensaje encriptado que guarda los más insidiosos y desleales planes que pululaban en AD en los días de la caída Pérez. Métodos que actualmente parecen mantenerse. Muchos hemos aprendido la lección de haber tenido como presidente a Chávez y, por supuesto, a Maduro. Sin embargo, preocupa como algunos dirigentes no están a la altura de las circunstancias históricas que vivimos; caso evidente, la postura asumida por los gobernadores adecos y la reprochable humillación ante la mafia organizada, representada por la “Asamblea Nacional Constituyente”.


Lo triste del asunto, es que ahora nadie supo, nadie sabe y ninguno sabrá que es la MUD. Como dicen, los triunfos tienen amigos y las derrotas son huérfanas. El caso real, es que nadie está exento de responsabilidad. Capriles -el más coherente de todos- no pude decir ahora: “yo sabía, pero no dije nada”; error, porque lo malo había que denunciarlo de una vez. La Causa R, sentencia a la MUD luego que se valió de la plataforma unitaria. Falcón -un sinvergüenza de marca mayor- espeta que no ve a Capriles como presidente, después que fue jefe de campaña en el 2013. Ni hablemos de Voluntad Popular y su novela de amor-odio con el régimen. Y así, vamos juntando las barajitas de errores para este álbum opositor. Pese a que Ramos Allup tenía una agenda oculta, debemos reinventar nuestra unidad, se hace necesario. Esta es la hora de la chiquita; llegó el momento de los grandes. Es imperioso sanar las heridas y seguir con las cicatrices hasta lograr el objetivo final; salir de Maduro. Queremos unidad de estadistas y líderes sensatos, nadie desea un kínder político.

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