"Bolchavistas del Siglo XXI"



Miguel Peña G.
@miguepeg

Quien en su sano juicio podía imaginar que, en Venezuela, se estaría celebrando con bombos y platillos la revolución rusa. La revolución Bolchevique, no solo significa el mayor genocidio de la historia -20 millones de muertos (Libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión)- se convierte, como dicen los mexicanos, en un parteaguas de la humanidad. Marca un antes y un después en el mundo civilizado; inicia la descarnada lucha entre el capitalismo y el comunismo. Cuando las sociedades del mundo han sepultado, con palas de arena, ese pasado oscuro, absurdo y desolador que adorna al comunismo, surge -casi de la nada- una mafia estructurada que esconde bajo el anacrónico símbolo de la hoz y el martillo, el más rampante y vulgar desfalco a un Estado petrolero; ergo, rico.

Bajo la égida de uno de los países que aún mantiene la despiadada garra marxista como modelo de gobierno, Hugo Chávez, se propuso sin contemplación establecer dentro de la sociedad venezolana, una ideología que nunca tuvo cabida en nuestra idiosincrasia. Montado en la ola del resentimiento y la antipolítica, Chávez siempre tuvo un norte: crear una constitución a la medida que le permitiera desmontar, según su criterio, el Estado de Derecho “burgués”, para luego poner en marcha un gobierno proletario; o más bien de resentidos. Es decir, crear el famoso régimen de las “mayorías” (Bolshevic).

Dentro de la mezcolanza ideológica que tránsito por la cabeza de Chávez, nunca se supo, a ciencia cierta, cuál era el modelo al que verdaderamente pertenecía su aturdida concepción de Estado. Más allá de la marcada forma de gobierno militarista y autocrática, Chávez supo esquivar muy bien -con la ayuda de los petrodólares y el apoyo de varios gobiernos de izquierda de Latinoamérica- los señalamientos de dictador endilgados por propios y extraños. Claro, en estos momentos los tiempos son otros. La mayoría de sus aliados son investigados por corrupción, los petrodólares no están y, mucho menos, el “comandante supremo”. Al caer el dueño se notan todos los remiendos de la carpa del circo y, por añadidura, las deficiencias políticas, morales y hasta mentales de sus payasos.

Desde el 2013 ha quedado al descubierto la verdadera cara del “payaso It”. El chavismo muestra ferozmente y sin empacho la sordidez de sus planes, muy bien disimulados durante dieciocho años de “revolución socialista”. No cabe duda, después de varios años de desgobierno madurista, Venezuela ha retrocedido vertiginosamente en el tiempo a un tipo de comunismo primitivo, definido por el propio Marx como: "el originado en las antiguas civilizaciones de cazadores y recolectores porque la propiedad no era privada sino comunitaria y, donde la clase obrera, era dueña del 100% de aquello que cazaba o recolectaba". Basta con observar a la gente cazando en las principales ciudades del país perros, gatos y animales de zoológicos para comer carne, y las peleas de familias enteras -al estilo juegos del hambre- para apropiarse de cualquier bolsa de basura de hoteles, restaurantes y edificios.

Lo grave de esta situación, es que ese comunismo rancio enquistado en Miraflores y promovido por los hermanos Castro, se transformó en un híbrido donde lo ideológico se entreteje vergonzosamente con el narcotráfico y la corrupción; engendro criminal que se ha encargado de arruinar la economía de la nación, llevar a los venezolanos a la hambruna más grande de nuestra historia, destruir el inmenso aparato productivo, inundarnos con la amoralidad delictual que caracteriza a los rojos, etc. En pocas palabras, ambicionan desaparecernos de nuestro propio mapa. Bajo la celebración centenaria de muerte y destrucción bolchevique, es bueno recordar que Chávez nunca fue mayoría. En el ‘98 ganó con tan solo 3.673.685, la abstención fue de 4.024.729 y el voto opositor obtuvo 2.613.161. El chavismo nunca fue, ni será mayoría y, mucho menos el madurismo. Nicolás Maduro y su combo, aunque pretendan, no personifican a los Bolcheviques, quizás llegarán a ser bolsas y chavistas; en términos prácticos, Bolchavistas del siglo XXI.

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