Encumbrados





Varias naciones del mundo han llegado a la inevitable y decisiva encrucijada, sobre todo, las de América. Los gobiernos integrantes de la OEA tienen, en mayor medida, el reto ineludible de buscar, prontamente, soluciones reales a la crisis generalizada que padece la otrora democracia más fuerte de Sudamérica. Es tiempo de que los grandes, medianos y pequeños países del hemisferio, abandonen el deshojo de pétalos eterno que exhiben cuando las circunstancias les convoca abordar el tema Venezuela. No es difícil ponerse de lado de la democracia, más aún, cuando se aproxima un fraude electoral sin precedentes. Octavio Paz refirió: “Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos”.

Si los gobiernos participantes de la VIII Cumbre de las Américas, ponen en el remojo político estas sabias palabras del escritor mexicano, no sería difícil vaticinar un pronóstico acertado de los resultados y acuerdos que se hagan al final del encuentro hemisférico. El panorama es muy claro, en Venezuela se ha instaurado oficialmente un régimen dictatorial soportado bajo tres ejes: militares, lavado de dinero y narcotráfico. No hay velos ni máscaras que quitar. Maduro y sus secuaces han dejado establecido, a través de su portavoz más falaz que: “nunca entregaran el poder político”. Más allá de eso, convalidar cualquier elección sin garantías se convierte -de tajo- en necedad, inocencia o tapadera sospechosa. El madurismo sabe cuál es su meta y se enfila a conseguirla.

Bajo la sombra inequívoca de la quiebra de un país petrolero, el plato fuerte de la cumbre es la lucha contra la corrupción, tema que pasa a copar el primer plano de la cita al tocar directamente a muchos países; ejemplo, caso Odebrecht. No obstante, debemos entender que detrás del temario anticorrupción propuesto, se esconde el verdadero sentido de la cumbre; articular una ofensiva diplomática brutal, en contra Nicolás Maduro y su extensa plana mayor: militares, enchufados, empresarios y demás especies. Es un hecho consumado para las democracias del mundo, Venezuela la han convertido en un paraíso delictual. Durante los últimos quince años, se ha desarrollado un vergonzante entramado de corrupción y narcolavado que salpica a Europa, Asia y a toda la región.

Ningún gobierno seguirá de brazos cruzados y la Cumbre de las Américas, es el escenario perfecto para dar finito a la rampante impunidad del régimen. La comunidad internacional inició el rescate de nuestra democracia, aplicando sanciones económicas a personeros maduristas, con el propósito de socavar las bases financieras de su política populista, orientada a chantajear a los venezolanos más pobres y, claro, comprar varias lealtades internacionales. Con la chequera agotada y sin tinta, las sanciones se transforman en un instrumento más letal que la supuesta invasión. Es decir, al tocar bolsillos que tienen nombre y apellido, al régimen le quedan dos recursos: violencia y represión; por ahora.

Paralelamente, los gobiernos del mundo han tratado de comprometer a la oposición en una misma estrategia internacional, de allí las recientes reuniones donde la presencia de Borges, Ledezma y Vecchio han sido preponderantes. Estrategia importantísima, visto que, en los últimos tiempos, cada uno anda con agendas de lucha separadas debajo del brazo, pero que al final, muestra un denominador común, la salida de Maduro. Es de imaginar, que los distintos gobiernos hicieron su respectiva crítica y llamado de atención. Son muchos aspectos para tomar en cuenta, por ello vemos lo difícil y complejo que es el escenario internacional. Los hilos se mueven constantemente encajando piezas necesarias que, sin dudas, darán un panorama claro en la lucha democrática interna. Es verdad, debería ser lo contrario, pero en política no existen axiomas ni decretos definitivos.

Si los astros se alinean como deberían, el evento continental pasará de ser un encuentro formal entre naciones, para transformarse en un juicio oral y público, sentando en el banquillo de los acusados a Nicolás Maduro. La presencia en Lima de la delegación de la AN y del TSJ constitucional, abrirá las puertas a escenarios definitivos de cara al fraude electoral del 20M. La cumbre antes de iniciar dio sus primeras resoluciones: El desconocimiento como jefe de gobierno a Maduro (retirarle la invitación), recibir y reconocer a los diputados de la AN, y permitir concentraciones en favor de la golpeada democracia venezolana en suelo extranjero. Aunque la dictadura quiera pisar sin contemplación la verdad, los ciudadanos seguiremos de pie; sin rendirnos, hasta encumbrar la libertad.

Miguel Peña G.
@miguepeg


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