¿Y el 21 qué?
Fe y esperanza son
rasgos distintivos de los venezolanos. Además de ser la cuna del “pobrecito” -justificamos
todo y a todos- nos presentamos orgullosos ante el mundo, como una sociedad que
siempre mantiene viva la convicción de lograr un mejor futuro. Ocasionalmente,
esto se revierte en contra de nuestros intereses ciudadanos, porque al
perdernos imaginando un posible mañana dejamos de lado, inconscientemente, la
debida atención que demanda el presente que, a la larga, es el que enseñará el
camino a transitar. Mucho se habla de que las sociedades necesitan mantener en
la memoria colectiva el pasado; refrescarlo de vez en cuando para no repetir errores que tuvieron grandes costos patrios.
La misión interminable de pretender desentrañar
lo que acontecerá en los próximos días, meses o años, se ha convertido en una
enfermedad que nada más provoca frustraciones sociales y desesperos políticos;
sin dudas, una dupla despiadada para la vida del venezolano común. Si líderes y
ciudadanos se despojan de atavismo, y entienden que las acciones que se inicien
a tiempo impulsarán la liberación nacional del oprobio chavista, el cambio del
sistema será indetenible. ¿Y el 21 de mayo qué? Resulta una interrogante
azarosa que, de cierta forma, fluctúa entre lo existencial y filosófico dejándonos
desprovistos de respuestas confiables. Nada está escrito, aun sabiendo los
resultados del próximo domingo.
Nadie puede conceder análisis certeros sobre el
lunes post-fraude, si no se comprende en su justa dimensión el presente que empuja al país. Como cualquier perspectiva global de la situación se hace pequeña en un abrir y
cerrar de ojos, urge tejer estrategias efectivas de cara a los
escenarios que se vislumbran a la vuelta de la esquina. Si bien, sabemos cuál será el anuncio de Tibisay
Lucena, es necesario preparar a la población para que la sombra del fracaso y
el derrotismo no cercene -de forma permanente- nuestra convicción de lucha
democrática. Definitivamente, las ausencias y los silencios del mundo opositor, voluntarios o no, tendrán que alejarse del reposo y de la comodidad
pasmosa que otorgan el teclado, el mouse y la pantalla.
Obviamente, son entendibles los distintos
niveles de contrariedad que el ciudadano opositor expresa hacia sus dirigentes
naturales. Sin embargo, nadie puede sentirse íntegro o “virginal” políticamente,
ya que en algún momento de la historia dramática -que nos tocó experimentar como país-, algunos
de nosotros hemos cometido errores u omisiones que consolidaron el establishment
rojo que nos oprime. Bajo las conjuras: “La situación país” y los “ciudadanos
pusimos los muertos”, numerosos venezolanos se escudan para eludir el compromiso
que, desde su ámbito, les exige el país. Dicho contexto, no es causal para
esperar llamados y convocatorias que tardan en llegar.
Abrigarse con la incertidumbre de querer saber
qué nos depara el futuro luego del próximo domingo, es un gasto de energía innecesario.
Usted, querido lector, es el protagonista, el guionista de una película que
parece tener todos los elementos organizados para alcanzar el final definitivo;
por supuesto, faltaría redactar con sentido cronológico como se presentará la última
escena. Lo que suceda del 21 de mayo en adelante no solo está en manos del liderazgo
opositor, sino de la voluntad que tenga cada ciudadano de vestir trajes patrióticos
cuando llegue el momento oportuno de recuperar el país. Entienda, traje
patriótico no es igual que vestir de héroe, los disfraces son cosa de los
Avengers.
¿Y el 21 de mayo qué? No queda más remedio que continuar
la lucha hasta lograr la meta. No es momento de lucir raquitismo democrático,
complejos y resentimientos agoreros. Dentro del torbellino desolador que azota
a la nación, la responsabilidad ineludible de la dirigencia es promover la
esperanza como piedra fundacional de la nueva república que se halla agazapada
y espera ser descubierta. Hacer oposición no significa nada más adversar al régimen,
además, hay que mostrarle a la sociedad que existe la posibilidad real de construir
un país mejor, cuando se logre el cambio de gobierno. El problema es mantener
la mirada fija en el día final, urge parpadear varias veces el hoy, el ahora.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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