Oposición vs. oposición
Es irónico iniciar la segunda semana de junio adentrándose
en el tema opositor, más aún, cuando todo apunta a mostrarnos el final del
régimen chavista; nada es perfecto diría mi padre. En Kramer vs Kramer, la
escena que narra la esencia de la película es aquella donde Ted habla por
teléfono y, mientras lo sostiene con una mano, trata de hacer callar a su mujer
con la otra, haciendo gestos y alejándose de ella. Ted tiene asuntos
importantes que atender, al menos eso cree él. Ni por un momento piensa que lo importante
a escuchar esta de este lado de la línea. Bueno, ya se enterará; Joanna le
dirá: ¡me marcho de la casa! En ese punto dramático se halla la relación liderazgo
opositor-ciuadanos
Ciertamente, la película presenta conflictos de pareja y
las relaciones paterno-filiales, sin embargo, los problemas de comunicación se
convierten en el catalizador principal de la destrucción del matrimonio
protagonista del filme; dificultad que, desde hace mucho, ocurre entre los
políticos de oposición y los venezolanos. Soslayar este divorcio comunicativo
es tener la actitud del alcohólico, no reconocer la enfermedad, así se la
graben en la piel con cincel. Los líderes opositores van hacia un lado,
mientras el país camina por otro. La sordera del liderazgo, lamentablemente,
los incluye a todos en la misma maleta: excelentes, buenos, regulares, malos y
pésimos. Nadie se salva de los punzantes avatares de la crítica corriente y
social; así de cruel es la política.
En tiempo de dictadura -así lo refleja la historia- lo
racional sería que todos los sectores sociales sumaran esfuerzos, para lograr
liberarse de la opresión. Caso curioso, en nuestro país sucede lo contrario,
mientras más urgencia de unidad se requiere las divisiones, zancadillas,
mentiras e interese personales, se apropian de las líneas políticas de los
partidos y de la psiquis social. Sorprende la vocación autodestructiva de la
oposición, es casi un fenómeno de estudio científico. Claro, no sería justo
adornar con esas esferas amorales a la oposición completa, puesto que existen
líderes que han dejado la piel –literalmente-, en la lucha desigual contra la
dictadura chavo-madurista.
Pretender que el
liderazgo venezolano sea angelical es un gran error de cálculo del ciudadano.
Los políticos deben ser honestos, pero no santos. Se escucha como un
antagonismo intrépido pero que, de algún modo, el buen político debe saber
llevar; una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. En estas largas y duras décadas
de chavismo, la oposición venezolana ha tenido picos altos y bajos, pero nada
se compara con la caída estrepitosa de su popularidad en el último año. ¿qué
sucede, se ha terminado la nafta? ¿Se agotaron las ideas o estrategias? ¿Se
rindió la oposición venezolana? ¿son traidores, como espetan algunos?
Demasiadas interrogantes que agobian y que solo apalean a una rotunda y
definitiva respuesta: ¡no!
El problema del liderazgo unitario radica, en la ambigüedad
de criterios y la aplicación de estrategias fatuas que retrasan, tal como lo
piden las circunstancias, en la conformación definitiva de la unidad política.
Obviando el accionar traicionero de los “troyanos”, la dispersión estratégica y
la falta de comunicación oportuna han hecho mella en la credibilidad de la
oposición. Lo que más preocupa del escenario, es que no existen señales de tener
a la mano la vacuna para sanar este mal. No hace falta desarrollar grandes
soluciones, en principio, con sólo aplicar tres medidas básicas, las bases
unitarias se consolidarán: compromiso, lealtad y sentido común; más allá de
eso, todo resulta ganancia.
Ataques incesantes entre pares, deja muy poco margen de
maniobra. Concurre en el ambiente opositor -entre políticos y ciudadanos-, un
éxtasis colectivo para tratar de destruir la institucionalidad de la Asamblea
Nacional y las plataformas de la unidad (MUD y del Frente Amplio). Las sórdidas
amenazas no solo provienen del régimen, también, los dardos venenosos son
lanzados -indiscriminadamente- por algunos autoproclamados líderes,
“opositores” militantes y, bueno, de cualquiera que desee practicar tiro al
blanco; hay temporada de caza. El “escándalo” del diputado Luis Florido, es el
ejemplo más evidente de las intrigas internas que sufre la oposición
venezolana. La unidad sincera no puede comprarse en farmacias y, mucho menos,
se consigue -cual cupón premiado- en una bolsa de jabón.
Las alianzas
políticas efectivas se construyen con diálogos y acuerdos, sin prejuicios. Sabemos que no es nada fácil lograr ese nivel de madurez política, dentro de un
grupo tan heterogéneo de líderes como la MUD. Es allí donde juega un
rol importante la ciudadanía, en el sentido de tratar de abonar terrenos de
coincidencia entre las visiones disímiles de los políticos opositores. Sin
dudas, esto ayudará a definir una mejor alianza política en beneficio del objetivo
común; cambiar el sistema dictatorial. Atomizar desde las redes sociales con
insultos, conjeturas y recriminaciones, no es la solución. Al final, si la
dirigencia parece “sorda”, será porque los ciudadanos insultan hasta el
cansancio. Venezuela necesita unidad, no peleas intestinas de oposición contra
oposición.

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