Todos contra la Asamblea Nacional
La miopía ciudadana hace transitar a ciegas en la
calle de la política, a todos aquellos que no ocupan sus grandes espacios de
tiempo y ocio, a leer más allá del simple enunciado falaz y ligero de algunas
cuentas apostadas en las redes sociales. Las truculentas historias sobre “traiciones
y deslealtades” creadas, virtualmente, en contra de la mayoría de los diputados
de la Asamblea Nacional, dibujan a unos legisladores terribles, capaces de
dejar en pañales al propio Judas Iscariote. La procaz verborrea cargada de
insultos disparados a mansalva, buscan estructurar una nueva “filosofía social”
en la que, la lógica y la razón constitucional, son aquellas que debe apartarse
años luz de la realidad del país; la que sufrimos y vivimos.
La “oposición” de la oposición se abraza a la noción del
“multiuniverso”, para recrear situaciones y escenarios que otorguen rienda
suelta, a toda clase de conjeturas “finales” que nada más son posible, en la
ínfima parte de intelecto que ponen a funcionar. No hay límite que determine
frontera, entre la imaginación ingenua de quien no sabe un c… de política, y de
aquellos que, de forma planificada, encargada y repleta de mal intencionalidad,
preparan campañas de desprestigios sobre la AN en la primera oportunidad que
les brinda el régimen. Resulta tan excesiva y, porque no, sui generis su posición,
que al final del cuento terminarán vistiendo de rojo; con todo y boinas.
Bajo el caudal de improperios que destilan -los
“invencibles”- hacia la AN, la mesura es exigua. Mientras más crueles y
fantasiosas sean las mentiras, mejores resultados se obtendrá a la hora de
desprestigiar a la única institución reconocida en el mundo. La estrategia pasa por mantener
latente un metamensaje incisivo y punzante. “Hay crisis
hospitalaria, culpar a la AN; no hay transporte; responsabilizar a la AN; no
hay efectivo, señalar a la AN; no hay comida, se la robo la AN; hay
hiperinflación, palo a la AN. Desde esta óptica, parece que destruir a la Asamblea
es la solución de algunos – políticos, periodistas y ciudadanos- para resolver
la crisis en cuestión de minutos.
Las vestiduras rasgadas de “criollismo puro” que se
dejan en cada ofensa, no muestran, como ellos quisieran, rasgos de superioridad
venezolana talladas en la piel. Por el contrario, dejan entrever grandes marcas
de resentimiento social que a simple vista son difíciles de distinguir. Sin
embargo, cuando la luz democrática les roza descubrimos, a todo color, lo que
realmente son como ciudadanos; simple marionetas usadas para lograr un objetivo truculento. En el descollante barullo sociopolítico y económico que nos agobia,
vale la pena preguntarse ¿Por qué si algunos políticos y ciudadanos
-supuestamente opositores- son tan radicales, nunca son perseguidos o
encarcelados?
La dignidad pregonada desde un punto cardinal distinto
a la MUD, se convierte en retórica y frases huecas, que sirven para iniciar o finalizar
cualquier show mediático. Cuando la situación realmente necesita del “empuje y la
moral” que dicen tener, hacen lo que mejor saben, huir por la derecha y montarse
en sus teclados. Líderes que nada más buscan afianzar en el imaginario popular,
los dos niveles de las frases que espetan. El primer nivel se basa en la
información básica que se comunica con palabras y oraciones gramaticales, es
decir, la AN y la unidad son responsables de que Nicolás Maduro no haya caído. El
segundo, llamado metamensaje, comprende actitudes y sentimientos de la persona
que comunica; es decir, “yo soy el único (a) capaz de lograr el objetivo”. Curiosamente,
nunca muestran cómo, cuándo y donde.
El atentado apócrifo, elaborado en los sucios
laboratorios de Cuba persigue tres objetivos claros. Primero, simular la
inminente debacle roja que llegará luego del 20 de agosto: cono monetario, el embargo
de CITGO, el cobro de los tenedores de bonos, Colombia encargándose -en modo
OTAN- de la frontera, la hiperinflación que galopa y el juicio que se le
sigue a Maduro. Segundo, hacer una razzia política de la oposición que, a pesar
de los tropezones, ha venido reagrupándose en los ultimas días, algo que no puede
permitir el régimen, eun ejemplo más nauseabundo y criminal es el secuestro del
diputado Juan Requesens.
El tercer objetivo, es tratar de afianzar a la oposición
que le conviene. La sumisa, la que llega desde sus filas y prefiere convivir
con el oprobio, y la radical, esa que se baña de una falsa superioridad política.
Sectores antagónicos, pero que tienen algo que los hace presa fácil: no llegan
ni al 3% de aceptación. La dictadura, valiéndose de sus periodistas en el exterior,
avanza en la vil tarea de urdir la trampa más vieja de la política: desprestigiar
a la oposición para ganar incautos. Es cierto, el ensañamiento mostrado desde
todos los frentes contra los diputados y la AN, presentan una situación política
desfavorable. No obstante, la inercia de los acontecimientos, hacen que el velo
rojo se deshilache sin parar; nada ni nadie, podrá cambiar el destino escrito.
Miguel Peña G.
@miguepeg
Comentarios
Publicar un comentario