ADiós
En política, como en la vida misma, cuesta una
inmensidad decir adiós. No solo el que se marcha regala incertidumbres, también,
los que se quedan, se ahogan en confusiones al no poder aclarar el porqué de la
despedida. Innecesariamente, estos sinsabores los padece la MUD en la
actualidad, gracias a la evidente inmadurez política de los partidos que la
integran. Desde hace varios meses, la oposición se ha venido resquebrajando de
forma progresiva. Nadie tiene certezas de lo que acontece. Es decir, si es
culpa completamente del régimen o, por el contrario, se deba a la acción u
omisión de líderes y ciudadanos. En todo caso, lo real y papable es que, en los
últimos días, la coalición de partidos sigue atomizando la posibilidad de
lograr la unidad nacional.
La salida del partido Acción Democrática de la MUD, se
configura, simplemente, en una huida desleal; ni más ni menos. A pesar de las
innumerables explicaciones que traten de ofrecer el Secretario General y la
alta dirigencia blanca, lo que se muestra con esa decisión es el poco respeto
que tienen hacia los valores democráticos que, paradójicamente, AD ayudó a
formar dentro de las generaciones políticas del país. Nuevamente, la sociedad venezolana
queda acéfala, sin rumbo y estrategias que permitan avizorar un mejor futuro. AD
ha dado una puñalada artera a la unidad; las cosas hay que llamarlas por su
nombre.
Pero ¿qué privó en esta decisión, que se dio a conocer
hace varios días? Son innumerables las conjeturas y suposiciones que se tejen
alrededor del tema. Las tensiones políticas dentro del llamado G4 (PJ, VP, UNT
Y AD); la posición postrada de los gobernadores adecos, al régimen y su
“anc”; el enfrentamiento entre Henry Ramos y Henrique Capriles; la posibilidad
de que AD asista a las “elecciones municipales”; la investigación por casos de
corrupción a familiares de la “primera dama” adeca; presiones de las bases del
partido, en fin; cualquiera sea la razón, nada puede estar por encima del fin ulterior;
rescatar a Venezuela del hueco donde está.
Apabullados por una crisis sin precedentes lo natural
sería unir esfuerzos, para corregir las causas y, cambiar de inmediato, al
promotor que las suscita. Asombra las displicencias con la que algunos políticos
declaran, actúan y conciben la lucha contra la dictadura. Verdaderamente, no
entienden la gravedad de los escenarios que se avecinan o, quizás, prefieren no
comprenderlos. Se aferran -como si la vida les fuera en ello- a frases hechas y
fútiles, que nada más traen desazón y molestias al ciudadano. En ese terreno
nada firme y putrefacto de nuestra historia republicana, ha querido colocarse
el otrora “partido del pueblo”; lema que le quedó grande a su actual
dirigencia.
Justificar el grave error cometido enarbolando glorias
y gestiones pasadas, no tienen cabida en la realidad abrumadora que padecemos día
a día. El discurso desgastado de la política agraria, el desarrollo industrial,
la formación académica y cultural de la clase media, la nacionalización del
petróleo, etc., han quedado como rastros fósiles de un ideario partidista, que
fue comandado por un grupo de hombres y mujeres ejemplares que, para desgracia
venezolana, ya no están físicamente entre nosotros. Todo el desarrollo
económico, cultural, social, académico, sanitario y empresarial que AD promovió,
agotó el redito con el que la dirigencia blanca de estos tiempos pretende
arropar sus equivocadas decisiones y pocas capacidades.
No es pecado no ser como Betancourt o Leoni, lo
dramáticamente falaz, es querer seguir exprimiendo sus nombres y gestiones,
como si de un cheque en blanco se tratara. La plana mayor de Acción Democrática
no merece esa concesión, pues la historia les dio la oportunidad de redimirse
de esos errores provocados en los ‘90 por líderes de ese entonces;
equivocaciones que permitieron el arribo de Chávez al poder. Ya no hay tiempo
para justificaciones, cada líder opositor debe asumir su responsabilidad. Bien
lo expresa el comunicado de Exhortación de la Conferencia Episcopal Venezolana:
“Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus
reflexiones y de su accionar al pueblo (…) los líderes de la oposición deben
ofrecer al pueblo alternativas de cambio”.
AD debería hacer gala de su legado y dar ejemplo de
entendimiento político a los demás partidos que, según Ramos Allup, incumplieron
los acuerdos del 2017. La decisión más fácil fue huir. “No me paran, me voy; no hacen lo que pido, me largo;
pensamientos básicos de políticos mediocres, que piensa que la verdad está de
su lado. El
peso de la historia comenzará a señalar a quienes juegan adelantado. La novela
adeca no ha terminado, de eso podemos estar seguros. Tristemente, los
apresuramientos, apetencias personales y otras argucias, privaron más que la
razón política. La MUD
debe sobreponerse a la huida de AD. ¿Es un golpe duro? Si,
pero la unidad vas más de una figura. La MUD debe capitalizar en positivo, esa
situación. Es momento de tomar decisiones y decir ADiós al que tenga que irse.
Miguel Peña G.
@miguepeg

Comentarios
Publicar un comentario