Memoria Virtual
La
transferencia del pensamiento único se posiciona como una de las prioridades del
régimen; nada nuevo dentro de su estrategia hegemónica. Si bien, ese plan se
encuentra atiborrado de improvisaciones, después de dos décadas, se mantiene
vigente como sustento de una política destructiva. El modelo “inédito” empleado
por el chavo-madurismo, lo podemos definir de manera muy simple: Borrón y
cuenta nueva. La maniobra constante de querer enterrar nuestro pasado sociopolítico,
se ha visto fortalecida gracias al discurso populista y “patriotero”, que busca
denostar el inmenso esfuerzo de grandes venezolanos que se dedicaron a
construir y desarrollar a un país rural.
La mentira
primigenia radica en señalar que Chávez fue político, o que lideró una corriente
política; todo lo contrario. La sombra que ha acompañado al movimiento llamado
“socialismo del S.XXI”, desde las incipientes conspiraciones del MBR-200, ha
sido la funesta y oportunista antipolítica venezolana. Ese movimiento
destructivo que se afincó despiadadamente, en desprestigiar el desarrollo
democrático que los partidos realizaron a mediados del siglo pasado. Educación,
economía, salud, tecnología, infraestructura, alimentación, exportación,
petroquímica, etc., forman parte de ese entramado progresista que permitió
ubicar a Venezuela, como una sociedad digna del primer mundo.
La dictadura
quiere hacernos huérfanos de memoria social. El objetivo, bajo esa premisa, es instalar
una especie de “chip ideológico” que transforme a todos los venezolanos en
ciudadanos inertes, conformes y autómatas. No hay tiempo para reclamos y
exigencias de ningún tipo, si estamos ocupados en conseguir alimentos, efectivo,
almacenado agua, en fin; afanados y preocupados en supervivir. Indudablemente,
los sectores vulnerables de la sociedad son los más afectados y caen -sin
remedio- en esa maligna trampa roja, pues ante el agobio de no tener para
comer, se acepta la humillación de la limosna gubernamental controlada. En este
punto crítico, el grado de conformismo crece de forma exponencial.
Actualmente,
el país es como una canoa que se hunde sobre la que el régimen pretende navegar
sin consecuencias. Solo trata de tapar la tronera con cuentos virtuales a futuro que terminarán en más frustración social y aniquilación económica;
ejemplo de ello: el PETRO. Lo que no tiene en cuenta Maduro y sus adláteres, es
que esa aspillera ni con parches de bicicleta la podrán cubrir. El PETRO es una
mentira que salta de lo virtual a la cruda realidad; la criptomoneda está
sancionada y nadie transará con ella. La dictadura funciona como lo que pregona
desde hace tiempo: virtualmente. Maduro está inmerso en una línea de megas y
terabytes que revelan -sin pena-, que su gestión existe nada más en el limbo digital.
La dictadura es un vulgar y malicioso virus troyano.
La rueda del
molino sigue la inercia y el agua seguirá su curso. Innumerables acontecimientos
ocurren dentro y fuera, de nuestra atareada realidad cotidiana. Progresivamente,
en lo internacional, los astros se alinean para conseguir una condena política
y, quizás jurídica, en contra del régimen. Este escenario provisto de una dinámica
propia, acelera de forma sorpresiva y, más temprano que tarde, se verán las resultas.
Maduro está consciente de ese destino, y por ello hará cambios dentro del “gabinete
ministerial”. En cuanto a lo interno, el Frente Amplio hace la ardua tarea de
recoger el testigo que ha dejado la MUD que, si bien es cierto, sigue funcionando
como coalición opositora, ha dado un paso al costado para que la amplitud de
criterios, pueda establecer acciones coherentes de lucha.
La vena democrática
del venezolano sigue presente en el imaginario popular, la mejor prueba es que,
la criminalidad de la dictadura, no ha podido derribar las bases fundacionales
de la república como la hemos conocido, disfrutado y padecido desde el año 58.
Toda argucia maligna ejecutada por el chavismo, tropieza con una pared
fortificada de valores sociales, muy bien aprendidos en nuestros dichosos
cuarenta años de democracia. La memoria institucional
venezolana no la podrán suplantar con el simple, virtual y apócrifo discurso, que
durante veinte años nos han querido vender. Los recuerdos de la Venezuela próspera
y educada, servirán de cimiento para emprender la reconstrucción y no lograrán formatearlos, como si de un disco duro se tratara. La memoria democrática del país se palpa y
es tangible; nunca será virtual.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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