No es diciembre, es enero





El año 2019 pronostica un tumultuoso primer trimestre. No solo la hiperinflación que azota la economía del país tendrá protagonismo preponderante en nuestro drama cotidiano, también, el aspecto político y constitucional, alcanzará gran relevancia en la opinión pública nacional. Enero se configura, como el mes donde los venezolanos decidirán si el oprobio madurista, siga destruyendo todo lo que consigue a su paso o, por el contrario, se resignan a vivir bajo la égida de una dictadura despiadada y hambreadora. Por vez primera se puede decir, que las cartas están descubiertas y nadie podrá esgrimir desconocimiento, ni eludir responsabilidades.

Los análisis y evaluaciones de los posibles escenarios políticos se han volcado hacia el 10 de enero, fecha expectante en vista de que Maduro concluye un mandato que ha estado signado por una “legalidad antagónica”. Es decir, su legitimidad de desempeño es inexistente -gracias a su accionar criminal-, pero todavía mantiene cierta legitimidad de origen, sobre todo, ante la comunidad internacional. Esa es la fecha límite de su mandato constitucional e inmediatamente, entra en un terreno de ilegalidad que le depara días duros y definitivos; siendo prudentes. A pesar de esto, existe otro hecho que convoca nuestra atención: la elección de la nueva directiva de la AN, situación a la que hay que ponerle la lupa con atención esmerada, ya que el poder legislativo tendrá un papel trascendental en el proceso de transición.

El periodo legislativo inicia el 5 de enero, días antes de que el ejercicio presidencial entre en un lodazal constitucional. Razón por la que es ineludible, constituir una directiva parlamentaria a la altura de los retos y dificultades que supone, la usurpación formal del Poder Ejecutivo. Los distintos escenarios que se abren desde ese instante requieren, líderes con suficiente espalda y kilometraje político para sortear la represión que el régimen desatará, en contra de todo aquel que no reconozca a Maduro y, del mismo modo, capacidad negociadora que permita engranar, a través de la AN, las acciones que la comunidad internacional emprenda en favor de una transición menos traumática.

La administración Trump ha entendido que, si bien todas las opciones son consideradas en el caso Venezuela, por ahora, resulta más efectivo cercenar cualquier financiamiento del que Maduro se valga para quedarse en el poder. EEUU está destruyendo sin balas y drones, la inmensa estructura de corrupción financiera que ha servido como sostén del chavismo y sus vertientes. Sanciones a funcionarios de alto y mediano nivel, juicios a personajes directos e indirectos de la dictadura madurista, congelación de bienes y la prohibición de comercializar oro, último activo y salvavidas del régimen, forman parte de un método efectivo que ayudará a la salida negociada.

La comunidad internacional esta comprometida con el rescate de la democracia venezolana. Del mismo modo, está al tanto de los prolegómenos constitucionales que se inician el 10 de enero del próximo año. Entonces, ¿qué debe ocurrir para que haya una condena más enérgica hacia Maduro y su combo? El embajador de Colombia en EEUU brindó algunas luces, sobre este letargo político internacional inexplicable al afirmar que: “La desorganización de la oposición es la peor parte. Ellos están esperando que sean los otros los que les resuelvan los problemas, y eso es un gran error. Nadie lo va a hacer por ellos… Ellos hoy tienen más legitimidad que el gobierno. Es el momento de que ellos salgan y den la cara”; al buen entendedor.

Luego de estas afirmaciones del diplomático colombiano, entendemos la enorme importancia que toma la escogencia de la directiva y del presidente (a) de la AN en enero de 2019. Es decir, se transforma de tajo, en una movida política indispensable que ayudará a reunificar a la oposición y allanarles el camino a las diferentes gestiones internacionales. Leopoldo López escribió en días pasados, que era necesario construir la gran unidad nacional; declaración que resulta interesante porque el turno para presidir el parlamento recae en el partido Voluntad Popular. Ante esta realidad, el mismo López es quien tiene el deber de dar un paso al frente y reflexionar, sobre lo oportuno que sería para el país, que su partido permitirá designar a un presidente de la AN, más acorde con los tiempos por venir, -elecciones generales-. La oposición debe apurar el paso e iniciar la negociación consigo misma de una vez y sin demora; deben asumir que la urgencia no es en diciembre, sino en enero.

Miguel Peña G.
@miguepeg



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