Juramentación o Transición





El saco de sueños que esconde los infinitos atajos de sacar al régimen, propuestos reiteradamente por la “oposición exquisita”, ha excedido sus propias expectativas. Dentro de ese laberinto discursivo se hayan perdidos, y a merced de una retórica que regresa como bumerán a su punto de partida; casi emulando la máxima que corre en el mundillo del fútbol: la política, también es cruel e injusta. En momentos donde la Asamblea Nacional no da puntada sin dedal, cada escenario que se asoma deja al descubierto la improvisación y el poco tino en las decisiones de aquellos que, cual sirenas, se les escucha los gritos en todos lados, no obstante, a la hora de la pequeñita nunca se les ve el rostro.

Por vez primera y luego de innumerables complacencias a los furores infantiles de alguna dirigencia, la mayoría de diputados opositores han plantado cara a quienes viven en la eterna disconformidad del 3% que aglutinan. Si bien es cierto, -salvo algunas excepciones- todo el liderazgo opositor hace falta en las horas aciagas que transcurren en Venezuela, las necesidades unitarias no pueden solapar la sensatez porque, literalmente, lo que está en juego no es la elección a un cargo público o, una simple candidatura circunstancial; lo que nos jugamos es el país. Cuando una historia sociopolítica -como las que vivimos los venezolanos- comienza a escribirse no se detiene y es implacable, aplastando los distintos obstáculos que se encuentra a su paso.

El enjambre de análisis e interpretaciones de los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución, han colmado la psiquis del ciudadano de manera positiva. Sin importar el fondo ni las formas de la situación inédita que atravesamos, la ruta y la norma legal se reacomodan de acuerdo a las estrategias que la oposición democrática, implemente sobre el tablero de ajedrez político en el cual se encuentra montada. La Asamblea Nacional y su presidente, han marcado una línea clara, coherente y unitaria. No hace falta ser un constitucionalista consumado, para poder entender que las motivaciones y las tácticas deben ser políticas más que jurídicas, razón por la que el Poder Legislativo tendrá que ser cauto en estos momentos difíciles y de mucho recoveco jurídico. Es decir, si partimos del principio básico de que la figura de “usurpación” no está contemplada en la CRBV, entonces dejaremos las carreras y las salidas mágicas.

A pesar de las contradicciones de un grupo de parlamentarios que se abstuvieron en declarar usurpador a Maduro, la AN hace gala de habilidad política ajustada a las circunstancias actuales. Tal disposición -ausente desde hace tiempo dentro de la oposición- se impondrá ante la usurpación del Poder Ejecutivo. Se construye un solo bloque político, algo que los ciudadanos tendremos que valorar e imitar. La auto-juramentación pretendida traerá más errores que aciertos, así lo expone Carolina Jaimes Branger en su artículo; Acuérdate de Carmona. “Aún a estas alturas –y viendo lo exitoso que ha sido el diputado Juan Guaidó en el manejo de su delicadísima posición en y desde la presidencia de la Asamblea Nacional- hay factores que le exigen (más que pedirle) que se juramente como presidente de la república. ¿No fue acaso suficiente el ejemplo de Carmona?…Una inconstitucionalidad no puede resolverse con otra inconstitucionalidad. Una injusticia no se resuelve cometiendo otra injusticia”.

Mientras el lado democrático legisla concienzudamente y organiza la transición, Nicolás Maduro se ahoga en charreteras para aminorar el golpe institucional, asestado por la AN en las últimas dos sesiones. Aparentar poder cuando no se tiene, es certeza de que se encuentra en una posición muy frágil; basta con ver la entrevista que Maduro ofreció a la periodista, María Elvira Salazar de la cadena Univisión. Es recurrente en situaciones dictatoriales que, al llegar el final, el dictador revele más de lo que quiere y, Maduro, con la “súplica” disimulada que envió al presidente Trump, deja al descubierto demasiadas angustias y miedos. Obviamente, sabe que su suerte está escrita.

El parlamento legítimo de Venezuela basa la estrategia política en cuatro pilares fundamentales: Desconocimiento al régimen en pleno; amnistía a civiles y militares; gobierno de transición y elecciones libres. Todo esto acompañado del ingrediente calle que, a través de los cabildos abiertos, ha despertado la flama libertaria nuevamente. La ruta para reconquistar la democracia ha sido trazada y se cumple paso a paso, y al pie de la letra -como se acordó con la comunidad internacional-. Seguir con el drama shakesperiano de exigirle a Juan Guaidó juramentarse como presidente de interino, es pérdida de tiempo valioso que, en realidad, no tenemos. Es indispensable comprender que, para lograr una juramentación con los pergaminos de ley, se debe coronar primero una transición efectiva.

Miguel Peña G.
@miguepeg

Comentarios

Entradas populares de este blog

Gira en 360

No lo llame Diálogo, llámelo…

Enterrada la república, muerta la democracia