Sin Espejismos





El dislocado discurso del régimen, demuestra la inminencia de los acontecimientos. Si bien, el chavismo nos contaminó durante veinte años con el mito de que eran “infalibles”, la actualidad nos enseña otra verdad muy distinta. Es decir, Maduro y compañía dejan al descubierto que no están preparados para la capacidad de recomposición de la unidad -política y ciudadana- algo que, sin dudas, los expulsará del poder. El usurpador escondido en una soberbia hitleriana va en caída libre y sin paracaídas, solo trata de atenuar el golpe con las amenazas acostumbradas, conjuras futuras y mentiras que ellos nada más creen.

El desconcierto reina en predios de Misia Jacinta, en Fuerte Tiuna y en cualquiera de las instituciones del Estado que aún yacen bajo el nefasto “control” de los rojos. De nada sirvió el simulacro preparado dentro de los cuarteles, para ver que militares apoyan al presidente encargado. Si antes los militares se cuidaban de vociferar descontentos, ahora cuando abruma la cercanía del fin, coserán sus labios con alambres de acero. Razón por la que hacen jornadas de recolección de firmas, para que cada unidad castrense se declare en contra de la Ayuda Humanitaria. El régimen no entiende que una rúbrica no es garantía de nada; menos de lealtades verde olivo.

Maduro ve espejismos a granel. Su imaginación se expande más allá de la extraña modalidad de convertirse en un Dr. Dolittle criollo, o de disfrazarse de Marty McFly, cuando dice que viaja de ida y vuelta al futuro. Todo lo contrario, la atrofiada percepción de la situación lo sumerge en un estado clínico sin igual. Quizás, estemos en presencia de una nueva etapa del trastorno desrealización. Ciertamente, es una tragicomedia que vive todo dictador en vísperas de su caída;  estamos a días de presenciar escenarios impensables.

La oposición que desde hace rato es gobierno, teje su estrategia fija en una sola línea. Nada lo hace desviar la mirada del objetivo central, algo que no sucedía desde hace tiempo. Sin embargo, todavía existen detalles de la estrategia que se deben afinar como, por ejemplo, evitar los discursos tarimeros de campaña electoral. Es imperativo saber que la convicción ciudadana de seguir la lucha hasta el final es alimentada, con el simple hecho de ver soluciones a corto y mediano plazo. Esa ha sido el arma secreta de Juan Guaidó, entregarse a los principios básicos de su profesión: planificación, organización y consecución efectiva de metas.

“Nadie puede beber agua de un espejismo”; y qué acertado estuvo Han Shan. Las ilusiones ópticas superan conciencias, acuerdos y el estado de sindéresis social, más aún, en los momentos difíciles que sacuden al país. Oasis políticos se postran ante la mirada de cualquier pendejo que no mire a los lados. Esos desvaríos visuales engañosos y arteros, no son de uso exclusivo del chavo-madurismo, el mismo efecto cegador y burlón ocurre del lado nuestro. Con las puertas de la democracia casi abiertas, son muchos los que ya ansían colarse por las rendijas que se observan desde lejos.

Es imposible no hablar de las alucinaciones que emergen en cierto liderazgo opositor, cuando estos se han dispuesto a gritar en cada entrevista, las intenciones -ajenas y propias- de ser candidatos en las elecciones presidenciales. Ilusorio, porque cualquier candidato opositor que aspire a representar a la unidad nacional, tendrá que medirse en primarias; así de simple. Balbucear desde España alguna pretensión presidencial resulta en estos momentos, necio e infame. Es dificultoso aceptar que los tiempos pasan y que ha surgido de la mano de Guaidó, un liderazgo joven que aprendió -y pone en práctica- otra forma de hacer política; sin espejismos ni genios de lámpara que pinten triunfos. Las preferencias de la gente se ganan en la calle, nunca a control remoto.

Miguel Peña G.
@migupeg


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