Disociación





La temeridad que otorga el poder va causando una terrible ceguera política. El arrebato de sentir el calor del control total impide detectar, cuando se camina sobre ese fatídico boderline que, posiblemente, desatará acciones dignas de estudios psiquiátricos. Casi como una regla inquebrantable, los políticos que llegan a ostentar la autoridad máxima de un país sienten como si una fuerza superior se apoderara de sus ideas, pensamientos, fuerzas y ánimos. Concibe dentro si, cierta fortaleza de invencibilidad que, al paso del tiempo, se convertirá en una enorme imbecilidad. Ese mal del “indispensable” que padecía Chávez, fue transferido sin mezquindad a Maduro.

Al hacer un balance desde la primera república, hallaremos que todos los cambios -por las buenas o por las malas- de los gobiernos venezolanos, se han realizado bajo señalamientos de no “entender las necesidades de la gente”, de “divorciarse del clamor de las mayorías, en fin; que el gobernante de turno vive una realidad distinta al pueblo. Más que argumentos jurídicos, políticos o económicos, lo que finalmente destrona al “rey electo”, hasta llevarlo a la guillotina de Luis y María Antonieta, es que muestre síntomas de disociación de la realidad. Esa es, la sentencia que ha servido para fulminar a los distintos ocupantes de la casona de Misia Jacinta. El mayor verdugo y exponente de esta estrategia fue Rafael Caldera, en su discurso ante el Congreso luego del alzamiento del 4F del año 92.

Como nunca, Venezuela es regida por una cofradía perversa que además de su gestión criminal contra la población, se puede acusar con fundamentos que vive en permanente disociación. El punto crítico del régimen está en relieve y a todo color. Ahora no solo se debe catalogar de narcodictadura a los usurpadores de Miraflores, no porque ese adjetivo no les calce, sino porque a medida que pasan los días la sinrazón predominante en su retórica y maniobras, les juega una mala pasada mental. Maduro y su desleal séquito, han pasado el umbral más insospechado y peligroso de la política; entraron en esa caverna negra que los gobernantes tratan de esquivar a cualquier costo. Ningún funcionario electo popularmente, quiere tropezar con ese peñón que desgarra piel y hueso al mismo tiempo. Puede ocurrir lo que sea, menos padecer disociación de la realidad.

El Génesis verdadero del chavismo, se encuentra signado por el desconocimiento de la cotidianidad venezolana. Que mayor disociado del manejo de la cosa pública -su significado y complejidad- que Chávez. En el año 2009, la profesora Gloria Cuenca, atinó una acertada visión de lo que el golpista consumado padecía como gobernante. “Chávez vive dos grandes incoherencias. Por un lado, dice que ser rico es malo, mientras anda con joyas carísimas; y por la otra, dice que es demócrata "pero no lo es".  Allí radica nuestra desgracia actual. Chávez no tuvo reparo en demostrar, que su único interés era mantener el poder a costa de lo que fuera. Mentir en cada situación, además de significar altos grados de mitomanía, también es una forma de disociación; el mitómano en algún momento cree sus propias farsas.

Sin dudas, la disociación política muestra dos niveles muy marcados, el sociológico y psicológico. Sin embargo, el psicológico, tiene un significado completamente distinto al primero, ya que alude a la capacidad de la mente para disociar y luego recombinar elementos de la memoria, algo esencial para ejercitar el pensamiento crítico y la creatividad, es decir, para ejercer la libertad. Maduro es preso de sus mentiras, de la criminalidad que ha desarrollado y, por supuesto, de la corrupción en todas sus modalidades, razón que lo lleva mantener una realidad alterna; una que no lo toque y lo incomode. Esa condición que presenta el usurpador hoy día es fundamental, para que el mundo democrático señale sin reparos que el “heredero de Chávez, vive en la más mortal disociación.

Si bien, el complejo algoritmo de la realidad va dilucidando el error ideológico y mental del régimen, es imposible lograr corregir esta falla persistente. Es una especie de “glitch” repetitivo que, a simple vista, deja certezas de que el chavismo tiene los ficheros políticos mal codificados o dañados. Basta con leer la estúpida e incoherente carta de renuncia de Isaías Rodríguez, para entender el grado de inestabilidad perceptiva que portan estos usurpadores. Mientras el país se desangra sin medicamentos, combustible, gas doméstico, electricidad y comida, a Maduro se le ocurre hablar de “inversión militar”, mostrando más allá del cinismo nauseabundo, una inmensa e incurable disociación de la realidad. El antídoto para hacernos inmunes a este germen aeróbico es apoyar el trabajo de la Asamblea Nacional y del presidente Guaidó, no podemos permitirnos contagiarnos de lo irreal y lo imaginario; sería nuestra perdición social.

Miguel Peña G.
@miguepeg

Comentarios

Entradas populares de este blog

Campaña a tres bandas

Desatado

Llegó la Hora