Razzia
Dentro de las turbulencias del presente,
algunos personajes de manera muy ligera han señalado que, si había desconocimiento
de las acciones ocurridas el pasado 30 de abril, ninguna persona, según ellos, puede
atreverse o permitirse hacer análisis posteriores. A todas luces, esta
hipótesis estúpida solo la puede esgrimir alguien que no tiene ni idea de lo
que acontece en el país. A ver, si bien es cierto nadie podía imaginar lo que
sucedería la mañana de ese martes, los resultados de las acciones emprendidas por
Juan Guaidó durante ese día, han develado la ruta que la comunidad
internacional y EE.UU. se han trazado, para finiquitar en corto tiempo el tema
Maduro. Hubo un baygonazo a gran escala y salió hasta el insecto más escondido.
Esta vez hemos llegado al punto de no retorno.
Desde todo punto de vista, la ignominiosa actitud del régimen deja rastros
inequívocos de cómo serán los últimos días del chavismo, es decir, no solo se
percibe el desplome interno, también, la sed de venganza aflora luego del 30 de
abril. Ante la inminente caída en desgracia en el proceso de negociación, el
ala radical ha tomado -sin reparos- posesión formal del aparato represor de la
dictadura. El temor de figurar cual monedas de cambio y el inevitable saldo
rojo que resalta a la hora de rendir cuentas, ha sacado de su escondite a quien
manejaba los hilos criminales y torturadores tras bastidores. Siempre supo esconder
su nefasta influencia, pero hora, su rostro emerge en primerísimo plano dejando
al descubierto su responsabilidad en cada desmán cometido.
Nicolás Maduro como cabeza del régimen, siempre
había llevado a cuestas la mayor culpa del oprobio rojo, algo que cambió
radicalmente luego de transcurrir pocos días de la Operación Libertad, así pues,
las responsabilidades inician su endoso a otros actores con nombre y apellido
que, hasta hace días, mantenían su “poder” bajo las sombras de mitos y rumores.
Cabello, Maikel Moreno y Padrino López, han quedado desenmascarados como parte
de ese famoso triunvirato enquistado en Miraflores. Por supuesto, los dos últimos
jugaban su propia partida a espaldas del maduro-cabellismo, tratando de
prevalecer como el eje tutelar de una transición milico-judicial. En otro “bunker”
vemos a Cabello, quien sale de su escondite para abrogarse la represión infame
y sangrienta.
Quizás la fase final de la Operación Libertad
tenga un doble filo que vale la pena desgranar, para saber a ciencia cierta
el lodoso terreno que estamos pisando los venezolanos mortales. En primer
lugar, la estrategia de implosionar desde dentro al régimen ha tenido -sin duda
alguna- el éxito esperado. Si hacemos un pequeño resumen nos daremos cuenta de
ello. Las declaraciones del Gral. Figuera antiguo director del SEBIN, las
informaciones dadas por Reuters que señalan el incremento de las conversaciones
entre militares de la FANB y el gobierno de Donald Trump, la detención de más
de 50 oficiales acusados de “conspirar”, etc.; demuestran que, puertas adentro,
el chavismo se desploma sin freno. Claro, al igual que cualquier cura, la Operación Libertad tiene sus efectos secundarios.
A medida
que se acelera la salida y se impone el cese de la usurpación, la desesperación social se transforma en una espada que péndula sobre nuestra trastocada psiquis. Al ver que ese martes 30 no se concretó lo que el país esperaba, los
cuestionamientos espontáneos de ciudadanos desconcertados y las acusaciones escupidas
por la antipolítica, brotaron de manera despiadada en contra de la AN y del
presidente encargado. En cuanto a este síntoma de hastío sincero de la gran mayoría
de venezolanos de a pie, ocurre porque nos hemos quedado detrás de los acontecimientos;
es decir, más allá de apoyar con asistir a las marchas, usted ni yo podemos hacer
nada más. Los acontecimientos nos rebasaron y se manejan a otro nivel; fuera de
nuestro alcance. Muestra de ello, es la presencia de la patrullera del Guardacostas
de la marina estadounidense a pocas millas náuticas de nuestras costas.
Mientras saboreamos el día a día con la aparente
duda de saber sí Guaidó triunfó o fracasó, la certeza de palpar la razzia excesiva
y despiadada del régimen nos asegura -de manera virtual- que estamos destinados a sufrir durante 20
años más al chavismo. Todo lo contrario, el proceso final de toda dictadura es cíclico
y se repite casi con el mismo guión. Persecuciones y detenciones a líderes políticos,
sacerdotes, empresarios, personas comunes; en fin, un largo etcétera. Todo aquel que represente un
gramo de esa verdad que le grita al dictador que va de salida, está expuesto a la
venganza de la fiera acorralada y finita. No tengamos dudas de que veremos más oprobio
destinado a causarle resignación y miedo. Sería necio no reconocer mi preocupación por nosotros
los demócratas, pero hay que seguir adelante. No me detengo a ver quién se
cansa y cuantos muestran cara de hastío de salir a marchar. Si alguien se cansa
hay que relevarlo. No existen finales fáciles; ni esos a los que llamamos felices.
Comentarios
Publicar un comentario