Desnudo y sin careta
Bajo el mordaz susurro del tiempo que le sopla a la oreja
que va de salida, Maduro se aferra de manera tozuda y obcecada, a un supuesto “poder”
que ya no tiene ni controla. Los demonios de las deslealtades asechan sin misticismo,
dejando solo preguntas, miedos e incertidumbres. El usurpador enfrenta lo que,
inexorablemente, a todo dictador le corresponde sentir después de haber explayado acciones oscuras y groseras en contra ciudadanos indefensos; la
soledad. Sin dudas, en esta etapa veremos a un Maduro perdido, disociado y
hasta entregado al destierro. La “herencia política” no solo le dejó un
supuesto liderazgo, también, le tocará responder por las cuentas que Chávez
dejo abiertas y sin saldar.
Con la mirada perdida, observa como se desploma la gran
burbuja. El desplome vertiginoso de compromisos, apoyos y sociedades dentro del
régimen se hace evidente cada día, situación que deja expuesta la suerte de
Nicolas Maduro como cabeza principal del PSUV. El entorno más cercano juega sus
propias fichas y con el propósito de lograr salvarse, sacrificarán a unos cuantos
pendejos (colectivos, militares y civiles) ante la inminencia del final que se
acerca; llegó la hora del como sea. Los aplausos y adulancias por negocios son
exiguos, hoy las jaladeras de mecate se circunscriben al inmundo disimulo de
ocultar las negociaciones de visas o asilos. El ala radical sumergida en su criminalidad
sabe que no tiene remedio y absolución, sin embargo, no todos quieren subirse
al tren en el que desfilaran los acusados.
Asimismo, como el régimen no muestra disposición de
negociar -con el mundo entero- su salida, tampoco lo hace puertas adentro con
sus aliados. Las voces que, soterradamente, hablan de una transición sin Maduro
trascienden los muros de Miraflores. El respeto condicionado al dinero ha
vuelto sal y agua las famosas coaliciones del polo patriótico. El modo de
supervivencia política ronda la cabeza de aquellos que, puño alzado, juraban
lealtad hasta morir. En una destartalada alocución, Padrino López lo deja
entrever cuando afirma: “El enemigo es más poderoso”; imaginamos que el plan de
la tusa no resultó. La realidad golpea duro.
Los guiones y la puesta en escena no suficientes, para
calmar el pedimento masivo de los venezolanos de cualquier clase social: ¡Maduro
debe irse ya! Queda claro, la salida, huida o renuncia del usurpador, no dejará lamentos ni lagrimas en el camino. Más allá de la inmensa alegría de sabernos
libres, los malos recuerdos vividos durante dos décadas de destrucción nacional, serán lo único que
podrá conectarnos con ese pasado fatal y surrealista que el destino nos
ha hecho padecer desde el año 98. La Fuerza con la que irrumpió el chavismo,
es proporcional a la etapa finita de la nefasta era roja; falta quien
apague la luz y cierre la puerta.
El régimen niega su debilidad y clama control del país,
nada más lejos de la verdad. El simple hecho de enviar representantes a Noruega
configura el reconocimiento de tres certezas que definen el destino del chavismo
y el futuro del cese de la usurpación: La primera: Maduro vive una
ingobernabilidad extrema; segunda; las bayonetas (FANB-paramilitares) que han
mantenido a la dictadura, ya son simple palillos de manera; tercero, el régimen
entiende que la elección de Maduro fue inconstitucional y no es reconocida. Con
estas premisas orbitando en el seno interno del madurismo, la negociación es la
única tabla de salvación; no aceptarla los aplastará sin remedio. Las sanciones que se avecinan, advierten ser implacables y demoledoras.
Entre promesas vagas, insultos y utopías delirantes, va
quedando el diluido discurso de Maduro. Cada alocución grabada, muestra
a un títere que se pliega a un libreto que le imponen los hilos que lo manejan.
Rusia y Cuba comprenden que una negociación tendrá como resultado lo electoral,
razón por la que vemos a Maduro desesperado recorriendo el país. Deben contrarrestar las
muestras de apoyo que la gente sigue dándole a Juan Guaidó en sus giras. Lo
triste es que Maduro solo saluda a la nada, a los invisibles. Camina en
círculos dentro de un laberinto que le avizora una sola salida.
En medio del inmenso descrédito internacional, cae otra
baraja del castillo de naipes en el que se ha convertido Miraflores. Algo tan
trivial como una entrevista, parece que terminará escribiendo el epitafio del
chavo-madurismo. La publicación de la entrevista -confiscada- que Jorge Ramos le hiciera al líder
de la mafia, demuestra que, dentro del régimen, hay quienes
han tomado una posición bien lejana de la silla presidencial usurpada.
Sencillamente, quieren mostrarle al mundo a un Nicolás sin pantallas o filtros;
desnudo y sin careta haciendo gala de su rancio talante dictatorial. Mientras
más se resista a salir del poder, más traumático se dibuja su final.
Miguel Peña G.
@miguepeg

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