Murmullos
La efectividad política, es el resultado del grado de
raciocinio democrático que imprima el liderazgo a cada acción que emprenda.
No se desarrollan estrategias a la ligera e improvisadas, por más que las
valoraciones de tiempo sean de largo plazo. Esta premisa debe entenderla y
ponerla en práctica cualquier líder, sea de derecha, izquierda, centro, de las
esquinas, "tetraindependiente" o “pentanini”. La ceguera circunstancial que ocasionan los
distintos intereses destruye, desde el inicio, cualquier visión lógica de los problemas sociales y públicos que se buscan resolver en beneficio del país, más aun,
cuando miles de voces atormentan el tímpano con gritos de lo que se debe o no
hacer.
No sorprende que en Venezuela se expongan varias salidas al
oprobio chavista, y ninguna pareciera funcionar. Mucho de este retraso se debe,
además de la poca o nula voluntad del régimen de negociar su salida, al
daltonismo en cuestiones de pactos políticos que impera en las calles del país.
Obviamente, ese tipo de desliz es aceptable en ciudadanos comunes y
corrientes, que viven bajo la urgencia cruenta que padecen. No obstante, cuando
ese mismo defecto perceptivo de los escenarios los exhibe cierto liderazgo
opositor, se transforman en una grosera y nauseabunda estrategia, que entorpece
el resultado que tanto deseamos los venezolanos; el fin del desgobierno llamado
chavismo.
Los golpes bajos del régimen, han mutado con el paso de los
últimos años. Ya no son suficientes insultos e improperios directos al
liderazgo democrático. Ahora, casi en plan de producción televisiva, promueven un
makeover de excompañeros rojos haciéndolos pasar como opositores con el fin de
minar la unidad de los partidos que, si bien, siempre ha sido
frágil, se mantiene erguida y sin desviarse de la ruta democrática planteada.
Nada resulta casual en la jungla política venezolana. Banqueros rojos rojitos
que financian, testaferros de exgobernadores, empresarios rapiñas, etc.,
conforman una singular manada de corsarios que procura hacerse –por cualquier
medio- del botín.
Entre las disputas de aquellos que son y de los que nunca
dejaron de ser chavistas, emerge una nueva generación política que se afianza
contra todo pronóstico. Sin desmeritar la experiencia de diputados y
líderes opositores verdaderos, la juventud venezolana representada en la AN, se
abre camino con una visión distinta de país, donde la conquista de objetivos
sociales, económicos y políticos, se construyen con otras herramientas. No es
que el nuevo liderazgo 5G, sea mejor que el analógico que ayudó a edificar la Venezuela
democrática luego de la caída de Pérez Jiménez; sencillamente, tienen una
lectura más acorde de lo que vivimos en los actuales momentos. Gnosis que los lleva a tener una mejor perspectiva del futuro nacional. Esto es lo que
representa Juan Guaidó y los diputados jóvenes de la Asamblea Nacional.
En política nadie esta exento de cometer errores. Cuando la
experiencia sirve para acompañar la construcción de una sociedad más lógica y
normal, es bienvenida y necesaria. Sin embargo, si es utilizada para darle
formas mejoradas a la corrupción, al clientelismo y la coima, definitivamente
debe ser apartada. Seguir hablando por inercia de un país que fue, no significa
que lo traerán de vuelta. El tratamiento de los problemas complejos que ahogan
al venezolano del 2019, no se pueden manejar como en si estuviéremos en las
décadas del 70,80 y 90; no darse cuenta de ello, es una necedad cansona y hasta
senil. Los grupos agazapados en espera de la caída del elefante rojo, no podrán
imponer su habitual “metamorfosis” gubernamental; Venezuela es otra.
Mientras el país sesudo y democrático -que es la mayoría-
ha depositado su confianza en la ruta propuesta por la presidencia encargada,
en ambos lados del camino vemos -con el rabillo del ojo-, como dos sectores
procuran deslindarse de Guaidó, con el objetivo de poder figurar en las
encuestas. Vieja táctica política que se basa en tener una posición crítica,
sin separarse de forma definitiva de una coalición. Algo entendible, porque si
alguno de estas catervas se suma a la verdadera alianza, ese 3% y 1% que lucen
cada uno se diluirá de manera definitiva. Las frases arteras y desleales de
ambos bandos se han desvanecido con la fuerza de la verdad. Es decir, la
aprobación del TIAR muestró que la fuerza U.S. Navy no llegó al día siguiente; y
las falacias sobre CITGO, no soportaron ni dos párrafos con argumentos legales
y gerenciales.
Murmullos vienen de todos los frentes. Murmullos que ondean
la bandera de la estupidez. Procuran establecer un incremento en las
preferencias ciudadanas, inundando las redes de sandeces que ni ellos mismo se
creen. El error de los dos grupos financiados radica, en seguir esperando que
el “líder de moda” se estrelle en algún momento, así ellos tomarán ventaja en
el escenario electoral que se avecina. Es su ignominia cerebral, no se percatan
que Juan Guaidó no es un líder de moda, sino el presidente encargado; cierto,
sin el control burocrático del Estado, pero gestionando un gobierno de
transición. Los murmullos continuarán sin control, saltando de boca en boca con
el propósito de difundir un mensaje que no llega. Tendremos que lidiar con
ellos, entendiendo que no tienen futuro.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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