Transición en Marcha
Es imposible no sentir que Venezuela está convertida en una
montaña rusa. Verdaderamente, experimentamos un trayecto social vertiginoso y
oblicuo difícil de descifrar. Tan inesperados y verticales son los movimientos,
que no permite usar cascos y cinturones de seguridad. Algunos solo consiguen
refugio y explicación lógica en la fe, sin embargo, ni en ese terreno hay
seguridad de nada. La única frase certera que se comenta en las calles es:
¡estamos a la buena de Dios! Un viaje que presenta escenarios impredecibles y distintos,
parece haber salido de los mismos tinteros de Julio Verne; imaginarios,
insospechados y, en ocasiones, brutales. El ingrediente mágico que nunca falta
en estas historias, en este caso, lo ponen los venezolanos con su entrega y
resistencia democrática.
El país entró en el tramo final de una ruta que ha causado
desgracias civiles, económicas, religiosas, hospitalarias, educativas y, porque
no, hasta militares. Sin dudas, las percepciones de país que se tienen mientras
damos bandazos en el ojo del huracán, no dejan notar el futuro que se dispone a
pocos metros de nuestra mirada cansada. Más allá de optimismos pendejos y
autocompasivos, la verdad que aflora sobre el ambiente sombrío y desleal que
reina en la nación, es inminente y cristalina. Las reiteradas arengas de odios
y la persecución judicial forman parte del idioma -inequívoco- del dictador, en
las postrimerías de su oprobio. Es innegable que, Maduró y la horda que lo
acompaña, comienzan a sentir un sabor amargo en la garganta. Una mezcla rancia que
suprime de tajo el aliento e impulsa las destornilladas frases, perdidas en la
ridiculez gramatical del mamarracho.
El barullo de la sinrazón chavista se resiste a la inercia
del cambio democrático, impulsado por la comunidad internacional y la AN. El
régimen siente que la democracia es veneno mortal para sus planes. De allí, su
animadversión a lo que significa estado de derecho y ordenamiento jurídico. Es
difícil creer que un régimen con estas características oprobiosas acepte
negociar, unas elecciones que no controle a placer. No obstante, no se puede ceñir
el análisis de la situación a la incredulidad. Al contrario, debemos sustentarlo
bajo un principio cardinal: El régimen negociará, a regañadientes, pero
negociará. Con esa premisa como bandera, las certezas de país y sociedad se hacen
tangibles.
Trapisondas dictatoriales están a la orden del día. Allanamientos,
persecución a los diputados y sanciones financieras espurias, engrosan el
expediente de violación de los derechos humanos que péndula sobre las cabezas
principales del madurismo. Claro, esa desesperación y recrudecimiento del
radicalismo se deben a las últimas medidas tomadas por EE.UU. que, sin dudas,
resultan casi un golpe de gracia a la cofradía del mal. Si bien no se ve
públicamente, la coalición dominante se ha partido en pedazos difíciles de
volver a pegar. Suspender las negociaciones indica dos cosas: La primera: Hubo
una negociación aceptada por los representantes de Maduro, y no gusto al sector
canjeable (ala radical chavista). Segundo: Ante la inminencia de un escenario
electoral a corto plazo, los militares quieren quedar mejor parados al final
del cuento.
Esto no es zapatería nuclear. Cualquiera con sentido lógico
y entendimiento lector, comprenderá que las sanciones forman parte de una
aplanadora global, conducida a control remoto desde La Casa Blanca. Los halcones
-como lo escribí la semana pasada- son expertos en medir los tiempos reales y
virtuales de los conflictos. Más allá del evidente hastió político de Trump
hacia Maduro, lo cierto es que Washington no solo mide los tiempos venezolanos,
también, se percatan que los aliados más duros del régimen (China y Rusia),
atraviesan momentos sociales y políticos muy difíciles. China que arribo a su
undécimo fin de semana consecutivo de protestas en un ambiente de alta tensión.
En cuanto a Rusia el caso es más particular, porque aunado las protestas de la
gente en contra del “eterno” Putin, se suma la tragedia de la aldea de Nynoksa,
donde hay un aumento de radiación después de la explosión de un misil; este
asunto está en modo Chernobyl. Trump ve la oportunidad y aplica el alicate,
todos están débiles para negociar.
La transición esta en marcha y no se detiene. No es frase hecha o una etiqueta acorde para las redes. Los hechos que se generan van
develando de apoco, la figura resplandeciente de la libertad. Si el banco más
importante de Turquía cierra la puerta financiera al régimen, y China rechaza
cargamentos de petróleo de PDVSA, son señales de que los "aliados" de Maduro avizoran
una nueva administración en Miraflores; por algo la AN designó una comisión
para atender las deudas con otras naciones. El callejón sin salida muestra su aviso
y Cabello junto a Maduro, tienen asientos de primera fila. Les llegó la
hora de decidir como quieren perder más, negociando o peleando. Dicen que recordar
es vivir. Así como el 6D de 2015, Padrino se interpuso a los planes de fraude
electoral, hoy día cuando el régimen se para de la mesa, Padrino -ficha de Rusia- suelta la Frase: “estamos esperanzados en las negociaciones
que se dan en Barbados”; a buen entendedor. Miramos por la ventana la transición
en marcha. Ya vamos a llegar.
Miguel Peña G.
@miguepeg

esperemos esa transición .....
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