Amoldados





La taciturna y desmembrada sociedad venezolana, deja pedazos con el transcurrir de los meses. Enfrentar la vida diaria en un país empobrecido y en desgracia, se convirtió en una tarea muy difícil. Se colman las salas de redacciones de los principales portales digitales, con dos informaciones básicas y reiteradas: 1) venezolanos que huyen despavoridos del desastre causado por el chavismo, y 2) enfermos que mueren de mengua por no tener medicamentos. Vivimos bajo una mala plana a doble línea, que no deja espacio para equivocaciones y, mucho menos, respiro alguno que ayude a sobrellevar las distintas carencias. Se nos muere el país de apoco; sin llantos ni lamentos.

Ante el cumulo de problemas por atender en cada hogar, calle y ciudad del país, la pregunta del millón que reluce es: ¿Y que hacemos? ¿Nos rendimos? No hay respuesta suficiente, pues, nadie tiene una fórmula mágica que acierte -sin equivocaciones- a tamañas dudas que nos agobian. En todo caso, hay que aplicar la ley del árbitro, aquella que reza: “ante la duda mejor es no pitar”. Del mismo modo, debemos asumir esta última etapa de la dictadura, es decir, ante la duda, no escuchar cantos de sirenas vestidas de blanco. Seguir con el axioma fijado desde le 5 de enero de este año; cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Los errores se pagan y si caemos en desconfianzas provocadas, al país le ira de la patada.

La esperanza social se apodera de aquellos que creen en un país mejor. Personas que las podemos clasificar en dos grandes grupos: venezolanos que nacieron y disfrutaron una verdadera democracia, y quieren recuperarla. El otro grupo, lo conforman venezolanos más jóvenes, esos que a pesar de haber escuchado cuanta estupidez de los 50 años de nuestra hermosa libertad, quieren experimentar la oportunidad de ir al mercado y escoger el alimento que deseen, usar servicios públicos que funcionen, confiar en los cuerpos de seguridad, comprar divisas cuando les provoque, viajar a otros países de turistas y no de refugiados, en fin, respirar y disfrutar de una Venezuela de progreso; sin miedo ni condiciones.

Ciertamente, los ciudadanos hemos tenido que amoldarnos de manera inesperada, a una sociedad impuesta desde los albañales del comunismo y de la antipolítica.  Vertientes nefastas que, del mismo modo, se amoldan a su criterio pernicioso de poder. Están en aceras distintas, pero se dan la mano cada vez que necesitan destruir la república. Basta con ver y escuchar, las similitudes de sus frases cargadas de odios, fantasías e imbecilidades. Se han transformado en “políticos” simbióticos sin pertenecer al mismo bando. Ante la urgencia de salir de la desgracia, no entramos en conciencia de que Maduro y sus secuaces pasan el boderline ideológico y delincuencial, para vestir de chavismo azul, y como mala copia al carbón, el chavismo azul se viste de rojo, cuando se siente perdido en cualquier sondeo de opinión. Está claro, el orden los factores no altera el producto, son la misma…

En esta moda de amoldarse para sobrevivir, los partidos políticos han buscado nuevas formas de adaptación. Sería necio negar el cúmulo de errores que las diferentes dirigencias han cometido. Sin embargo, las organizaciones políticas son instituciones que deberán prevalecer cuando el oprobio chavista pase, esa será parte de nuestra tarea como ciudadanos, fortalecerlos y promoverlos. Muchos se preguntan como fue la democracia antes de Chávez, sin darse cuenta de que el mejor ejemplo lo tienen frente a sus narices. Basta con ver la lucha que han mantenido frente al régimen, los partidos tradicionales y de nueva data. Por supuesto, no todo grupo que dice llamarse organización política cumple con los requisitos morales para adjudicarse este estatus. Tal como proliferaron en tiempos rojos las empresas de maletín, asimismo, germinaron partidos y líderes de poca monta.

Cada quien debe asumir su compromiso y no rendirse en los metros finales. Particularmente no me rendiré, ese es mi aporte, esa es y será mi lucha. Nadie dijo que sería fácil, pero nos necesitamos sin remordimientos, exigencias ni culpas. El país nos necesita coherentes, fuertes y, sobre todo, leales a nuestros propósitos y convicciones ciudadanas. La lucha que libramos ha tomado, sin dudas, un giro inesperado, no para nosotros, sino para la dictadura. Maduro pretende promover otro problema regional que desvié la atención de la situación apremiante del país, pero como siempre, sus cálculos los hizo pensando en Condorito y no en el Algebra de Baldor. Existe algo llamado causa y efecto; en política esto es leitmotiv. Es nuestro momento estelar, no dejemos que pase por debajo de la mesa. Amóldese y ajuste cada miedo e incertidumbre con un solo canto: ¡Yo no me rindo!

Miguel Peña G.
@miguepeg



Comentarios

  1. Maravilloso, excelente trabajo, motivador, con mucha fuerza y seguridad, cada letra, cada palabra, es recomendable. Felicitaciones @miguepeg

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  2. Hoa, Haidee, muchas gracias por tus comentarios.

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