Minoritarios




En los últimos días, surgen certezas fatales de que el pasado intenta reaparecer. Pelea y empuja para posicionarse de nuevo, es como quien busca un sitio más cómodo en el metro de Caracas, cuando llegan las horas pico. Las marcas que se pegan a nuestra piel social sangran como estigmas que, cada cierto tiempo, supuran sin control y cura. El pasado no quiere dejarnos vivos y se empeña en ahogarnos con frustraciones y desesperanzas. Septiembre nos dibuja el final más atroz, ese que muchos no quieren, pero a la calladita, están deseando con todas sus fuerzas. Los verdugos que destruyeron la democracia venezolana se alinean con un solo propósito: Evitar el cese de la usurpación, gobierno de transición y las elecciones libres.

Quien lo diría, en la recta final del chavismo, algunos personajillos -que simularon estar en la cera del frente- se dan a la tarea de darle respiración boca a boca al engendro político de Chávez. Si faltaba algo por ver en Venezuela, la payasada montada en la Casa Amarilla nos grita a todo pulmón, que todavía existe mucho cinismo y desvergüenzas por presenciar. El castigo que se ha impuesto a los ciudadanos es una lápida que no puede medirse en peso y volumen. Los trajes de corbata negros y camisa blanca, van quedando percudidos y añejos ante tanta miseria política. Los vientos que trajeron los lodos rojos, al verse disminuidos -en todo sentido- se reúnen para ver si pueden soplar el veneno a distancias más largas.

“Políticos” de albañal, enchufados y pastores contrabandistas, se configuran en la terna de "diálogo" virtual que el régimen ha querido venderle al mundo democrático. Las mezclas del rancio neolenguaje comunista con aquellos discursos edulcorados de sinónimos y antónimos, no tienen el punch que pretendían darle a la opinión pública, al fraguar esta pantomima espantosa; los oídos vomitan y los tímpanos revientan. Las cuadraturas finales encajan paso a paso, dejándole saber al dictador que de nada servirán las actuaciones de los títeres de turno. La ralea de una especie en extinción ha decidido -por unas cuantas monedas- hundirse con el barco sin timón que Chávez comandó y dejó.

En esta ocasión, el espectáculo se terminó en menos de 24 horas. Es decir, al tener el resultado luego de la escena bochornosa fraguada por el régimen y los enchufados de ahora y de siempre, observamos que las cuentas no le cuadran a Maduro. El día de la trampa, el cuerpo diplomático se retira de la casa amarilla al verse engañado, los diputados pertenecientes al partido de Henry Falcón se deslindan de la firma del bodrio de “paz", la Unión Europea ratifica su apoyo a la Asamblea Nacional y desconoce la firma de un acuerdo sin la aprobación del parlamento venezolano; en pocas palabras, quedaron desnudos una vez más. A pesar de las liberaciones, el ciudadano tiene muy claro lo que pretenden desde Miraflores.

Se analiza que la estrategia montada con el acuerdo persigue fragmentar a la oposición democrática, para posicionar a Claudio Fermín y a Timoteo Zambrano como “opositores” que pueden obtener logros inmediatos, por ejemplo: la liberación de algunos presos políticos importantes. Se asegura desde el análisis simplista de los miedos propios, que el presidente Guaidó ya no goza de los apoyos ciudadanos, razón que permitirá que la dictadura obtenga réditos con dicha táctica. Si bien es cierto, el régimen crea su propia oposición, Fermín y Zambrano no tienen ninguna credibilidad política; dentro y fuera del país. Si leemos entre líneas, encontramos indicios de que la movida hecha lo que esconde, es el regreso del PSUV a la AN.En pocas palabras, la “asamblea constituyente” se desintegra totalmente, dejando sin poder a Cabello, que no tiene con que negociar.

No se puede seguir con el error periodístico de llamar partidos minoritarios de oposición, a un grupo de corruptos que solo busca dinero y poder. Esos personajes del pasado que alzaron en hombros al chavismo y que se presenta como “caras renovadas” de la oposición, no representan a nadie en Venezuela; ni a sus heces fecales. Ciertamente, Fermín, Falcón, Zambrano, Mujica y Bertucci son minoritarios, pero de gentilicio, moral, ciudadanía y, sobre todo, son minoritarios como políticos decentes. La verdad siempre se impone ante los subterfugios verbales y discursivos de los recién liberados. Estamos de acuerdo que la mesura debe prevalecer, sin embargo, minimizar el hecho de que la estrategia burda de liberar presos de manera selectiva es destruir a la AN, debe llamar a la reflexión a quienes declaran desde las acostumbradas posturas acartonadas. Las cosas se llaman por lo que son, punto y final.

Miguel Peña G.
@miguepeg

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