Atila el Cien
Las ruinas palpables
y amontonadas no dejan ver el pasado de un país que fue prospero, solo cargan el
subconsciente ciudadano de grandes temores, mucho de ellos inexplicables. Los perenes
gritos de cambio que riegan de forma desesperada las calles de la nación no
consiguen respuestas inmediatas y efectivas; solo un eco abraza la esperanza de
lograr la libertad. “Atila” encima del temible Othar, cruzó los llanos,
occidente, el centro y finalizó en oriente. No dejó piedra levantada en su
criminal y nefasto transitar por Venezuela. La acción destructiva se pierde de
vista. Jamás las ansias de poder y la sed de una venganza desconocida, fueron tan crueles con
sociedad alguna.
Maduro –con
las distancias del caso- se ha transformado en una especie de “Atila”, y no
descansará en su mezquino afán de sepultar todo aquello edificado por la
democracia. Como el Huno, el usurpador de Miraflores heredo -de su padre
político- el trono presidencial, cargo para lo que él o su predecesor no estaban preparados; bajo ningún concepto. Nada más el aparato militar y de
espionaje, sirven como bases conceptuales de un régimen que se engulle cruda y
sin sazón, a una sociedad que lucha para no sucumbir a los designios del
destructor y sus secuaces. La indefensión en la que se encuentra el ciudadano a
esta embestida inhumana del régimen chavista, resulta alarmante.
Cada noticia
e información que surge de cualquier rincón de la geografía nacional, no divulga
en dimensión real la catástrofe que viven las regiones. Cortes infinitos de
electricidad, aumento despiadado de los alimentos, escases de medicinas, falta
de agua, mafias de combustibles, sistema hospitalario en el piso, cobro en
divisas, forman parte de una mezcla nociva y envenenada que mata día tras día
a los venezolanos; de cualquier estrato. Nadie se encuentra a salvo de este
nuevo “azote de Dios” que tuvimos la desdicha de conocer en pleno S. XXI. ¿Por
qué la saña? ¿De dónde procede tanto odio hacia el país? Interrogantes que
rondan en una ciudadanía desconcertada. Quizás, consigamos una explicación sana
y aproximada en lo que Kundera afirma: “La verdadera bondad humana, con toda su
pureza y libertad, puede ponerse en primer plano sólo cuando su recipiente no
tiene poder”.
El régimen
chavista, no conforme con bailar sobre los escombros de la democracia
venezolana, ahora se propone intervenir y exportar el oprobio rojito en su más
repúgnate hedor, a fin de conseguir apoyos que les son exiguos desde hace rato.
La estrategia desesperada del comunismo latinoamericano financiado con nuestras
últimas gotas de petróleo, aprovecha descuidos sociales y políticos de algunos
gobiernos del continente, para aplicar la receta que le suministraron a Carlos
Andrés Pérez en su momento. Lo ocurrido en Ecuador, es el ejemplo palpable de
que los abanderados de la tragedia socialista no descansan, sobre todo, luego
de haber probado las mieles del poder.
El pasticho informativo generado desde Miraflores, no deja valorar
lo delicado de la denuncia hecha por el gobierno de Ecuador. Detener a
17 venezolanos con información privilegiada de los movimientos del presidente
Lenin y del vicepresidente de Ecuador, conjura una flagrante y solapada declaración
de guerra, que el régimen chavista hace a una nación del continente; claro
esta, táctica aventurada que no terminará bien para la dictadura venezolana. Seguramente,
las consecuencias de tan descarada injerencia las veremos en los próximos días.
El apoyo de EE.UU. al gobierno de Lenin, demuestra que las investigaciones que
se desarrollan serán serias y reveladoras.
El cántico
balurdo: “la espada de Bolívar camina por América Latina”, esconde el verdadero
trasfondo de una estrofa oscura que, al propio estilo nazi, sobrepasa los
límites de la manipulación social. La mentira sustituye a la razón, y la
manipulación de la melodía marca el camino hacia el desastre. Así ha sido la
música de la fulana quinta república. Alguien atinó en comparar al usurpador como
una mala copia del Guasón y, ciertamente, así parece ser. Si existían dudas de
la influencia negativa que tiene para la región que Maduro siga en el poder,
con lo de Ecuador quedó despejada la ecuación. Solo falta ver quién escribirá
el resultado final. Es verdad, padecemos un “Atila” pero no el Huno, sino el
cien.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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