La Sucia Tetra
Nuestra catástrofe se agrava mientras el régimen chavista
sigue en Miraflores. Nadie puede dejar de entender que el único culpable de la
desgracia nacional es Maduro y sus adláteres; rojos y azules. Los ciudadanos
deberían tener claro que las distintas estrategias emprendidas por la Asamblea Nacional
buscan sin descanso, cumplir con los tres puntos de la agenda política que fue establecida en enero de 2019 por la presidencia encargada. Sin dudas, como le
puede ocurrir a cualquiera de nosotros cuando persigue una meta, a Juan Guaidó los objetivos planteados le presentaron una alteración -no de fondo,
sino en el orden- gracias a múltiples imponderables difíciles de
vaticinar; ni con una bola de cristal.
Sin importar las dificultades se han logrado resultados
tangibles. A estas alturas, usted sabe cuáles son las metas alcanzadas y no
necesita leerlas a todo momento en un artículo de opinión. Estamos bien
grandecitos para lucir y poner en práctica la memoria corta, sobre todo, con lo
que el gobierno de transición ha conseguido durante diez meses de gestión tumultuosa. No es momento
de hacernos los locos o peor, situarnos en el papel de víctimas sociales,
porque los escenarios que esperábamos son esquivos en el tiempo inmediato. La misma
frustración civilista que tenemos seguros debemos estar, que la padecen en justa medida los
diputados; libres, presos y exiliados. La historia contada durante
los meses de lucha en el 2019 tiene una conclusión muy sencilla; todos por
igual padecemos el mismo mal: la criminalidad de la dictadura.
Así como no existen héroes de capa y rayos X, tampoco se
pueden señalar de manera desmedida –de nuestro lado al menos- culpables.
Sencillamente, el camino transitado ha puesto infinidad de barreras y zancadillas
que valen la pena mencionar sin anestesia y al dedillo. Durante el periplo para
coronar el cese de la usurpación, han sido numerosas las dificultades encontradas,
por ejemplo, militares arrodillados, persecución, presos políticos, opositores
infiltrados, aliados internacionales lentos, gobiernos que comulgan con el
régimen, espionaje, financistas del desprestigio, los guerreros de las teclas
sin guáramo y mandones, un TSJ oprobioso, diputados sin sueldo, enchufados,
mercaderes de la desgracia y un largo etcétera, forman parte de un entramado
diabólico que se ramificó en la conciencia moral del país.
Con las notas más bajas y graves de un chelo, se toca una
armonía que adorna la escena cuando la oposición democrática llama al único
reducto de lucha civil que nos queda: la protesta de calle. Llueven los
sobresaltos y esos mismos insultos preparados de quienes son pagados por la
desfigurada mano detrás del telón rojo y multicolor. “No marcho más, no pierdo
mi tiempo, conmigo no cuenten”, son algunas de las infelices frases que se
dejan colar, desde el más rotundo e insignificante subconsciente facilista y cómodo.
La indecencia de la malcriadez política no los deja razonar, en cualquier caso,
solo resta gritarles: sabemos de sobra que la democracia venezolana nunca cuenta
con ustedes; ni contará. Es así desde el año 98.
La oposición se posa como águila de dos cabezas, cada una
con la mirada a lados distintos del país. De todas las trampas y artimañas que
se tejen en contra de la dirigencia unitaria y democrática, la más vil y
deshonesta es la que estructura desde hace meses, esa falsa oposición que dice
llamarse minoritaria. Este grupete advenedizo, ha decidido accionar aplicando -fielmente-
la estrategia del otrora Duque de Windsor, es decir, acepto el oprobio del
régimen chavista, con el fin de obtener una miserable migaja de poder y gobernar
sobre las ruinas. La diferencia, es que los venezolanos no tendremos que
esperar a que descalcifiquen algún archivo secreto de Marburgo, a tipejos como
Fermín, Antich, Timoteo Zambrano y Falcón, se les conoce la treta desde hace
mucho.
Las sucias tretas se presentaron en el instante que se le
dio cabida a Chávez y a su pensamiento retorcido e inmoral. Revolcarse en lodos
de resentimiento jamás dejará ver de que se trata esta lucha, cuáles son las
dificultades por vencer y porque el tiempo para salir de esta desgracia ha sido
tan largo. Del mismo modo en que el chavismo y sus títeres conjuran las grandes
trampas mediáticas y digitales, aquellos que dicen oponerse a la dictadura y
disfrutan de cargos públicos, como, por ejemplo, autoridades universitarias, no
pueden prestarse al juego tramposo de callar para que el largo brazo criminal
de la dictadura no les toque; ese silencio es otro modo de treta sucia a la
democracia. Decidir encerrase dentro de cuatro paredes y no mirar lo que ocurre, es
una treta sucia que se aplica al país, no a la oposición.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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