Espejismo



El panorama asolador que se percibe en cada calle del país acrecienta la brecha política, entre los que luchan por reconquistar la democracia y aquellos que siguen afanados en mantener un paupérrimo, caduco y criminal “sistema de gobierno” construido con postulados de triadas mafiosas. Personas con intereses de todo tipo, apuestan a que la desgracia venezolana perdure, a fin de cuentas, esto les permite seguir disfrutando estatus adquiridos. Sin importar el ángulo del que se mire, desde su concepción el chavismo ha mostrado ser una vulgar y vil mentira. No cabe duda, luego de años de infortunio socialista, se puede asegurar que la izquierda nacional y latinoamericana ha quedado casi destruida.

Chávez impuso un non sequitur desde el año 98 como política de estado, donde la prioridad fue vender la primera estratagema: “distribución equitativa de la riqueza”, por encima del crecimiento económico sostenido. Claro, bajo esta falacia ramplona el “brillante cerebro” de un simple militar no calculó algo que, sin dudas, no aprendió en su dilatada experiencia “gerencial” en cantinas: no se puede redistribuir lo que no existe o no se crea; así de simple resulta la ecuación. Sencillamente, se propuso aplicar y ofrecer las fantasías que le engordaban su egolatría resentida,  a un publico que en las primeras de cambio no interpeló, analizó y, sobre todo, prefirió sumergirse en cantos sirenas que entonaban petrodólares sin parar.

Los grandes problemas de los venezolanos durante dos décadas de mandato rojo han sido, el descuido y la indiferencia ciudadana hacia distintos temas de importancia, por ejemplo, economía, electoral, participación política, constitucionalidad, etc. La terrible actitud de ver situaciones peligrosas y devastadoras donde no las había, o de ignorar los hechos verdaderos que mostraban acciones concretas en contra de la libertad, nos encaminaron hacia una trampa bien planificada por el prestidigitador mayor. Como funambulistas empedernidos, los ciudadanos tratamos de hacer equilibrio sobre el delgado alambre con el que Chávez delimito al país; democracia y socialismo del S.XXI.

Mientras la actual coyuntura parece llegar a un final irremediable, el régimen -de manera paradójica- sucumben a la basta red de mentiras y artilugios que les rodea. Maduro y compañía tratan de mostrar control férreo a través de la fuerza militar y judicial, pero lo único que se percibe desde afuera es accionar errático, improvisación y delirio extremo. En pocas palabras, han caído en su propia trampa, ahora son presos de su espejismo. Ante esta realidad, no es difícil vaticinar los  escenarios de los próximos días y semanas. Quizás, la misma inmediatez de la vida cotidiana, no permite analizar con visión más amplia lo que sucede aguas adentro en Miraflores. Se debe poner la lupa en las declaraciones y actitudes de los personeros fuera del grupo de poder, para entender como la procesión los va dejando sin aliento; por ejemplo, Bernal.

"Vamos a destruir a Guaidó” y secuestran a su secretario privado. "A Guaidó le llegará la justicia" y secuestran a un diputado. Guaidó es la nada" y secuestran al tío. Bajo este manojo de arbitrariedades, se busca implantar en el subconsciente de que la dictadura hace y deshace cuando le viene en gana. Sin embargo, estas acciones responden al profundo temor de no saber cuáles son los movimientos de Juan Guaidó; necesitan sacar información de su entorno. No importa el aparato de espionaje y la cantidad de infiltrados dentro de los partidos políticos, cada estrategia que ejecuta el presidente encargado, arrincona de manera contundente a Maduro y toma desprevenido a todo el entramado internacional que lo secunda. Sin ir muy lejos, la llegada por Maiquetía luego de la exitosa gira presidencial no solo deja desnudo al régimen, del mismo modo Rusia, China y Cuba quedan en precaria posición como aliados.

El espejismo se desvanece sin que nadie pueda evitarlo. Ciertamente, a medida que se desmorona la mentira chavista queda al descubierto, las inmensas ruinas que adornan a un país que estuvo bajo el fuego cruzado de la ignominia, la corrupción cívico-militar y la droga. Aunque el paisaje asuste, debe haber convicción de que se transita el tramo final de la pesadilla. El movimiento operacional de las “defensas antiaéreas”, la mujer que roció agua a Guaidó, la declaración de guerra a Colombia, la foto de la cédula picada, etc., es un mensaje desesperado que la dictadura se obliga a dar a sus exiguas bases de apoyo social y político. Es sencillo, deben explicar porque Juan Guaidó afianza cada día el triunfo de la democracia. El espejismo se terminó, y en Miraflores están conscientes de ello.

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