Claustro...
Hay momentos donde las palabras sobran y el actual, sin
dudas, es uno de ellos. Esta semana es propicio dejar de lado como café aguado,
los análisis dramáticos y profundos que inundan cualquier comprensión de la
situación venezolana, sobre todo, cuando padecemos en carne viva los resultados de dos décadas de oscurantismo rojo. Quien en su sano juicio y a estas alturas del
partido, no sabe que el chavismo llegó gracias al sentimiento antipolítico de
la gente, lo que nos grita a todo pulmón: nunca más podemos elegir con el
intestino, sino con la razón ciudadana. Fuimos y somos débiles escrutadores de
la mala y buena política, solo nos importó el momento.
En los últimos seis días las sensaciones se hacen espesas y
amargas, a pesar de que muchos tratan llevar la carga emotiva dando ánimos y
fortalezas, a los incapacitados de resistir las noticia y otro rumor en la
invariable actualización de WhatsApp o las redes sociales. Por supuesto, no se
puede culpar a nadie de sentir miedo e incertidumbre. Todos somos víctimas de penosas
circunstancias; los que creyeron ciegamente que un país se gobernaba con fusil
y chistes; y otros tantos, que subestimaron a la Hidra de liquiliqui y palto
mal planchado. Tanta agua ha recorrido debajo del puente ciudadano, que toca recomponernos
como sociedad y seguir adelante, claro, no sin antes superar la mayor prueba de
estos veinte años de destrucción.
Observar las calles de cada ciudad venezolana sin bullicios
y el atormentante olor a humo vehicular, presenta un escenario que palpitamos en
esas películas lejanas colmadas de narrativa atrayente, que solo cebaban
nuestro mórbido gusto cinéfilo. El mundo esta como espectador principal de una dramática proximidad descarada, donde la realidad es superada sin vergüenza por
la ficción. Llegamos al punto temido de cada advertencia ignorada y burlada
durante muchos años. Venezuela siempre estuvo libre de esos tormentosos
desastres, pero bueno, luego del año 99, ya ese privilegio de estar ubicados en
una zona geográfica intertropical, quedo en puro cuento de colegio.
La globalización no has llevado a participar de algunas
cosas buenas y otras malas, junto a las naciones del mundo. Hoy nos tocó la
peor de todas, no solo por lo que representa el COVD-19 como virus mortal, sino
porque en la situación de extrema gravedad que vive la humanidad, todavía nos
encontramos bajo sombras dictatoriales y la irresponsabilidad del sr. Maduro.
La preocupación aumenta en cada anuncio que se da desde el bunker de la desidia
y la inexperiencia alarmante. Nuevamente, nos corresponde a los venezolanos
velar por nuestro propio bienestar individual y familiar. Cumplir de manera
estricta, las recomendaciones de los organismos internacionales y, más aún, de
la OMS es primordial. Ante la mentira, busque la veracidad; ante la
desinformación lea e investigue. La verdad es el antídoto inicial para todo mal.
La cuarentena es un enemigo acérrimo que nos ata de pies y
manos. Confundimos olores y matices que antes se nos presentaban conocidos. La mente
hace jugadas arteras de mediano calibre a la conciencia. Y como no, la soledad
y el encierro son necesarios en ocasiones, siempre y cuando uno pueda dejarlos
cuando le dé la gana. El GPS que controla
hábitos y costumbres de nuestro día a día, se ha convertido de golpe en una brújula
analógica que, con sus agujas, solo apunta cuatros puntos cardinales bien
delineados: habitación, sala, cocina y comedor. Dichoso aquel que tenga balcón; allí
la brújula se descontrola. Cuando las horas se pasan contando las líneas que se
paran las baldosas, explota el inconfundible: “No me joda”.
Mientras el ave rapaz canta y solicita ayuda al FMI -con la
justificación de atender de manera “urgente” la pandemia-, asimismo entona su desfachatez
y cuenta como chiste de mancebía, que una parranda de enchufados e hijos de
funcionarios festejaron en la isla de los Roques. Eso es lo que quieren, un
crédito para seguir con la representación de Sodoma y Gomorra que viven. No hay
cifras, números totales, ni actualización seria de contagios. Ante este
panorama a los venezolanos nos queda el auto-encierro, y rezar para que la
comisión designada por el presidente encargado asuma el control de la
información real. Dia ocho de pandemia china -sin xenofobia- y la cuarentena comienza
a tener otro nombre: Claustro…fuck. Cuidense.
Miguel Peña G.
@miguepeg
Comentarios
Publicar un comentario