Pandemia y Destrucción, pero...
Hay algo mucho más grave para el régimen que la llegada de
la pandemia. Mucho más crucial que no conseguir el financiamiento que mendiga
al FMI. Mucho más nuclear, incluso, que ganar tiempo para atornillarse en el
poder que usurpa desde el 2018. El gran reto que se pone de frente a Maduro y
compañía es tratar de evitar a toda costa, una negociación política con la
institución que tiene -sin las armas- el control de la situación actual: la Asamblea
Nacional. Miraflores no sabe lidiar con ese gran monstruo que le figura en las
noches, la pesadilla más impensable dentro de su accionar criminal, corrupto e
improvisado; tener que ceder posiciones ante el “enemigo”.
La crisis del Coronavirus tomó desprevenido a todo el mundo
y, claro, al madurismo lo dejó hasta sin comas dentro de su retórica balurda.
Fiel alumno de los cubanos, Maduro busca de manera ruin y despreciable sacar
provecho de esta coyuntura sanitaria que se nos ha presentado. Cuando se
denuncia que se ocultan las cifras de la pandemia en Venezuela, no se hace por
adversar y mantener una posición radical. El hecho real, es que detrás de esa sucia treta de solapar el número de personas infectadas, bajo estudio y
sospechosas de portar el virus, existe un manejo calculado en dos sentidos: el
primero, evitar que se acelere el estallido social; el segundo; solicitar de
forma lastimera el cese de las sanciones, según ellos, para paliar las
urgencias del virus; las sanciones los tiene con el pecho pegado al espinazo.
Mientras las dos puntas del laberinto social venezolano
comienzan a unirse, la cuarentena militar aumenta sin control, planificación y arropada
de preocupaciones, gracias a la desinformación intencional, el acoso a médicos
y periodistas, y las mentiras de la dictadura sobre la pandemia. El
desconcierto existe en cada nivel del poder rojo rojito, porque sin dudas, el
temor de enfrentar una crisis sobre otra hace que se mueva un mar de fondo que,
inexorablemente, inclina el fiel hacia el lado democrático; paradójico pero
cierto. La sinrazón hace presencia en las cadenas de radio y tv. La triada que
gobierna trata de que el vocero designado tenga el punch, que ayude a mostrar
que tienen control. Resulta todo lo contrario.
Uno a uno las divisiones que controlan Miraflores presentan
tácticas para ver quien la pega. Por un lado, echan mano de los adláteres de la
mesita para culpar al presidente encargado de las sanciones. El grupo radical
hace lo único que sabe, perseguir y encarcelar. El otro sector, el más
calculador, se vale del vocero más detestable que tiene y monta una novela de
ficción, con el cuento de magnicidio y golpes de estado. En lo único que
parecen concordar, evadir -como sea- las cifras reales de casos sospechosos,
infectados y posibles decesos causados por el coronavirus. Cóctel que se espesa
con la falta de combustible, gente sin dinero para comprar alimentos, apagones,
sin gas doméstico; en fin, ingredientes más letales que el uranio.
No es cuestión de colores, gustos y, mucho menos, de ganas.
Hasta este servidor tuvo que enfrentar el hecho de que la historia de la
tragedia venezolana presentó un giro inesperado, mientras escribía cada párrafo
del artículo. No digamos que es el capítulo final, pero si la sentencia
inequívoca de que el régimen se encuentra en sus últimas horas. Como no analizar la acusación formal de terrorismo y narcotráfico, que el Departamento
de Justicia de EE.UU. hace contra Maduro, Moreno, Padrino L. y todos sus
terratenientes. Interesante por demás, porque del plano político ahora salta a
lo estrictamente judicial, es decir, la cúpula miraflorina es catalogada de
criminal. Se le han pegado en la frente dos etiquetas que traducen, que serán
cazados y detenidos; la hora ha llegado.
Con la pandemia de telón de fondo, el tiempo de prórroga es
finito y ha dispuesto terminar antes de lo previsto. Hay dos salidas posibles para
la dictadura: renuncia administrada o salida forzada; así de sencillo. “La
fiesta se acabó” fue la última frase del Fiscal Barr y, ciertamente, es la mejor
descripción del momento. Es necesario entender que, desde ahora, EE.UU. tiene
argumentos legales para ejecutar la detención de los miembros de la banda roja.
Aunque se hacen comparaciones con lo ocurrido en la Panamá de Noriega, la situación
venezolana es más compleja. Quizás en las formas se asemejan, pero el fondo es
distinto. El chavismo representa una red criminal extensa que tiene nexos con
el terrorismo. Padecemos un país sin nada. Sin embargo, en plena destrucción y con
un virus en el ambiente, todo indica que el cáncer que nos oprimió como
sociedad ha culminado.
Miguel Peña G.
@miguepeg
Acertado en todo lo que dices, ahora después de esta lectura el tiempo y paciencia van hacer mis mejores aliados. Gracias Sr Peña.
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