Bitácora en Cuarentena
Luego de cuarenta días de encierro, la realidad sigue su
rumbo a escenarios que nos eran inimaginables hace 20 años, cuando el destino
nos impuso este camino. Aunque, muchos sabían de antemano que la llegada de la
pandemia a tierras propias sería el arma invisible que la dictadura aplicaría para
cercenar aún más las libertades ciudadanas, la fortaleza de seguir vivos no
permite que el mal se apodere del destino escrito. De momento, todo parece venirse
abajo sin obstáculo alguno por una pendiente bien pronunciada. La idea oscura
de forzar la separación social, con el propósito de silenciar las protestas no
han servido de nada.
Nada más fue temporal la táctica. El descontento
generalizado se apodera no solo de las calles del país, sino de las
explicaciones y los discursos vacíos de quienes pretenden venderse como víctimas
de un enemigo imaginario, fabricado en los inmundos pasillos del castillo de
naipes que gobierna. Contra viento y marea la verdad desgarradora sale a flote.
Nadie pude ocultar la crisis que se erige como guadaña en cada hogar
venezolano. Imposible escapar de los acontecimientos; ni el régimen podrá
hacerlo, son demasiados desaguisados juntos. No es posible pensar que Maduro y
compañía saldrán sin rasguños de esta lluvia de clavos. No son inmunes y,
muchos menos, invencibles; quizás son imbéciles, pero nada más.
Mientras nuestro viaje avanza hacia las semanas decisivas,
las indecisiones y las artimañas como parte del plan criminal de mantener el
poder, salen de una galera remendada que no guanta algún zurcido más. Al no
poder contralor el aluvión de protestas en las diferentes regiones del país, golpeadas
hasta al cansancio por el régimen, el objetivo es que el descontento social no llegue
a la Joya de la corona: Caracas. Aplicando tácticas guerrilleras, atraviesan contenedores
trancado vías estratégicas e indispensables: las autopistas Caracas-La Guaira y
la regional del centro. El temor de una invasión o un madrugonazo los lleva a convertir
a la capital en una zona inexpugnable. El sitio de resistencia chavista, el bunker
final pues.
Cuando los miedos hacen sucumbir las odiosas bases y
postulados chavista, la antipolítica ve una nueva rendija. “El enemigo de mi
enemigo es mi amigo”, es la consigna que cantan las filas de aquellos que buscan
por imposición y aclamación la silla de Miraflores. Romper el cuórum de una sesión
parlamentaria, activar laboratorios con campañas sucias y utilizar medios
digitales para posicionar titulares fake en la opinión pública, son visos inequívocos
de que la plutocracia que odía a la politica y el chavismo diseñan un pacto de no
agresión, que les permita unir esfuerzos contra el enemigo común: La Asamblea
Nacional y la presidencia encargada. Esto demuestra que el bono de salud que el
presidente Guaidó gestiona, les movió el centro de gravedad.
A la bitácora de la cuarentena le faltaran hojas y tinta, donde
se pueda describir todo lo que ocurre en este tramo final del viaje. Los
acontecimientos ocurridos, abren espacio con infinidad de razones concluyentes
sobre el final de Maduro. Agencias de noticias montadas en fakes, portales
nacionales que fabrican verdades para sumar seguidores, unos cuantos diputados que
dibujan una estrategia balurda, casi al estilo de la perestroika, para
conseguir alguna rendija que le permita a su líder meter su retórica y calar en
las preferencias, son indicios inequívocos de que la democracia toma su cauce y
deja por fuera el bagazo político.
Es cierto que en cuarenta días de encierro no podemos
definir horas y, muchos menos, cuando inicia o termina el día. El calendario no se ajusta,
sino se adapta de golpe y porrazo a una situación social, sanitaria y política sin
precedentes en la historia republicana del país. Mientras las zancadillas
financiadas se desesperan por atravesase, el régimen trata de apagar los fuegos
internos que parecen avivarse al mismo tiempo que las llamas de los locales que
se queman a diario. Escándalo
tras escándalo, el COVID-19 sirve como pega tanque para tapar las fisuras
públicas en las que el régimen queda desnudo en su accionar improvisado y
criminal. Las aguas de momento parecen estar tranquilas y controladas, pero el
mar de fondo que no se ve, hará que el viaje concluya en el tiempo menos
pensado.
Miguel Peña G.
@miguepeg
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