Fuera de Órbita






Todo parece estar en el aire. La vida venezolana sigue al pie de la letra, una tragedia mundial que se ve marcada por una pandemia que cuenta en minutos los muertos. Luchamos a brazo partido con dos virus al mismo tiempo, uno que lleva veinte años oprimiendo los aires de libertad, y otro que no sabemos el daño causa, en vista de que las cifras de contagio emitidas desde el búnker rojo no son certeras y fiables. Una cuarentena eterna que no dibuja fin, por lo menos en este país, ya que el dictador ha sentenciado que la normalidad de ahora en adelante será “vigilada” durante dos años. Es decir, usted no podrá protestar, criticar, reunirse, ni siquiera asistir a la iglesia, ya que el delito perfecto que el régimen se ha inventado es: sospechoso de portar el coronavirus.

Ni la pandemia más letal que ha padecido occidente, enfoca el sentido común del chavismo. Siguen enfrascados en mantener activa la estéril y criminal guerra de guerrillas social, que aplican a los venezolanos desde su llegada al poder. Caminan sobre su “obra maestra”: La Muerte perpetua de un país. No importa qué o quienes se encuentren bajos las suelas sucias, el único propósito principal es no abandonar Miraflores nunca. Se han dispuesto a protagonizar una versión modernizada de Tahafut al-Tahafut; “La destrucción de la destrucción”. Queda claro, que a ningún representante del régimen le preocupa que Venezuela les sobreviva, prefieren desmembrar cada calle, avenida e institución, antes de reconocer que es hora de salir.

Miserable actitud de mostrar control de la situación, cuando en realidad todo lo que tratan de asegurar y dar por hecho, es cortado con el filo de una realidad que tasajea hasta el aire que respiran. El régimen vive su etapa de negación de forma desvergonzada. “Nada extraño”, dirían algunos expertos en política, visto que la historia nos ha enseñado que los regímenes opresores en sus últimos días crean una ficción acorde a su estado mental de nervios, inseguridades y miedos.  Mientras más afuera se ven del poder, las bizarras escenas de Miraflores se hacen hilarantes. No porque sea broma el accionar de Maduro y compañía, sino porque el destino siempre les brinda una respuesta a cada mentira que dicen.

La pérdida de órbita del satélite Simón Bolívar, representa un ejemplo exacto del significado de chavismo. Que mejor comparación existe con la desdichada gestión comandada por Chávez y Maduro. La construcción de una “política” que se fundó sobre una mentira vulgar y de la más baja ralea, tenía que finalizar de la forma que se vislumbra en el horizonte. El día menos pensado y analizado parece haber llegado sin avisarle a nadie. En ocho días, luego de la acusación formal de narcotráfico y terrorismo hecha por el departamento de justicia de EE.UU., los acontecimientos se precipitan de manera engranada. La maquinaria del monstruo de metal se ha encendido y, claro, sabemos cuál será el resultado. El martillo se dispone a bajar la cabeza para indicarnos que la justicia, ha decidido aparecer y finalizar el cuento de horror.

Amenazas, insultos e intimidación se pierden en una mar de voces que protestan por falta de gasolina, comida y salud pública. Las arengas y frases hechas se lanzan para esconder el sorpresivo escenario que les marca la salida. No esperaban el movimiento naval del imperio. Quieren dar un juego de blofeo, pero no contaban que la contraparte jamás develaría las cartas hasta tener el póker seguro. Gritan su nueva consigna: “Furia Bolivariana” y, ciertamente, nadie sabe con qué se come eso. Entre tanto, esa furia en las primeras de cambio, deja un saldo -por no conseguirle otro nombre- de comedia: un satélite con la órbita perdida, una patrullera de vigilancia hundida por un barco de turistas y una cadena para mostrar a otro usurpador.

No es cuestión de subestimar, sin embargo, ante ese panorama de comiquita barata llega a nuestras aguas limítrofes la US NAVY; que pena con la visita. Al tiempo que dentro de las filas rojas el debate es artero y salvaje, dentro del grupo purpura que dice ser opositor nada es amor y paz. La elevación del ancla de la Marina estadounidense los tomó desprevenidos. Sin argumentos coherentes, la única solución fue elaborar una campaña con tres pilares:  Adjudicarse el éxito de la gira de Juan Guaidó, analizar a su conveniencia la estrategia de EE.UU., y denigrar el nivel profesional del presidente (E). Adiós a los exilios dorados y a los programas pagados desde el exterior; a ellos también se les terminó la fiesta.

Con calles tranquilas y las aguas agitadas, llega un abril atípico y desconcertante. Las paradojas de la vida parecen orientar los acontecimientos que delinean el retorno a la democracia. ¿Será que el mes donde comenzó toda la lucha, también es el tiempo en que culmine? En el ambiente se respira una calima espesa y saturada de conclusión, eso sin dudas. EE.UU. no hace nada a la ligera, mucho menos, mover a su ejército. Estructura una red envolvente en la que nadie puede soltarse. La propuesta del Presidente encargado sobre la transición venezolana, no puede considerarse improvisada, al contrario, está muy bien planificada. Además de conseguir respaldo internacional, abre un boquete enorme en el entorno de Maduro. Al final, todo se reduce bajo una misma percepción: el “poderoso” régimen chavista, la “inquebrantable” revolución bolivariana perdió -si es que alguna vez tuvo- la órbita.

Miguel Peña G.
@miguepeg

Comentarios

Entradas populares de este blog

Gira en 360

No lo llame Diálogo, llámelo…

Enterrada la república, muerta la democracia