Transición Catalítica






Existe un vivo debate entre los venezolanos sobre la necesidad de que se inicie una transición con Maduro en Miraflores. El problema de tomar esta solución como la “mejor”, no solo agravaría la crisis que azota al país por los cuatros costados, sino que avalaría uno de los despropósitos políticos y jurídicos más aberrantes de nuestra historia ciudadana. Es impensable pretender salir del atolladero en el que estamos, sin establecer una negociación efectiva que permita una transición medianamente aceptable. Sin embargo, esto no puede significar que deba acordarse gobernar con la cúpula chavista que está acusada de narcotráfico y terrorismo.  

No se trata de radicalismo exacerbado, simplemente, es sentido común a rajatabla. Toda transición a la democracia, además de estar fundamentada en el cese de las posturas intransigentes de las partes en conflicto, también debe contar de manera irrestricta con el respaldo de los ciudadanos. La ecuación es sencilla, no necesita recovecos jurídicos, políticos y, mucho menos, grandilocuencias rebuscadas que solo buscan esquivar cualquier enfrentamiento negociador. Es más fácil arrodillarse que mantener criterios. Si la idea de intervención militar es tomar salidas abruptas y vertiginosas a una situación compleja como la venezolana, igualmente, lo es adoptar la postura de negociar por negociar. Es decir, dejar que el criminal se salga con la suya.

En medio de las innumerables interrogantes, de los dimes y diretes, y de las galimatías que invaden los discursos del régimen y sus títeres melenudos de la mesita, la verdad es que el ambiente social se caldea a cada hora. Ya no se trata de  esperar una chispa que encienda a la rabia contenida por tanta desidia, abuso y mediocridad chavo-madurista. En plena cuarentena las protestas que dan pie a visualizar un escenario social movido como avalancha, pululan en los distintos rincones del país. Falta de combustible, gas doméstico, servicios públicos en el piso, persecución y la incertidumbre del COVID-19 se convierten, sin ninguna duda, en los catalizadores del final que se posiciona sobre la cabeza del régimen.

Todo tiene un límite y en Miraflores lo saben. Con veinte años menos en el pólder que la cuarta república, al chavismo no le queda nada que demostrar. Ya es obvio lo que buscaban desde el principio, que los mueve como organización y cuales son sus planes presentes y futuros. No tiene sentido moldear una aparente bola de “arcilla” para convencernos de que tomará la forma deseada. En términos prácticos, el chavismo es lo que es, razón por lo que no puede seguir en el poder. No es cuestión de medir quien es bueno o malo, ni cual chavista es inocente o culpable, lo relevante es configurar una transición viable con aquellos rojos que estén menos involucrados en acciones criminales. La democracia hará el resto.

Hoy o mañana resultaría indecente darle cabida al causante de la destrucción final.  El solo hecho de justificar la presencia de Maduro en la transición, tira por el piso el proceso de cambio radical que la sustenta. Un gobierno transitorio debe atender demasiados temas delicados, por lo que necesita gente cabal, medianamente decente y con experiencia en la gestión pública. Mientras de un lado se regodea del zapping en Netflix, el presiden Guaidó anuncia un bono de 100$ al personal del sistema de salud pública. “Sin distinción política, sin "carnet de la patria”, para todos por igual", son las palabras de un presidente serio y responsable. Al final y después de tantos años de oprobio, tenemos que procurar reconstruir una democracia sana ¿imperfecta? Si, pero democracia sin condiciones.

El país entra en ebullición social indetenible, lo que permite a todas las piezas del tablero moverse al mismo tiempo con el propósito de arrinconar a la dictadura. La estrategia de implosionar los pocos apoyos sociales del régimen es una acción que forma parte del gran plan. El bono de salud es el primer paso hacia la conquista y control del aparato institucional del Estado. En cuanto al lado político y militar, EE.UU. envía mensajes claros y directos; el Almirante Faller le habla a las FANB y Abrams a la cúpula roja. No existen disyuntivas e indecisiones, la solución a la crisis venezolana es cristalina. Nadie puede esperar una chispa que provoque la debacle del régimen, la salida inició bajo un proceso catalítico y está en marcha.

Miguel Peña G.
@miguepeg

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