Mentiras sin efectos






Las distintas crisis que padece el país han acabado convirtiendo el altavoz mediático del régimen en un tono solemne, casi trágico, con figuras rojas que reproducen en sus parcelas los ruidos mediáticos más propios de la política resentida y rancia, que los ha caracterizado en veinte años de mandato. No existen estrategias definidas, solo la repartición del país como si de un vulgar botín se tratara. La triada del poder rojo entendió que el final es irreversible y como tal, deben enfrentarlo de la mejor manera posible. En términos prácticos y en lenguaje chavista: “si no puedo gobernar, el que venga lo hará sobre las ruinas”. Esa es la única carta que se jugarán.

Las primeras lecturas que se pueden dar sobre los cambios en PDVSA muestran de manera inequívoca, que la dictadura asume posiciones de defensa ante una eventual caída. Bajo esta lupa, dichos cambios en la otrora principal industria del país debemos tomarlos con mucho cuidado y preocupación, es decir, no llevarlos al terreno simplista de: “es más de lo mismo”. Solo basta con leer el prontuario de quien hoy es el nuevo Ministro de Petróleo, para tener una mínima idea de lo que se preponen con este cambio que, dicho sea de paso, le quita de tajo al poder militar el control del sector energético venezolano. Un terrorista en potencia es un terrorista y así lo asume EEUU. La pregunta es: ¿lo asumiremos nosotros también?

El andamiaje burocrático y populista que el chavismo armó con el fin de lograr control social se viene abajo. Con el precio de petróleo en el piso y sin flujo de caja, lo que queda es rematar la industria petrolera al mejor postor. Es aquí donde encaja la terrible designación de Tareck El Aissami. La escalada radical puede llegar a niveles insospechados. De este modo, la administración Trump acusa recibo de este movimiento retador del régimen que resulta muy peligroso para la región entera. En las primeras de cambio, la lógica sobre este cambio en PDVSA se orienta hacia esquivar las sanciones. Sin embargo, hay otras aristas geopolíticas más profundas y determinantes, que harán que EEUU presione como nuca antes a Maduro y su combo.

EE.UU. inicia movimientos como respuesta a esta designación de El Aissami y a la intervención peligrosa de Irán en los asuntos energéticos venezolanos. Las declaraciones del secretario Pompeo, en las que asegura que "mantienen comunicaciones permanentes con el régimen, incluido el propio Maduro"; y el decreto donde se convoca a la reserva militar para ayudar en la operación antinarcóticos del Caribe, muestran en definitiva que el reto desesperado que lanza Maduro solo hace que se acelere su retirada. Sin importar que utilicen a Rupérti para traficar gasolina, o darle la tarea de declarar en los medios a Falcón, a fin de culpar a Juan Guaidó de la escasez de combustible, la verdad es que Maduro está contra las cuerdas sin defensa alguna.

En el vaivén extraño y embustero que tiene el discurso del régimen, se asoma una tímida bandera turbia que pide un “alto al fuego” y una alianza política para atender la crisis. Bandera de paz que se cae de golpe, cuando Maduro decide supervisar la producción de la única empresa de alimentos que funciona, persigue a periodistas por informar el impacto del COVID-19 en Venezuela, en fin; quien puede creerles. Estamos acostumbrados, a la táctica deshilachada del chavismo de pedir acuerdos cuando se ven perdidos. Esta vez, ese dardo envenenado no tiene efecto dentro del liderazgo político opositor, ni en los ciudadanos. Conseguir un acuerdo nacional pasa, sin dudas, por la salida de Maduro.

El arrase total que pretenden dejar a su salida y en una muestra más de cobardía, la dictadura cumple a cabalidad la rutina de detener a ciudadanos por el reclamo legítimo de los servicios públicos destruidos durante dos décadas. Montado en una tabla de salvación de color amarillo brillante, Maduro busca sortear las sanciones y la falta de combustible. Vacía las reservas de oro que controla y se las entrega a los iraníes para la reactivación de las refinerías. La preocupación del estallido social sacude a Miraflores sin piedad. Con todo este panorama en frente, no son de gratis las declaraciones del Secretario de Estado de EE.UU. y del mismo presidente Guaidó: “estamos cerca de una transición en Venezuela.” Vale acuñar: y las mentiras no tienen efecto.

Miguel Peña G.
@miguepeg

Comentarios

Entradas populares de este blog

Gira en 360

No lo llame Diálogo, llámelo…

Enterrada la república, muerta la democracia