Bendita Transición

 


Cuando se habla o piensa en transición, la mayoría de la gente tiene el errado concepto de que, con el mero hecho de mencionar esa palabra, Maduro se irá automáticamente de Miraflores. No es necesario acotar que el fenómeno político venezolano resulta ser muy atípico -por decir lo menos- razón que hace, a todas luces, que la transición resulte más compleja que el propio “gobierno” nefasto que nos azota desde hace dos décadas.  En principio, nada puede darse por sentado, y no es para menos. Pensar que se puede pasar de un “modelo de gobierno” destructivo y criminal como el chavista, al estable mundo de la democracia de la noche a la mañana, es mantener un grado de inocencia digno de un estudio psicológico.

Nadie puede albergar dudas de que en estos momentos se gesta la transición a la democracia. Por supuesto, esta no se presenta como algunos furibundos y sumisos gritan o pretenden pues, aunque parezca increíble, nuestro fenómeno político transitorio es dinámico y se adapta a cada circunstancia que se presenta en el camino. No se trata de radicalismo exacerbado, simplemente, es sentido común a rajatabla. Toda transición a la democracia, además de estar fundamentada en el cese de posturas intransigentes entre las partes en conflicto, también se amolda a lo que ocurre en las calles y avenidas del país. No existen cambios de modelos buenos y malos, solo negociaciones medianamente racionales que ayudan a una cosa sencilla; a no matarnos a tiros.

Es importante que usted, querido lector, entienda en justa dimensión que las transiciones políticas, nunca van de la mano con buenos deseos y pareceres; por el contrario, escupe sin medias tintas, a todo aquel pretenden sacar rédito de ella. Más allá del legítimo desespero social que agobia a los ciudadanos, lo sensato en este momento desde nuestro rol civilista, es comprender toda estrategia que se emprenda, por mas incomprensible que parezca, repito, por más incomprensible que parezca. La ecuación es sencilla, no necesita recovecos jurídicos, políticos y, mucho menos, grandilocuencias rebuscadas que solo buscan esquivar cualquier movimiento transitorio. Es más fácil arrodillarse que mantener criterios. Si la idea de intervención militar es tomar salidas abruptas y vertiginosas a la situación complicada de Venezuela, igualmente, lo es adoptar la postura de negociar por negociar. Es decir, dejar que el criminal se salga con la suya. 

En términos prácticos y deportivos, el régimen viene siendo superado física y mentalmente por el mundo democrático occidental. No solo lo que ocurre con DIRECTV -que ya es mucho decir- representa una derrota política monumental para la dictadura. Es que, si sumamos con detalle; es la confiscación de gasolina iraní, el comunicado del Grupo de Lima, la UE, EE. UU. y la coalición de países en contra del circo electoral que pretende en diciembre; el hartazgo de la gente por no conseguir combustible, la pandemia que cobra vidas, en fin, un cúmulo de hechos que se junta para mostramos en vivo y a todo color, que el fin del ciclo más doloroso que nos ha tocado padecer como sociedad se cierra.

Nadie tiene porque entender al 100% lo que ocurre tras bastidores, visto que  la política de alto nivel es un terreno que se mueve constantemente. Lo que sí se puede dar por sentado, es que el régimen en este tablero transitorio va otro ritmo, es decir, la improvisación, la falta de experiencia política, el desgaste, la corrupción y la ineptitud, no pueden taparla con petrodólares. Solo queda el secuestro y la represión como argumentos negociadores. Me atrevería a decir, que el mundo democrático está actualmente planteando la salida a los que mantienen al régimen, es decir, los militares. Como dice John Magdaleno: “La restitución de garantías es vital en todos los casos de transición, para ello es necesario que se reduzcan los costos de salida de los factores de la coalición dominante”.

La bendita transición se dará, así no se entienda el cómo, cuándo y el porqué. El país entra en ebullición social indetenible, lo que permite a todas las piezas del tablero moverse al mismo tiempo con el propósito de arrinconar a la dictadura. La estrategia de implosionar los pocos apoyos sociales del régimen es una acción que forma parte del gran plan. No existen disyuntivas e indecisiones, la solución a la crisis venezolana es cristalina. Nadie puede esperar una chispa que provoque la debacle del régimen, la salida inició bajo un proceso catalítico y está en marcha.

 

Miguel Peña G.

@miguepeg


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