El Gran Reto

 

Es muy prematuro sacar conclusiones del trayecto espinoso que resultó ser el cese de la usurpación. Son demasiadas aristas que se remojan en un balde de incertidumbres, desdichas, pobreza, caristias y, por si fuera poco, de pandemia. Con el paso de los días, los golpes certeros a la estabilidad emocional del ciudadano común han llegado a limites jamás creídos por cualquiera de nosotros. Una y otra vez, se ha tentado a la sociedad civil de tal manera que resulta raro e inexplicable, como la gente ha contenido tanto tiempo su deseo de ser libre y hacerse respetar del régimen chavista. La ira contenida es una bomba de tiempo que, parece soltar, radiación social de apoco. Nadie sabe hasta donde será la onda expansiva. 

El dato relevante dentro de esta película que pasa frente a nuestros ojos en modo step motion, es el número de protesta que se da a diario en cada región del país sin importar pandemia, fusiles de madera, guardia pretoriana y mortadelas danzantes. Además del obvio hartazgo generalizado, otro punto digno a resaltar es que las distintas manifestaciones toman un aire unificado y coordinado. Por supuesto, esto no quiere decir que alguien lidera -unilateralmente- el descontento, más bien, todo indica que la gente entendió de una vez que la única manera de ayudar a conseguir el cese de la usurpación es con la participación directa. Cierto, la crisis ya no deja muchas opciones a una sociedad diezmada, pero las ganas de recobrar la vida normal en democracia, es la inyección que nos hace falta para seguir adelante.

Mientras se hace inminente el hundimiento del barco, el reto de algunos es disponerse a saltar por la borda incluso sin salvavidas. Nadie quiere llegar al fondo y ver de cerca el verde abisal. Las enormes conjeturas que inician en las filas de la coalición roja presentan unas estimaciones políticas y jurídicas nada agradables. Las voces disidentes dentro del entramado criminal se dejan escuchar cada vez más fuertes. La mayoría no desea ser “víctima” del informe de la Comisión de Hechos de la ONU, delegación que recibió apoyo del organismo multilateral, con el propósito de seguir la investigación profunda de los crímenes de lesa humanidad en contra de los venezolanos. La hora se acerca, es inevitable la rendición de cuentas. Es insostenible para el mundo una horda criminal como la madurista, es así de simple.

Surgen varios retos que son necesarios afrontar, por más miedo y comodidad existentes. La expansión del mal chavista enciende las alarmas en todas las sociedades democráticas. En la distribución de cargas, la comunidad internacional tiene un escollo que debe asumir sin demora. Luego del informe de la ONU sobre el régimen de Maduro, la lentitud burocrática y diplomática de los gobiernos organizados en la ONU y la OEA, son puestas a prueba como nunca. Ni en tiempos de los Nazis, la colación de países se vio tan comprometida en la toma de decisiones. Es sí o sí. No cabe medir la “O” por lo redondo. La urgencia de emprender acciones lo han entendido en la UE, algo que se evidenció en la interpelación del señor Borrell. El varapalo que recibió el miembro del PSOE demuestra que el régimen se queda sin infiltrados y colaboradores de alta alcurnia. No podrán evitar su salida de tajo y, mucho menos, unas elecciones libres.

En lo interno, es insoslayable darle forma a la unidad político y social que, sin importar que suene a cliché, es lo que toca en estos momentos cruciales. Se debe apostar a la unidad, no por capricho de nadie, sino porque es la única manera de terminar de desmembrar al “tren de Miraflores”. La presidencia encargada ejecuta la estrategia de la comunidad internacional, a pesar de los muchos peros que saltan en cada análisis y conclusión. Más que medir la situación por sondeos y encuestas, existen indicadores que reflejan cuando un gobierno esta en las últimas; basta con leer las declaraciones del PCV. Los aduladores de la mesita se desgarran en megas, para presentar números enflusados que solo adornan los bonitos textos que escriben. Esto no es cuestión de datos electorales, sencillamente, las cifras protagonistas son las presentadas en el informe ONU; datos que reflejan cuantos muertos, torturados, presos políticos hay en el país. 

Los grandes retos que los venezolanos tendremos que emprender como sociedad al iniciar la sexta república son infinitos. Mas allá de los estructural, político y económico, se nos presenta el mayor de los retos: el civilista. Esta simple concesión social, nos permitirá no cometer los mismos errores como en los años 92, 94, 98 y los años siguientes. Dentro del rol ciudadano, es imperativo transformarnos en interpeladores del poder, es decir, hasta en las designaciones de ministros debemos meter la lupa. El asunto no pasa por gustos y colores partidistas, sencillamente es confrontar el hecho de que el país depende de la acción de cada venezolano. Participar, interpelar, analizar y lo más importante, saber elegir. El reto no pasa por cambiar solo el modelo destructivo rojo, también, es inaplazable darle la vuelta a nuestra mentalidad ciudadana.

Miguel Peña G,
@miguepeg

Comentarios

  1. Muy cierto, después de lograr nuestra ansiada libertad, tenemos que esforzarnos en recuperar el civismo

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