Caminante de Pasillo
A medida que se acerca la fecha la farsa electoral, el régimen llega a un curva de desgaste muy pronunciada.Ciertamente, con el puño de hierro cerrado y la hoz levantada, esa misma incertidumbre que le hace perder el control, lo motiva a endurecer su actitud criminal en contra de cualquier cosa que se mueva y le haga oposición. La angustia de saberse descubierto, el desplome de las lealtades, la pandemia, etc., causan mella en un sistema autoritario deplorable que se queda sin argumentos de peso que justifiquen su permanencia. Parece chocante pensar en la debilidad del madurismo cuando, a todas luces, aparentemente ocurre lo contrario; claro, no es cuestión de percepciones, sino de realidades.
El desespero político es muy bien administrado por el régimen. En este punto, es donde el venezolano debe estar preparado para no caer en las mismas trampas de costumbre. Detenciones, persecuciones, torcer la realidad, inventar presentes y hablar en gerundio forman parte de esa estrategia sin inventiva, pero mortal, que salen de las propias calderas de Isengard. La necesidad de aparentar al mundo occidental que en Venezuela habrá una elección legal, se transforma en un el laberinto que cierra cualquier salida. La molécula contra el COVID, la detención de Roland Carreño, usar la ayuda humanitaria como propaganda y la elección presidencial estadounidense, sirven de escudo discursivo ante la inminente debacle institucional que se avecina.
El país democrático rema en aguas turbulentas que no tienen descanso. A pesar de que cada sacudida trae más desgracias que soluciones, es imperativo no renunciar y mantener el esfuerzo porque, sin dudas, seremos testigos de momentos difíciles en los próximos días y semanas. En su carrera contra el tiempo, el régimen se ha dispuesto a destruir lo que queda de infraestructura de país y, por si fuera poco, exterminar al venezolano. Basta con mirar nuestra principal industria, para entender de que se tratar el cáncer chavista. No menos de 20 derrames petroleros y fugas se han contabilizado durante este año, todo gracias a la inoperancia y la entrega de nuestra soberanía energética a los iraníes. En lo social, ya nada le importa. Aglutinar gente acarreada a mítines partidistas como ocurrió en el Zulia, es muestra inequívoca de que en Miraflores no tienen una pizca de empatía por el ciudadano.
Mientras lobistas, pagos y chantajes caminan por distintos pasillos, el chavismo recibe uno de los golpes mortales -por no decir definitivo- que el mundo democrático le haya asestado a una dictadora en ejercicio. Después de tantos meses, la Corte Penal Internacional ha confirmado en voz de la fiscal Fatou Bensouda, que “existen fundamentos para creer que, en Venezuela, se cometieron crímenes que son competencia de la Haya”. Esta declaración, además de abrir las puertas del pasillo de los acusados a varios personeros importantes y de medio pelo del régimen, deja claro que la estrategia de la comunidad internacional, la Asamblea Nacional y la presidencia encargada, encumbra el objetivo principal; retomar la democracia en el país. El inicio de la fase tres de la investigación quita, sin tapujos, toda charada legal que el régimen quiere ponerle a su show electoral.
Los caminantes comienzan
a visualizar en silencio, el destino que los llevará al pasillo letal de su futuro.
Un pasillo con paredes grises que se mezcla con colores distorsionados donde posarán
una versión moderna del “Grito” de Edvard Münch. Es difícil ocultar los crímenes
ocurridos en Venezuela. El informe de la ONU y, ahora, la intervención de la CPI
pone a rodar una bola de nieve que nadie sabe cuanto crecerá. Las peleas y
señalamientos dentro del chavismo serán para coger palco. “Recibí ordenes, yo
no quería, me amenazaban”; en fin, la cantidad de justificaciones de los
culpables no tendrá límites. La cúpula de la coalición del crimen está en modo escurrir
el bulto, es decir, buscará a chivos expiatorios para tratar de salvar su responsabilidad.
Ya es demasiado tarde.
Miguel Peña
@miguepeg

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