Troposfera Parlamentaria

 

Desde el 2015 todo tiene que ver con el parlamento nacional, es allí donde se echaron las bases esperanzadoras de retomar la democracia. Hace cinco años el país asumió que la lucha terminaría con un parlamento opositor que, además de fungir como contrapeso, le diera fin al error político que ha costado vidas y destrucción institucional. Nadie podrá decir que nunca tuvo la ilusión de llegar al 2020 con una Venezuela libre y en democracia. En estos momentos mirar hacia atrás y pensar en que nos equivocamos sería inútil e incensario, visto que el destino político nacional no tiene tiempo de esperar lamentaciones colectivas, frustración, desprecios, rabias e impotencias. 

Millones de conclusiones surgen de estos años de “control opositor” parlamentario. Los diversos ángulos que cualquier analista decida tomar para ayudarse a entender que pasó, pasa y pasará, arrojan una serie de datos que, superficiales o no, dan un contundente resultado; el bloque opositor falló en la misión que le fue encomendada en las urnas. Simplemente, no supo hacer un buen manejo legislativo. Suena cruel, pero como el futbol, el mundo de la política es injusto y nunca se mide por aproximaciones o intenciones, se valora por los resultados; así de simple. Ahora, bien, al ser la situación venezolana tan compleja, decantar conclusiones con este resultado genérico y simplista es padecer un desfase en el cálculo.

La línea que separa un discurso social aglutinador de la súplica de apoyo, es desgarradoramente fina. No es cuestión de ser juez y verdugo de la oposición democrática que vive su peor momento, a fin de cuentas, el liderazgo partidista ha luchado contra un monstruo criminal y despiadado que se alimenta de la ruina del otro. A pesar de la vasta experiencia dentro de los más grandes partidos políticos, se han manejado con mucha candidez frente al régimen. No analizar a fondo los antecedentes morales de los candidatos en el 2015, permitir los chantajes institucionales del Miraflores y su tribunal, no medir a los diputados infiltrados dentro de la bancada, entro otras desatenciones políticas, nos han llevado a dar este grito desesperado de: “participe en la consulta popular”.

Ciertamente, es muy fácil con el periódico del lunes señalar el falaz: “yo lo sabía, o yo tenía razón”. Las equivocaciones de la AN son también nuestra responsabilidad. Tenemos una constante desatención ciudadana hacia el parlamento. El asunto iba más allá de asistir a una marcha, es decir, nuestra misión tuvo que enfocarse en darle mejor piso político a los diputados para blindar su estrategia legislativa. Nos conformamos con darles el voto y luego pensamos que todo se daría en piloto automático. Nos desentendimos -como siempre- de lo que presumimos no estaba en nuestro control. Al hablar de la salida del régimen, insistimos en tomar partido visceral por una tesis u otra, sin darnos cuenta de que no importa la estrategia sino el compromiso que se tome con la causa mayor.

En el universo de tropelías rojas, el régimen hace la “campaña electoral” para promover el bodrio el bodrio legislativo del 6D más que a sus candidatos de comiquita. Se inventa simulacros de debates en el que los argumentos y planes no llegan ni a juegos de chapas. El presentador de show televiso, en vez de concretar en los aspectos más peliagudos que afectan al país y a la misma elección ilegal, avanza a base de cuestiones que, de tan genéricas, son la antítesis del periodismo: “¿Qué le gustaría aclarar o a quienes van a poner presos?” Así de sinvergüenzas y mediocres se han vuelto algunos canales y periodistas. El paripé que la dictadura hace frente a las cámaras no tiene ningún efecto, cuando cada uno de los candidatos a la usurpación de la AN abren la boca. Maquillaje y posturas se caen porque no son democráticos.

Miguel Peña

@miguepeg


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