"Merkelianos"

 


En pleno SXXI, era en la que se destacan términos como Youtuber, influencer, gamer, etc, vemos como una señora de 66 años se abrió paso -como los otrora Panzer alemanes-, en un mundo interconectado y rodeado por una muralla digital casi inexpugnable. Sin estridencias, posturas ambiguas y con alto grado de servidor público, Angela Merkel ha sabido congraciarse con los mejores preceptos del liderazgo y de la buena política. Sin importar el tema abordado, nunca fue difícil sucumbir a los encantos de cada discurso proferido por la líder alemana. Desde economía hasta deporte, cada concepto y argumento se hacían casi irrebatibles gracias a la credibilidad que le brindaba su gestión de gobierno.

 Desde 2005 Alemania se cobijó bajo las alas de una verdadera Engel de la política. Durante 16 años en el cargo enfrentó crisis de distintos calibres: colapso del sistema financiero mundial en 2008, las amenazas de disolución de la Unión Europea, la gran ola migratoria hacia Europa en 2015 y en la actualidad el covid-19. En todo momento destacó la importancia de proteger a los alemanes y actuó con un solo norte: priorizar los intereses de los ciudadanos sin distingo de raza, credo y posición política. Con este corolario gerencial, con viento a favor en las preferencias y tras un largo mandato, la canciller anunció en 2018 que no buscaría una quinta elección para gobernar más allá de 2021.

El fin de la era Merkel nos motiva y nos hace creer en que, si es posible, desear un jefe de gobierno honesto, humano y con gran capacidad profesional en el manejo de los asuntos públicos. Hablar de un legado mundial es banalizar y trillar su gran gestión. Más que palabras y frases rebuscadas, el origen de ese legado que deja como servidor público se puede ejemplificar contundentemente, con el simple hecho de que Merkel fue excelente negociadora en las complejas divisiones e intereses dentro de la Unión Europea. Ni hablar la huella que deja en Alemania, donde Merkel ya es un verbo en sí mismo. En el neologismozu, merkeln significa algo como no tener una opinión fuerte sobre cualquier tema, ser pasivo o vacilante; características que, en el mundo de la política, pueden ser virtudes o defectos, según con los ojos que se miren.

El sociólogo Ulrich Bec buscó una manera sencilla de explicar cómo Angela Merkel logró posicionarse durante 16 años en la política alemana, es así como nace el término "Merkiavelli" (una especie de referencia a Nicolás Maquiavelo y "El príncipe"): forma de hacer política con vacilación, sin manifestaciones superfluas de fuerza ni conflictos directos, pero que, al final del día, logra sus objetivos. Merkel mantuvo intacta algo que lo políticos quizás pierden a la semana de ser electos: La confianza de la gente; esa es una de sus mayores virtudes. Supo mantener la credibilidad no por simpatías viscerales o dogmáticas, sino gracias a las acciones demostradas y cuantificables.

Es indudable que el “politicometro” mundial ahora tiene un listón muy alto. En lo sucesivo serán inevitable las comparaciones. Con sus luces y sombras, la gestión de Angela Merkel dará muchos temas que abordar, hasta para escribir un manual básico de cómo actuar en crisis y, quizás, describa de forma detallada cuales son los pasos que un político debe seguir para ser un jefe de gobierno. Entre vernianos y  beatlemaníacos, surge con un estilo propio los merkelianos. Claro, quien no quisiera tener a un presidente o primer ministro como Angela Merkel. No es cuestión de alabanzas innecesarias y exageradas, pero luego de 16 años de mandato y salir con una aprobación en torno al 70%, nos indica en números que los merkelianos existen.


Miguel Peña
@miguepeg

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