Fin de Ciclo
Si alguien no creía que ha muerto un estilo de hacer política en Venezuela desde la llegada del chavismo, a esta altura debe estar seguro de ello. En estos últimos meses donde se supo de chantajes, infiltrados y puñaladas traperas, es imposible entender el obcecado empeño de insistir en ejecutar estrategias aceptables dentro de un marco democrático normal algo que, por supuesto, no existe en el país. La venganza electoral de los ciudadanos en contra del sistema democrático hace 20 años se tuvo que tomar muy enserio, pues hoy día, esa misma dislocación social se expresa con otro tenor, cuando vemos que es preferible disfrutar de los carnavales, antes que protestar la falta de combustible o la crisis generalizada.
La ciudadanía venezolana se encuentra a la deriva en un desierto de voces que no dicen nada. El sentido común se encuentra en modo diciembre 98, pero esta vez con un agravante silencioso: sometidos a la dolarización que inunda de próceres gringos las calles del país. Si la propuesta de Chávez desbocó odios, los dólares que bailan sin parar, hacen que el interés social porque se recupere una república decente, se diluya ante los ojos de la efigie de Benjamín Franklin. Solo importan dos cosas: Sobrevivir en un país sin ley, seguridad o servicios; y hacer negocios a costillas de la desgracia.
Bajo esa fatal sombra de dejadez ciudadana, la oposición debe entender que los procesos políticos van más allá de una mera promesa circunstancial. En épocas donde la información inunda a las sociedades, las exigencias de la gente son más complejas que hace tres décadas. En el caso venezolano, no es cuestión de presentar una propuesta o una “ruta”, como la llaman algunos analistas que también se quedan presos de sus libros y teorías foráneas. El asunto criollo requiere antes de todo, buscar la manera -blanca, gris o negra- de salir de la dictadura ambigua que tenemos. No vale lanzar ninguna propuesta, mientras el régimen militar siga regodeándose en hojas verdes de corrupción y negocios fáciles.
Titulares como “Fracaso” de Juan Guaidó o “fin de ciclo” de la oposición son habituales. Los interiorizamos, los aceptamos como certeza absoluta y rápidamente buscamos sustitutos. Ponemos y quitamos héroes como si fueran barajitas en un álbum. Es la nueva normalidad en la política digital. Aunque viendo los últimos acontecimientos, no es nada precipitado decir que la oposición democrática se encuentra inmersa en un fin de ciclo. No se trata solo de una mala estrategia para determinado objetivo, sino que ya son varios años en los que, a pesar de recibir correctivos políticos muy severos, nada más se opta por cambiar el eslogan de lucha.
Tampoco es exagerado pensar que algunos prominentes líderes que asumieron grandes protagonismos ya han llegado a su fin. Nadie deja de ser político, pero es de sabios saber retirarse y dar un paso al costado. Cuando alguien no reconoce el fin de su liderazgo todo termina en traiciones, trampas y en una ramplona estrategia de: mantenerse a costa de lo que sea. En la actualidad los nuevos representantes de la política opositora son cinco: Juan Guaidó, Juan Pablo Guanipa, Miguel Pizarro, Delsa Solorzano y Luis Manuel Olivares. Ciertamente, los demás diputados de la AN, al igual que los embajadores y funcionarios designados por el gobierno interino, lo están dando todo, sin embargo, esto no es un concurso de quien trabaja más o menos, los liderazgos no se decretan.
Uno de los problemas que más ha causado daño en la lucha democrática actual, es precisamente la terquedad de algunos dirigentes como Capriles, María Corina y Leopoldo López. Sin importar que la comunidad internacional haya dicho de forma contundente a quienes reconoce como oposición democrática, la soberbia intestinal de estos “tres mosqueteros” los lleva sin remedio, al oscuro pozo de los olvidos. En la idéntica onda equivocada se encuentran las empresas medidoras de opinión que, premeditadamente o no, siguen en un bucle de sondeos donde siempre mantienen a los mismos nombres y apellidos. Recordemos, generalmente, las encuestas tienen un mecenas detrás. Silencioso llega el fin de ciclo, les guste o no a los locos de la colina.
Miguel Peña
@miguepeg

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