Judas Desnudo

 


Un país sin democracia ha cambiado de estilo y de escenario emocional. El coronavirus -como vecino que llega sin avisar- afectó en muchos sentidos, cualquier estrategia opositora. La constitucional AN y el gobierno interino no se han alejado de sus simpatizantes. Los tienen tan cerca como siempre, pero han perdido la interacción con ellos; claro, obligados. Las relaciones con el verdadero liderazgo de la oposición son más distantes, pero no menos intensas. Para suerte del régimen, la pandemia jugó a su favor en el único sentido posible: darle tiempo en el poder. Injusticia divina para los venezolanos, quizás. Sin embargo, esa prórroga en Miraflores ha servido para afianzar, aspectos esenciales de cara al cese de la usurpación y la transición.

Reconocimiento del presidente Guaidó, apoyo irrestricto a la Asamblea Nacional electa en 2015, desconocimiento a las chapuzas electorales pasadas (2018-2020) y las que se pretenden con las regionales, confirmar nuevas sanciones a todo alacrán y chavista que se presta para cada fraude, son parte de las acciones que nos afirman, que en estos meses de confinamiento nada se ha perdido; nada más cambiaron las formas. El algoritmo político nacional se muestra complejo a simple vista. A pesar de ello, si se profundiza sin miedo en los acontecimientos recientes, se pueden distinguir detalles fundamentales y que, por ahora, habían pasado desapercibidos, por ejemplo: el negociante de la historia o mejor dicho: el Judas.

Por supuesto, al usted leer Judas, su mente le traiciona y lo lleva a los más recóndito del entorno opositor que, demás esta decir, ha dado tela que cortar en ese sentido. En esta ocasión el alevoso al que se le puede mirar con atención viste de rojo; bueno cuando le conviene. Si iniciamos por entender que cualquier transición hacia la democracia no se logra con un solo lado, queda sencillo colocar las piezas del rompecabezas que se arma internacionalmente en favor de la democracia criolla. Las dictaduras que tienen varios años en el poder, sin importar año o modalidad, sufren en algún momento el debido desgaste. Decadencia muy natural en procesos políticos crueles y en donde son cruciales, los personajes que buscan salvarse y disfrutar lo mal habido. El régimen chavista no escapa a ello.

Mientras la retórica Trumpista llegaba a su fin, alguien vio la imperiosa necesidad de venderse como la panacea negociadora entre el régimen y el nuevo gobierno de Estados Unidos, la UE y la comunidad internacional. Es difícil establecer el motivo real que mueve a Jorge Rodríguez que, hasta ahora, se había mantenido como un operador que se limitaba a susurrar tácticas electorales y una que otra acción antidemocrática.  Es evidente que nadie dentro de la colación de poder, da un paso más allá de la comodidad de su corruptela, si no tiene en la mano en plan establecido con paracaídas incluido; ocurrió con Maduro cuando se hizo de la gracia de Chávez para convertirse en canciller.

Al “gran negociador” se le viene la estantería abajo y no quedará vidrio sano. Dentro de su simplismo psiquiátrico, no supo diferenciar el significado de política de Estado a política de gobierno. Pensó que EEUU con nueva administración, estaría a merced de la estafa discursiva y del chantaje de los financistas del régimen. Rodríguez ha llevado a su cofradía al más estrepitoso de los fracasos. Las nuevas sanciones europeas y la reunión en Colombia del presidente Guaidó, con personeros de la administración Biden y la UE, dejan desnudo al Judas que pretende negociar sin salpicarse. Estos dos reveses y la deportación del pastor de la gasolina nos presentan que, la comunidad internacional, paso de la retórica a la acción definitiva.

El Judas queda desnudo no solo por las acciones amateurs que emprendió, sino porque ha hecho que el régimen caiga en un espiral de errores, como la expulsión de la representante en Venezuela de la UE, que lo llevan a un rincón sin capacidad de movilidad. Ahora con el nuevo escenario planteado donde Cuba sede posiciones respecto a Maduro frente a Canadá y la Casa Blanca, presagian una transición más pronto de lo que podemos imaginar. Rodríguez no calculó bien su aspiración de sucesor, así que le tocará llevar el estandarte principal en la debacle roja. ¿Será el Alfred Jodl que firmará el cese de la usurpación? Veremos.

Miguel Peña

@miguepeg


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