Mi Vida Sin Venezuela
El Centro Gumilla y la Red Agroalimentaria de Venezuela publicaron hace pocos días una investigación que revela datos contundentes y abrumadores de nuestra actualidad. De ellos se desprenden, tres conclusiones que se mezclan en un coctel mortal: “tres de cada cuatro hogares cocina con leña, en el 94% del país es “dificultoso o muy dificultoso” abastecerse de combustible y el inminente riesgo de desnutrición a la que está expuesta la población de escasos recursos”. Es el cuadro que adorna el presente de la república, que no solo se ve arrasada por la pandemia y la cuarentena, sino por el odio despiadado que muestra el régimen hacia los venezolanos.
La situación económica y de salud pasan a ser parte de estadísticas negativas, que pueden revertirse con la única solución posible: cambiar de modelo; salir del régimen chavista. No existen planes o estrategias que consigan mitigar la desgracia nacional, si la comunidad internacional y los venezolanos no emprenden la acción final. Esto anuquen suene crudo es así de simple. Sin dejarse llevar de la mano por la penumbra actual, la verdad es que no habrá país en menos en unos pocos meses. La Venezuela que algunos tuvimos la suerte de conocer ya no existe y, al paso que vamos, ni un mero recuerdo quedará en las mentes ciudadanas. Ante nuestra mirada, el país sucumbe.
El régimen sabe todo lo que le viene, razón que le hace
atrincherarse de la peor manera posible. La única orden que emanan los
titiriteros foráneos de Miraflores parece ser: tierra arrasada. No existen explicaciones coherentes o estrambóticas, que
den claridad psicosocial de la actuación criminal de este grupete que se dispone
hacer lo que sea para mantener el poder. Las horas aciagas que se avecinan
dejan en silencio la alarma que debería sonar para avisarnos de la catástrofe.
La pandemia ha puesto de manifiesto el talante retorcido que el chavismo
mantiene en su gen. La negativa de no dejar entra las vacunas de AstraZeneca,
significa un simple e irrefutable acto de condena a muerta a los venezolanos.
No hay otra forma de describirlo.
Las percepciones traicionan el sentido lógico. No es fácil esperar algo que parece no llegar nunca. El régimen sigue burlándose de la comunidad internacional con un descaro sinigual, cuando patea la negociación y los acuerdos que les obligan a sentarse en una mesa. Ciertamente, no es primera vez que el chavismo dilate tiempo para luego dar la estocada mortal. En este caso, la emergencia sanitaria mundial, no permite que nadie pueda tomarse a la ligera decidir si vacuna o no a la población. Más que un arrebato de guerrillero, el régimen con su negativa dio el paso en falso que se esperaba, veremos ahora como entraran las vacunas. Existe un plan B, de eso no tengamos la menor duda.
Se respira y camina en automático. El venezolano común se encuentra en una carrera contra el tiempo. Gente que despide a familiares completamente sanos y que, por desdichas del destino, se contagian mortalmente con el virus. Profesionales de la salud que ven como sus colegas caen en el frente de batalla sanitario día tras días. Aquellos que logran sobrevivir al COVID-19, buscan sanar otras cicatrices que además de lo económico, les deja el dolor físico de la enfermedad. Si, vivir en persecución no es lo ideal. Estar y no estar en un país al mismo tiempo, desgasta una inmensidad y es angustiante. Tristeza y miedo se conjugan, pero no podemos permitir convertimos en zombis.
Es hora de prevalecer ante la adversidad social, política y sanitaria. “La salida no es fácil”, siempre se ha comentado esta sentencia a la que no le damos el valor literal que tiene, y de forma amarga vemos que no es un simple cliché. Experimentamos el peor de los finales de la dictadura. Es verdad, el ciudadano tiene incertidumbre, pero no olvide que en Miraflores están peor, sobre todo, porque la incertidumbre roja se transforma en certeza despiadada. La negativa de la entrada de la vacuna tiene otras aristas que la impulsan, por ejemplo, la situación grave de Apure y el informe de la ONU que señala la presencia del cartel de Sinaloa en el país. Es cuestión de tiempo para que esto llegue a donde el viento se devuelve. Dos décadas de vivir sin Venezuela son suficientes.
Miguel Peña G
@miguepeg
Ya basta 🙏🏻
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