Audacia Democrática
La gran estrategia que emprenden la AN legítima, el presidente interino y la comunidad internacional para el retorno de la democracia venezolana, no es juego de carritos. Lleva años y meses en pleno desarrollo. Cada acción ha sido pensada y planificada en función del talante autoritario del régimen. Si bien, en el camino se han tenido que hacer algunos ajustes lógicos de estos procesos sociopolíticos, el fondo del plan no ha variado ni un ápice, es más, se profundiza y avanza positivamente hacia el objetivo. Visto que todo no puede decirse, el secretismo que rodea a las distintas acciones levanta su velo sin piedad, con el propósito de mostrar como Maduro queda preso de promesas vacías y de amenazas.
La descomunal estafa que resultó ser el chavismo, contrasta con el nivel de repulsión que la gente les muestra cada día. Nada puede mitigar el dolor de ver al país flotando en un charco de mentiras, corrupción y odios dirigidos a castigar al venezolano de a pie. Se desborda la desfachatez de los discursos patrioteros y populistas. La situación incontrolable ajusta los engranes sociales y políticos a medida que pasan las semanas. La democracia también se ha reinventado. Cierto, un término que salta como un simple cliché, pero que calza muy bien en estos momentos aciagos por los que pasa la nación. La democracia se hace audaz, desde el mismo momento en que una sencilla protesta se hace presente.
La autoflagelación no debe imperar en los ciudadanos y, mucho menos, en la dirigencia democrática opositora. Ciertamente, la idea pasa por no engañarnos o sembrar falsas expectativas que solo nos conducirán a los terrenos nocivos del desapego político. La AN y la presidencia encargada tienen la “agria” obligación de hablarle a la gente tal cual ocurren los hechos. Mientras la colación de poder en Miraflores juega a dos bandas con mentiras y opacidad, el lado democrático debe enarbolar banderas de transparencia y verdad. No es utópico, simplemente se llama sentido común.
El país entra en una recta final, así no lo parezca. Existe una interrogante que surge en los últimos días: ¿Quién marca la agenda política? A pesar de algunos análisis tuiteros o estructurados en medios digitales, todos los caminos apuntan a que es Juan Guaidó. Es decir, la presidencia encargada gestiona a través del mecanismo Covax las vacunas, y el régimen de inmediato vocifera que ellos las traerán. Guaidó y la AN gestionan la visita del programa de alimentación de la ONU, y al régimen no le queda de otra que reconocer su fracaso social, y deja entrar al enviado del organismo. El Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos se reunió con Maduro y con el presidente (E), lo que traduce que está en marcha una negociación.
La audacia de la democracia procura la táctica más sencilla de todas: unidad. Desde ese punto cero, inicia nuestro éxito o fracaso político y social. En dos décadas de chavismo, la democracia venezolana ha sufrido duros golpes en sus bases fundacionales. Aun así, el poder autócrata que se ha querido imponer, no logra dar con el punto débil de la república para terminar de fulminarla. Ese es el gran fracaso del régimen. La democracia se fortalece cada vez que recibe un ataque artero. La triada de poder buscó reconocimiento en la Cumbre Iberoamericana, y las democracias occidentales le dan un escupitajo en la cara. El error de Chávez y, ahora el de sus adláteres, es pensar que la democracia venezolana muere con decretos, falsas elecciones, petrodólares, compra de conciencias, violencia y persecución política; simplemente, se equivocan de plano.
Miguel Peña
@miguepeg

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