Discutir lo indiscutible

Capriles, López, Rosales y Machado no merecen ser los líderes de la oposición. Si bien los cuatro dirigentes partidistas en su momento han tenido -unos más que otros- participación activa y relevante en la lucha en contra del régimen chavista, esto no es suficiente para otorgarle la responsabilidad dirigir los destinos de la oposición democrática, sobre todo, con el nivel de exigencia, prudencia y tino estratégico que demanda el escenario político nacional del presente. Algunos medios y seguidores de los mencionados, buscan posicionarlos por aclamación más que por capacidades.

Se pudiera hablar de discursos cansinos y hasta desgastados, pero, partiendo de que en política no puede darse por muerto a nadie, es justo analizar que ninguno reúne las condiciones necesarias para aguantar la distancia de la maratón que significa recuperar la república. Cada uno ha tratado de hacer su respectivo discurso de “campaña”, presentándose con galas de estadistas que, a simple vista, no cuelan en el grueso de la opinión opositora. Cada uno con su postura bien definida y otros con los errores gramaticales de siempre, tienen en común una solo cosa: sacar del juego a Juan Guaidó.

Partidarios y medios afines de estos espadachines cargan caracteres en las redes sociales, con el fin de intentar crear discusión y poner en la picota ciudadana al Gobierno Interino (GI), cada vez que la comunidad internacional reafirma su apoyo al interinato y a su presidente. Ya estamos acostumbrado a la misma magnesia. Acusan y señalan a otros de las pocas preferencias de sus abanderados. Dicen ser objetivos, pero siempre actúan con la gorra y la camiseta puesta. Lo conoce muy bien Guillermo Aveledo, que tuvo que salir como coordinador de la unidad por tanta guerra y dardos lanzados desde el propio entorno unitario.

El fin justifica los medios parece ser la consigna. Reunirse a diente pelado con el dictador antes de hacerlo con el presidente constitucional y legal de Venezuela, vociferar que es indispensable unir esfuerzos con los bien llamados alacranes, sacrificar a candidatos bien posicionados y honestos por personajes como Uzcátegui, forman parte del abanico amargo de intereses personalistas que unifican a varios grupos bajo un mismo objetivo: seguir la pachanga política que ya no tienen. La AN2015 y el interinato han cumplido con tres cosas: mostrar la crisis generalizada en el ámbito internacional, proteger los activos de la garra chavista, y desenmascarar a todos aquellos que pretendían seguir agazapados haciendo negocios políticos con el régimen.

 En este punto crítico, es importante reconocer y llamar las cosas por su nombre; sin muchos adornos. El problema no es con lo que representa la presidencia interina, sino con quien la preside. Sencillo, quieren defenestrar a Juan Guaidó, porque resultó ser más efectivo de lo que muchos pretendían. Sin obviar los bemoles que ha tenido el interinato en el camino, no se puede dejar de reconocer que pelea sin descanso a  tres bandas con el chavismo originario, el madurismo y la oposición roja. Alguien pudiera pensar que es una apuesta ambiciosa de políticos tan jóvenes encabezados por JG, sin embargo, quien dice que eso no forma parte del plan establecido por los aliados internacionales. El chavismo debe desarticulase en toda su estructura, hasta la que tiene dentro de la oposición.

Seguir en discusiones estériles sobre renovar, cambiar y maquillar al liderazgo opositor, es una mentira nacida en los laboratorios comunicacionales rojos. La comunidad internacional lo tiene claro: la Constitución es la salida al drama venezolano y, por supuesto, la AN2015 conjuntamente con el GI son la Constitución en carne viva. Los gobiernos del mundo no solo apoyan Guaidó amparados en preceptos legales, sino que entienden que reúnen para esta coyuntura final, condiciones políticas que otros no tienen. Muchos tuits, lobby, discursos en redes y menosprecio no han servido de nada. Entonces, queda claro, el GI es reconocido por el mundo democrático y será quien lleve a feliz puerto el barco de la transición.


Miguel Peña
@miguepeg

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