Abril nunca se fue

 



Indefectiblemente cada 11,12 y 13 de abril las sanciones amargas reviven. Cuando esas fatídicas fechas se asoman en el calendario siguen extraviadas, sin explicación y lógica alguna. Infinitos análisis no esconden la verdad absoluta: abril del 2002 representó lo que somos como sociedad, ciudadanos y claro, como venezolanos. Las excusas están demás. Nadie queda exento de responsabilidad de los sucesos ocurridos en el momento histórico que marcó nuestro agobiante presente. Lo peor de todo, sin dudas, es que nadie aprendió la lección, por el contrario, se profundizan los desatinos y la estupidez política.

No es un Deja vu eterno, más bien, es una larga cruzada que no tendrá fin mientras ciertos templarios sigan vistiendo batola roja. Abril de 2002 además de ser el inicio formal de la dictadura chavista, también conjuga la destrucción de la idiosincrasia venezolana. Continuamos en caída libre al hoyo negro que no muestra luz. Demasiada agua ha pasado por debajo de un puente roto que presenta a la democracia de un lado y del otro, la libertad. Dos extremos que no han podido tocarse por distintas razones, pero que se encuentran expectantes a la construcción del tramo que falta.

Abril de 2002 nunca se irá. Permanece latente en cada rincón del país, cuando se observan traiciones, jugadas políticas a media noche y la inacción colectiva. La dirigencia no ha estado a la altura, pero nosotros como ciudadanos tampoco. Ciertamente, el miedo de ser asesinado o encarcelado domina las sensaciones de mantener la lucha. El chavismo implementó la anestesia social. Primero aplicó la represión en masa, para después implementar su “bondad” criminal con las bolsas clap. Ahora utiliza su estrategia de reescribir la historia a través de bodegones, dólares campantes, compra de conciencias de ciertos dirigentes o autoridades universitarias y cambiar símbolos institucionales. No importa el qué o el cómo, lo que somete es el quién.

Abril quedó estigmatizado. Parece el mes que el régimen usa como talismán con el propósito de dividir, doblegar moral y socialmente a los venezolanos. La  fórmula 2.0 que ahora emerge de la caverna roja, es poner en funcionamiento su elaborado andamiaje “opositor”. Esta vez, la sorpresa vino con una carta -casi de niño Jesús- que 25 personas han dirigido a la administración Biden. El fondo de la misiva cuela las mismas palabras del régimen, por supuesto, sin chabacanerías, con puntos y comas. Una carta si el suficiente sustento político y atada a un burdo interés privado en lo económico.

25 firmantes que desprecian la democracia y el estado de derecho. Desde Luis Vicente León hasta el diputado de PJ José Guerra hacen gala, dentro de su conocimiento universitario y experticia, de un cinismo sin paragón en la historia del país. Sería hilarante, si la vergüenza por ver como defienden al régimen no fuera tan grande. Lo bueno de esa carta, es que deja al descubierto la movida de PJ y de algunos negociantes de la política nacional. Tan chavistas es su accionar, que piensan que Biden derogará la inamovible política de Estado de EE.UU., por el simple hecho de leer una carta improvisada y cargada de eufemismos.

Luego de la carta la estrategia es utilizar los programas de Unión Radio, con el fin de explicar algo indefendible. Las frases y justificaciones ya están elaboradas: “hay que separar la sanción económica de la sanción social”; los firmantes son opositores y grandes venezolanos”; en fin. A pesar de la jugarreta, el gobierno de EEUU y los aliados siguen firmes en su apoyo a la CRBV. Muchos hablan de los tras bastidores, cuando en realidad lo que hace un grupo es querer desplazar a hurtadillas al GI. Error de cálculo, visto que EEUU y la UE revelan cada movida oscura que hacen; ¿Quién dio a conocer la carta? Abril nunca se fue, sigue allí a la espera de una vuelta de página sin miedo ni atajos. Páginas que pueden dejarse atrás a partir de la semana entrante de la mano de la CPI.

Miguel Peña


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