Eso es lo que hay

 

El país se debate entre la ineficiencia de la dictadura y el cinismo de ciertos dirigentes. Las motivaciones de continuar la destrucción de la nación se multiplican. La bola de nieve se hace más grande a medida que se desplaza. Desde Miraflores, las grandes aberraciones económicas, políticas y sociales, se transforman en veneno público para una diezmada ciudadanía. Mientras esto sucede en la cueva roja, en los frentes financiados proliferan las improvisaciones, las verdades a medias y zancadillas políticas, lo que se configuran en la parte estratégica de pretender vender que Venezuela se recupera y que Maduro debe seguir en el poder; eso es lo que hay.

La desgracia venezolana le suelta la mano a su causante principal. Lentamente, vemos como otros protagonistas comienzan a disputarle al chavismo el sitial histórico de destructor de la república. Dirigentes que han hecho descender a la política una enormidad. La política venezolana ya no es institucional, por el contrario, es una mera acción informal que se monta con tres tarantines. En pocas palabras, han “buhonerizado” la política sin ningún tipo de pena o vergüenza. Viven de frases elaboradas y discursos con lenguaje de barrio, con el vil propósito de atraer a las masas como lo hizo Chávez en su momento. No buscan cambiar de sistema, nada más desean convertirse en los nuevos abanderados del populismo.

Aglutinar voluntades se dice fácil, pero no lo es tanto. Ni en una junta de condominio donde los intereses son realmente comunes, existe un acuerdo en masa para lograr objetivos. Ese mismo pensamiento lógico deben tener aquellos que se despiertan con la dislexia mental: “voy a fundar un partido político”. Colocarse frente a las cámaras que, dicho sea de paso, son complacientes con cualquier payaso de turno, no es aval para fundar un partido que represente a un sector de la población. Desde que Caldera instauró el chiripero, se creó el mito de que cualquier persona es un movimiento político en sí mismo; eso es lo que hay.

El régimen en sus horas más alarmantes, entiende que es momento de cobrar el financiamiento de los infiltrados primigenios, y de la nueva camada de políticos que experimentan el síndrome de Estocolmo dolarizado. No hay mucho que analizar de las acciones, la conjura es una sola: todos contra Juan Guaidó. Las pausas e inflexiones vocales se repiten una y otra vez. Es un mismo guion redactado que florece en los medios y en las redes. “Guaidó no representa a nadie”, sirve de eslogan de precampaña. Lo hilarante, es que la frasecita es repetida por un señor que no figura desde 2014.

Mientras se diluye el debate en el albañal chavista, la realidad mantiene la marcha y desarrolla los desenlaces correspondientes.  La llegada del Fiscal de la CPI, es muestra contundente de que la situación llega a un punto de quiebre total. No es mera coincidencia que la CPI abra una oficina en Caracas, cuando al mismo tiempo, sigue la invasión rusa en Ucrania. Karin Kahn no dará declaraciones destempladas y, mucho menos, sentenciará con la hoguera al régimen. La prudencia del fiscal será la que marque la agenda pública de la CPI, visto que la investigación a una persona que continua en el poder es inédita; eso es lo que hay.

El dislocado ataque de Carreño al TSJ no debe tomarse como una acción aislada e individual. Más allá del escepticismo que genera el personaje ramplón, los señalamientos que hizo sobre la triada judicial del país, es un claro mensaje en vivo y directo de un sector de la coalición de poder a Miraflores. Existen traiciones aguas adentro del régimen, a pesar de que nada más se ven públicas las de la oposición. Cada “rojo rojito” construye su salvavidas antes de que el globo estalle. Militares pidiendo reuniones, gobernadores regalando autobuses a las Universidades, alcaldes con videos Fashions y mostrar una boda deslindándose de la heredera Avon, parecen piezas abstractas sacadas de una obra de Kandinsky. Por supuesto, los personajes son secundarios, lo importante es el fondo cromático. Sencillamente; eso es lo que hay.

Miguel Peña


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