El último Jedi
La falta de liderazgo opositor es evidente. No es que haya una grave ausencia, sino que los pocos buenos que existen, se ven ahogados por la vorágine criminal del régimen y su oposición pret a porter. No es nada sencillo mantener una voz ecuánime dentro de la selva política venezolana que, además de ser muy peligrosa, en ocasiones muestra que no es idónea para personas decentes, profesionales y éticas. La última camada de grandes políticos ya no existe. Muy pocos dirigentes actuales de la oposición, logran tomar el testigo que cayó estrepitosamente en el tartán desde 1998. Culpa de los dirigentes de antaño, que no prepararon a una generación que tenía que enfrentar el más grande reto de la historia republicana.
En una tierra resiliente no todo está perdido. Entre las informaciones que presentan a Juan Guaidó y al régimen chavista como únicos protagonistas, pasa inadvertido -casi debajo de la mesa- un dirigente que sin estridencia hace un enorme trabajo. Gerardo Blyde, se configura como la representación del político que ha tenido la decencia de detenerse para recoger ese legado -con aciertos y errores- que dejaron grandes políticos venezolanos. Sería mentira decir que, Blyde, no haya tenido aspiraciones a cargos públicos -Baruta es ejemplo de ello- pero desde hace varios años, su posición ideológica parece haber tomado un rumbo definido y claro; algo que lo aventaja entre sus pares.
Sentarse a negociar la salida democrática y consensuada con la representación chavista, excede el grado de dificultad. No porque los enviados del régimen sean lumbreras en materia de negociación y los preceptos básicos de acuerdos, más bien, porque el talante destructivo y amoral de los enviados de Maduro hacen insoportable cualquier reunión de 10 minutos; imaginen 5 horas. Además de tratar de entenderse en la misma jaula con el monstruo rojo, a Blyde le ha tocado lidiar con los egos infantiles y enfermos de poder de la oposición. Podría decirse, que esta prueba es la más difícil que tiene entre manos. Lograr consensos sobre la salida democrática dentro de la plataforma unitaria, se torna una aventura quijotesca.
El trabajo que realiza Gerardo Blyde en beneficio de una salida definitiva, se encuentra por encima del bien y mal. A pesar de las voces discordantes y de los misiles radicales de ambos lados, trabaja con la comunidad internacional para que Maduro y su triada retomen las negociaciones. Nadie puede tener dudas del compromiso de país que tiene el exalcalde, tan es así, que no le importa estar bajo las órdenes de un dirigente de menor experiencia como cabeza visible de unidad opositora. Ciertamente, la comunidad internacional apoya al presidente interino, no obstante, la garantía que tiene el interinato de ese apoyo, es tener como coordinador de la representación negociadora de la oposición a un político de la talla de Blyde.
En una entrevista a la revista digital Producto, afirma a la pregunta sobre su posible aspiración presidencial: “A lo mejor yo puedo ser un buen gerente público, pero no tengo la gracia de bregarme los votos en todo el país como un líder carismático, emocional, que conecte con las masas…” Podemos entender con dicha reflexión, en que plano se encuentra ideológicamente. Cuando un dirigente reconoce sus fortaleza y debilidades sin miedo o máscaras, es porque tiene en su ADN social, las claves para ser un auténtico político. En pocas palabras, Blyde está cerca de hallar la fórmula física del liderazgo “merkeliano”; si es que ya no la encontró.
Se
recuerdan en demasía las generaciones del ‘28 y ‘58. Cada vez aumenta la necesidad
social de sentirse representados, por políticos que estén a la altura de las circunstancias
complejas que arrastra el país desde hace 20 años. El chavismo se encargó no
solo de dividir a la oposición, sino de ridiculizar y desprestigiar la palabra política
en general. Es allí, donde cobra valor el accionar ideológico que muestra en la
actualidad Gerardo Blyde. No es que inventó una nueva forma de hacer política,
o que es el líder de una tercera vía, sencillamente, practica lo que cree debe
ser un buen político. Una especie en extinción, quizás, pero sin duda, Blyde se
erige como el último Jedi.
@miguepeg
Comentarios
Publicar un comentario