La suma de todas las partes
El remolino social se siente y no hace falta ser un gran analista, para no darse cuenta de que la cuerda está llegando a su último hilo. Ya no solo es cuestión de sensaciones ocasionales ni de rumores de pasillos. El venezolano ha entendido a los golpes de que el sistema corrupto que gobierna debe cambiar de manera urgente. El régimen hizo una macabra selección natural de que sector y cual institución destruir primero. Estamos en una lista desde 1998, lo que pasa es que han existido saltos en la línea destructiva que retrasan las intenciones definitivas de la perpetuidad en el poder.
El sector empresarial fue el primero en la lista de tareas del chavismo. Luego de la implementación de políticas de expropiación y nacionalización, lo demás era levantar un nuevo orden industrial sobre las ruinas. Es así como nacen los enchufados de corbata y pachuli, que montaron empresas de maletín y se hicieron de grandes contratos de construcción, etc. Ahora, muestran una diversidad de negocios que dan soporte a una nueva casta industrial que se apodero hasta de Fedecámaras. Aplausos a la dictadura que los desmanteló, es el vivo ejemplo de la dominación que el régimen ejerce en ese sector; plan logrado.
En paralelo, la mejor forma de fortalecer el plan mayor, fue el desprestigio político del adversario y del sistema electoral venezolano. Persecuciones, asesinatos y desapariciones forman parte de la estructura de miedo que se mantiene vigente. Nadie esta a salvo del brazo ejecutor rojo. Las sentencias a media noche son un manual de como doblegar a la oposición. Eso sin mencionar, el oscuro ardid de infiltrar, chantajear y comprar a dirigentes. Otro sector que sucumbió a la espiral de violencia, porque la oposición democrática que queda de pie, lo único que trata es de sobrevivir y estar en la eterna defensa del descrédito.
Después de muchos intentos infructuosos le llegó la hora a las Universidades. El régimen entendió que electoralmente nunca podrá tomar el control universitario, así que decidió permitir que las autoridades electas fueran auto desprestigiando a las casas de estudios. La obcecada idea de algunos claustros universitarios de no permitir que los reglamentos electorales internos cambien, para que empleados y obreros puedan elegir a nuevas autoridades, la cantidad de desaciertos, reducción del presupeusto y el desgaste de autoridades con 12 años en el mandato, forman parte de las causas que llevan a la violación fragante de la contratación colectiva. Cierto, el régimen es culpable, sin embargo, las gerencias actuales del sector universitario, también tienen su cuota de responsabilidad; y eso se debe decir.
La suma de todas las
partes llevan a este desenlace que se convierte en infinito. Dos décadas donde el rodillo rojo no ha
parado de aplastar y, lo peor, es que ciertos personajes se prestan conscientemente al juego del madurismo. Mientras esos que se hacen llamar TJS
en el exilio solicitan al GI rendir cuentas, el régimen sentencia a un diputado
inocente a 8 años. Si es por rendir cuentas, sería oportuno pedirles las facturas
de quien los financia en el exterior. O mejor, preguntarles por que se largaron a las primeras de cambio, mientras que Juan Guaidó y compañía siguen en las calles del país luchando por
la democracia. Aquí no vale que Rectores universitarios aplaudan las chambonadas
rojas, ni que políticos pidan cohabitación con el régimen, si no hay unidad en
un solo frente a todos les llegará su sábado.
Miguel Peña
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