Ahora O-NUnca
La legalidad del régimen está en el piso. Con la credibilidad en cero, en Miraflores piensan que la retórica y las chapuzas populistas pueden ganarle a lo implacable de los hechos. Nadie en el mundo se traga el cuento de que el socialismo del S.XXI atiende los problemas prioritarios de los venezolanos. Es inconfundible el tufo dictatorial y criminal que expide la coalición de poder. No existen conjeturas que valgan y, mucho menos, datos abultados de encuestadoras pagadas que buscan resaltar a punta de lavado de divisas, las bondades de una recuperación ficticia e improvisada. Ya no queda espacio para las dudas razonables.
A pesar de la compra de conciencias y el lobby internacional, el régimen ha recibido un varapalo que lo deja grogui de cara a la investigación de la CPI. El tercer informe de la Misión de Determinación de los Hechos de la ONU, no solo corrobora lo que las ONG nacionales denunciaron en su momento, sino que describe cada una de las atrocidades que el chavismo y su cadena de mando del terror, han cometido en los últimos años. Propios y extraños se encuentra en estado de shock con los relatos de torturas, vejaciones y practicas sádicas que han cometido funcionarios del DIGCIM y el SEBIN. Una barbarie descomunal semejante a las peores torturas fascista.
122 casos de torturas es un número que se dice rápido, pero que esconde una complejidad sin precedentes en el país. El informe descubre una maquinaria criminal, no hay otra forma de catalogar al régimen chavo-madurista. Lo más grave de toda la conclusión, es que el propio Nicolás Maduro tenía conocimiento de las violaciones y los crímenes de lesa humanidad. Es más, en ocasiones, él mismo ha dado órdenes a subordinados para su consumación. A la hora de buscar al culpable mayor, Maduro como cabeza de gobierno, es el principal responsable del diseño, ejecución y sustento de una maquinaria al servicio de la represión de la oposición.
Cada venezolano debe tener miedo; no debe haber pena en decirlo. El régimen es capaz de cualquier cosa, no tiene escrúpulos a la hora de solucionar sus miedos a la fuerza. Es aterrador comprobar que la élite gobernante ha puesto en ejecución desde el 2014, una estrategia perversa que confirma que todas las acciones criminales que violan los DDHH, han sido producto de una táctica para amedrentar y aplastar cualquier asomo de protesta, arrastrando con ello a familiares y amigos cercanos. Las cartas están sobre la mesa y nadie puede hacerse de la vista gorda, ni siquiera aquellos “dirigentes” de oposición que pretenden posicionarse a través de ataques políticos al gobierno interino.
Mientras queda al descubierto el entramado torturador del régimen, desconcierta como ciertos partidos y dirigentes de la oposición democrática, se esmeran en llegar al nivel despreciable de Maduro y compañía. Es imperativo señalar la actitud de Capriles, quien sigue adelante con su consigna de soberbia política. Las informaciones de su actitud en las pasadas elecciones internas de PJ, dan al traste con los preceptos democráticos que debe reunir alguien que aspira ser presidente. Además de discriminar a dos compañeros (Miguel Pizarro y Carlos Paparoni) por ser miembros del GI, guarda un silencio repúgnate sobre el informe ONU. Capriles pisa un terreno oscuro que pronto le dará en la cara. Y lo dijo Mariano Alvarado: "¿Qué se puede esperar de un candidato que no acompaña a las víctimas?"
Es
ahora o nunca. El tercer informe de la Misión de Determinación de
los Hechos sobre Venezuela debe, obligatoriamente, marcar un precedente en el mundo
y, por supuesto, en el país. La maquinaria criminal no puede seguir destruyendo
a los venezolanos. Cualquiera que no se indigne con las revelaciones conclusivas
del informe, es sospechoso de comulgar con las violaciones de DDHH. Medios, políticos,
empresarios y ciudadanos no pueden seguir inermes ante tanta criminalidad
desatada desde Miraflores. No es posible seguir empeñados en atacar al GI,
cuando el verdadero causante de las desgracias sigue a sus anchas destrozando
todo a su paso. Es ahora o nunca, es ahora o nunca.
@miguepeg
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